LA
ENSEÑANZA
ESOTÉRICA
( 10 )
Los prejuicios, la intolerancia y la violencia
que nos impiden ser “espíritus sanos”
tienen su origen en nuestras “consideraciones
internas”. Según el diccionario, una de las acepciones de “considerar” es “juzgar”. Tendremos en cuenta este significado para comprender a que
se refiere eso de “considerar
internamente”.
(...)
Entre la
multitud de cosas que debemos observar
en nosotros mismos, a fin de poder trabajar sobre ellas, se encuentra ese estado psicológico llamado “consideración interna”. Se refiere a un
proceso que nos roba una enorme cantidad de energía y, como todas las cosas que
nos “roban” nuestra energía
inútilmente, nos mantiene dormidos.
Dormidos en la conciencia.
La “consideración interna” es un aspecto de
la identificación. La identificación, es el acto de sentirnos
idénticos o identificados con personas y cosas. En todos sus diferentes
aspectos, es uno de los objetivos más importantes del Trabajo sobre sí. Cuando nos identificamos
con todo, nos hacemos incapaces de recordar quienes somos. Por ello, es
preciso no identificarnos y, para conseguirlo, debemos aprender, ante todo, a no identificarnos, tampoco, con nosotros mismos.
Una de las
formas más frecuentes de “consideración
interna” es pensar sobre lo que los
demás piensan de nosotros, cómo nos tratan y qué talantes nos ofrecen. Solemos
sentir que no nos dan el valor que creemos merecer y esto nos atormenta, y nos hace
sospechar de los demás; ello provoca en nosotros una enorme pérdida de energía,
pues nos lleva a desarrollar una actitud desconfiada y hostil.
Otra forma de identificación muy común, e íntimamente
relacionada con lo anterior, es la que se llama “saldar cuentas”. Comenzamos por sentir que las gentes nos debe
algo, que merecemos un trato mejor, que merecemos alguna forma de recompensa o
gratificación, reconocimiento por lo que hacemos; así vamos anotando todo esto
en un “libro de cuentas psicológico”
cuyas páginas giran continuamente en nuestra mente. Igualmente nos compadecemos de nuestra suerte, hasta el
punto que, a la menor insinuación por parte de otros sobre nuestra suerte,
sacamos a colación nuestros sufrimientos. Todas las “cuentas” de este género, todos los sentimientos que se refieren a lo que nos debe la gente y a que nosotros no debemos nada, tienen
inmensas consecuencias psicológicas para nuestro desarrollo interior.
En el Trabajo, sólo podemos crecer mediante
el “perdón de nuestras faltas”. Es
decir, a no ser que cancelemos nuestras
deudas internas, nada crecerá en nosotros. Lo dice una Oración: "Perdónanos nuestras deudas, como nosotros
perdonamos a nuestros deudores." El sentimiento de que nos deben algo,
pone fin a toda evolución interior. Si
no vencemos esta sensación de deuda,
nada es posible. Jesús recomendaba que hemos de hacer las paces con nuestros enemigos dentro
de nosotros, una paz interior.
"Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, en tanto que estás con él en
el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil,
y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que
pagues el último cuadrante." (Mateo, V, 25, 26.)
Si
psicológicamente demandamos “cada libra
de carne”, o cada "céntimo",
de aquellos que creemos que nos deben algo; si le obligamos a que nos pida disculpas
y se humillen para darnos cumplida satisfacción, entonces, estaremos bajo esa
exigente Ley sobre la que se nos
advierte que es preciso escapar. Es como ponernos a nosotros mismos en la
cárcel; es situarnos bajo leyes
innecesarias; y no podremos salir de ellas mientras no paguemos todas nuestras
propias deudas.
Existe una Ley de Misericordia, llamada también “Compasión”, es decir: una influencia
más alta que la ley literal de “ojo por
ojo”, que es la ley del hombre violento. Si deseamos ponernos bajo mejores
influencias, es preciso que nos comportemos de un modo diferente, que tomemos
los eventos de un modo diferente. Para ello debemos situarnos bajo la
influencia del Trabajo y obedecer
sus indicaciones. En el Trabajo no
se alientan ni las emociones negativas,
ni la consideración interior, ni el hacer cuentas, ni los sentimientos de violencia, ni la envidia, etc. Mientras hagamos “cuentas interiores”, siempre sentiremos
que alguien nos debe algo.
Reflexionemos
sobre lo que esto significa; observemos lo que significa en nosotros mismos y,
luego, intentemos hacer lo que dice el Trabajo
sobre separarnos de todo esto. No crean que esto es algo fácil. Trabajo quiere decir trabajo, trabajo duro sobre uno mismo para cambiar comportamientos y
actitudes negativas. Deberemos recordar
que este Trabajo se encuentra destinado a los que verdaderamente
quieren cambiar en si mismos, no está destinado a quienes quieren cambiar
el mundo.
Existe una forma
de “consideración interna” que solo
se puede conocer observándose a uno mismo. Debemos ser capaces de percibir nuestro estado interior como algo distinto de nuestro cuerpo
físico y de lo que le sucede. Cuando seamos capaces de distinguir entre nuestra apariencia
física y nuestros estados interiores,
podremos comenzar a trabajar. Nos
daremos cuenta que tenemos un cuerpo
que obedece órdenes, y que también tenemos una psicología. El Trabajo
se ocupa de lo que somos psicológicamente.
La “consideración interna” es llamada en el
Trabajo: "Cantar nuestra canción".
Nuestro canto es un cantar psicológico.
Se fundamenta en la “consideración interior”,
en “hacer cuentas” interiormente; es
decir, sentimos que nos deben algo y tenemos esa deuda bien grabada en nuestra
memoria. De hecho, todos tenemos alguna canción
que cantar. Si queremos conocer las cuentas interiores que hemos acumulado a lo
largo de nuestra vida, lo primero que hemos de hacer es observar nuestra inconfundible
"canción". Cuando en el Trabajo se dice que somos un "buen cantante", se refiere a la canción que cantamos repetidamente. Muchas veces cantamos nuestra canción sin necesidad
de que nos alienten y, frecuentemente, después de algunas copas, cantamos abiertamente.
Nuestras canciones suelen tratar sobre lo mal que nos trataron, sobre la oportunidad que no nos dieron o sobre
la que perdimos por estar dormidos;
sobre pasadas glorias, como las
batallitas del abuelo; sobre nuestras
dificultades que nadie comprende; sobre lo
mal que nos fue en el matrimonio; sobre que los padres o los hijos no nos
comprendieron; sobre las buenas personas
que creemos ser; y así sucesivamente. Lo que todo esto significa realmente
es que todos son culpables, todos menos
nosotros mismos. Todo esto es hacer “cuentas
interiores”, o más bien, todo esto
es el resultado de hacer cuentas interiores. Esta es la forma más común de consideración interna.
¿Por qué creen
que, en el Trabajo, necesitamos hacer todo lo posible para
liberarnos de nuestras canciones?
¿Por qué es preciso observarlas y expulsarlas de la posición central que ocupan
en nuestra vida?
Porque nos inutilizan interiormente. Nos roban nuestra energía.
En el Trabajo, si somos buenos cantantes, no podremos ir más allá de nosotros mismos. Seremos
víctima de nuestras propias cuentas.
En el momento en que algo se nos pone difícil, comenzamos a cantar. Nos detenemos
internamente y dejamos de crecer. Cuando
lloramos por estas cosas, no podemos cambiar nuestro nivel de ser. Cuando nos
encontramos en un momento difícil, en lugar de trabajar sobre nosotros mismos, cantamos fuerte o
suavemente con la intención de que nos presten atención. Pero si nos critican o
nos hablan con dureza, nos compadecemos de nosotros mismos y nos dejamos llevar
por la ira, porque sentimos que no nos comprenden. Y, entonces, nuestro canto se vuelve brusco y violento.
Es algo frecuente
ver como cuando una persona entabla amistad con otra, generalmente lo hace para
cantarle su canción; y si se le pide que no nos cante sus penas, aunque sea
educadamente, se ofende, y pone nuestro nombre en su libro interno de los débitos,
y corre a buscar a otra. "Si tan
sólo…", dicen. Nadie puede comprender a otro si antes no nos hemos
comprendido a nosotros mismos, y esto sólo se logra parcialmente después de un
arduo Trabajo sobre sí y de tener una
comprensión de lo que uno es
realmente en la profundidad de nuestra psicología. Por cierto, un buen cantante
de “canciones internas” no se comprende a sí mismo. Prefiere cantar la canción de no ser comprendido
e imaginar un mundo donde todos le escuchan. Estas actitudes y estos sueños crean debilidad y, de hecho, generan
verdaderas enfermedades psicológicas, porque siempre hay que pagar las
consecuencias de nuestros actos (Ley de
Causa y Efecto o de Acción y Reacción).
No hay que
permitir que la vida nos venza. Hemos de comprender que esto no le ocurre
solamente a aquellos que creemos que no se esfuerzan, sino que nos ocurre a todos, aunque hagamos
esfuerzos por superarnos. Sentimos que porque nos esforzamos deberíamos ser más
felices y, al compararnos con otros, pensamos que esas personas son más felices
que nosotros. Y, viceversa, claro está. Aunque no cantemos nuestras canciones abiertamente, si solemos cantarlas en secreto y para nosotros mismos.
Nos sentimos tristes, con una fuerte sensación de monotonía, de cansancio y frustración,
a cuyo alrededor se acumulan nuestros pensamientos.
Tampoco debemos
olvidar lo que podría llamarse nuestras “canciones
interiores secretas”. También ellas nos cierran el camino, porque son más
difíciles de observar, aunque siempre están ahí, carcomiéndonos interiormente
la vida. Sólo una profunda Observación
de sí podrá sacarlas a la Luz, ya que ésta deja
penetrar la Luz en uno mismo. Nada puede cambiar en nosotros,
a no ser que lo llevemos a la Luz de la Observación de sí
y a la Luz de nuestra conciencia.
No necesitamos
encerrarnos solos en una habitación para practicar la Observación de sí, deberemos hacerlo en todo
instante, aún estando con gente. La Observación de sí solo es “atención interior”. Cuando uno cree que está solo, "yoes" muy diferentes (aspectos de
uno mismo a los que también consideramos “yo”),
formas de imaginación diferentes, pensamientos diferentes, estados de ánimo
diferentes, suelen presentarse. Generalmente, no solemos estar “bien acompañados” cuando creemos estar
solos. Los "yoes" más
negativos y peligrosos se presentan cuando uno está solo. Tenemos “secretas canciones” que sólo acuden
cuando uno está solo, cuando sentimos que nadie nos observa. Por ello, debemos observar siempre. Nunca debemos
creer que nadie nos esté mirando porque la puerta está cerrada. Se suele
aprovechar la situación de sentirnos solos para dejarnos arrastras por nuestros
peores "yoes". Necesitamos
poner en práctica una nueva idea: ser responsables.
Creer que podemos
recogernos en nosotros mismos, sólo porque no hay nadie y así gozar de nuestra
“negativa charla interior”, es no
tener una idea exacta de lo que significa el Trabajo. Dejarnos llevar por esta “charla interior”, significa que carecemos de “sinceridad
interior” y el Trabajo nos exige,
ante todo, sinceridad interior, porque
es algo que está relacionado con nuestra Esencia.
En la vida, y
ante los demás, solemos “guardar las
apariencias”. Pero en el Trabajo
es imposible hacerlo, ya que éste se ocupa de lo que ocurre en nuestro interior,
de lo que ocurre en nuestros pensamientos y sentimientos. Por ello, este Trabajo interior puede cambiar nuestra
situación exterior. Pero no lo podremos hacer si no existe una gran sinceridad interior y si no observamos cuáles
son los "yoes" que, en nosotros,
están mintiendo o tergiversando las cosas. Puede que nuestro propósito sea el de
no ser negativos con alguna persona
a la que “guardamos cuentas”, pero
si estamos solos y dejamos que nuestros "yoes" negativos digan lo que les da la gana, y no hacemos
esfuerzo alguno para no identificamos
con ellos, entonces, nuestro Trabajo
no es sincero y estaremos arrojando a la basura todo el trabajo que hallamos
hecho antes.
Cuando
controlamos nuestros "yoes"
negativos en público, pero nos abandonamos a ellos cuando estamos a solas, ¿qué
creéis que estamos haciendo? Debemos tratar a la persona con la que estamos trabajando
internamente, con tanto cuidado o
más, con tanta conciencia en nuestros pensamientos y sentimientos, como, por
cortesía, creemos hacerlo exteriormente.
Si no somos incapaces de “ver” lo que
esto significa, entonces tampoco seremos capaces de ver lo que significa la Observación de sí. Más de una vez nos hemos dado
cuenta de que estamos tristes. La tristeza suele ser un hábito en el que nos
introducimos, inconscientemente, para escuchar alguna lejana y triste canción olvidada. Si nos dejamos
llevar, nos robará la energía.
Os cuento todo
esto para haceros comprender que todos estamos llenos de "secretas canciones interiores". El
Trabajo, a veces, habla de sacrificio, sacrificar algo para conseguir algo.
Ese algo que hemos de sacrificar es
nuestro “inútil sufrimiento”. Solemos
expresarlo en “canciones”, silenciosas
o no, en las que expresamos todas las extrañas y tristes relaciones que tenemos
con nosotros mismos, dejando que estas nos roben nuestra fuerza, algo de lo que
no nos damos cuento porque lo hemos convertido en un hábito.
Si somos muy
exigentes, nuestra consideración
interior se acrecienta, lo que nos llevará a sentirnos decepcionados y a
querer echar la culpa a alguien por nuestro estado de ánimo. Tener muchas
exigencias hace que nuestra vida se haga más difícil. Nada nos parece bien,
aquellos que nos rodean no son buena gente porque no nos tratan como creemos
que deben hacerlo, etc. Esto se encuentra muy lejos de lo que señala el Trabajo sobre que hemos de sentir, poco a poco, nuestra nadidad a través de la Observación de si.
Lo opuesto a la “consideración interna” es la “consideración externa”. La “consideración externa” es pensar en los demás como algo propio,
como algo que no es ajeno a nosotros mismos. Esto es lo que el Trabajo nos aconseja hacer. No debemos considerar internamente, no debemos
tener emociones negativas, pero sí que
debemos considerar externamente a
los demás, del mismo modo que debemos recordarnos a nosotros mismos, recordar el Ser que realmente somos.
Cuando nos
encontramos en un estado de consideración
interna, y este es nuestro estado habitual, en realidad, sólo estamos pensando en nosotros mismos.
Creemos que somos el centro del Universo. Hemos de comprender que no lo somos.
La consideración interna sólo nos proporciona
emociones negativas y, a medida que
éstas aumentan, nuestro carácter se vuelve más intratable. ¿Quién no conoce a
alguien a quien no se les puede decir nada porque enseguida comienza a hablarnos
de sus preocupaciones, de la vida tan dura que lleva, etc.? Podría decirse que,
espiritualmente, estas gentes están muertas.
Las emociones negativas contaminan casi
toda nuestra vida. Y lo hacen a través de la consideración interna, la cual es un aspecto de la identificación. No debemos creer que lo
opuesto a la consideración interna
es ser francos, optimistas y alegres. Esto no es consideración externa. Mientras la consideración externa se basa en nuestra relación sin prejuicios, sin intolerancia y sin violencia
con los demás, la consideración interior
se basa en la relación que tenemos con nosotros mismos respecto a los demás. La
consideración exterior es abrirse a
la gente con comprensión de sus necesidades y exigencias. Al considerar exteriormente, hacemos todo lo
necesario para hacer más llevadera la vida de las gentes a la vez que la
nuestra, pues exige de nosotros el conocimiento de nuestros prójimos,
comprender sus gustos, hábitos y manías y aceptarlos porque son un reflejo de
los nuestros. También nos exige un gran dominio de nosotros mismos.
Muchas veces,
por “mantener las formas”, no queremos
expresar o mostrar ante los demás lo que realmente pensamos o sentimos por
ellos. Otras, somos débiles y cederemos a la tentación de decirles nuestras “verdades”, esas “bárbaras y terribles verdades” que decía el poeta Blas de Otero en
uno de sus versos, para luego justificarnos diciendo que no nos gusta mentir ni
fingir, porque siempre somos sinceros. Simultáneamente, nos autoconvencemos de
que el otro es el culpable.
En esta
dinámica, se empieza bendiciendo y se terminar maldiciendo. Nos hacemos el
propósito de considerar exteriormente
a los demás, es decir, aceptándolos tan y como son y, luego, terminamos culpándolos
al aparecer la consideración interior.
Con lo cual, la consideración exterior
termina convirtiéndose en consideración
interior. Cuando recordamos quienes somos, aparece la “compresión” de que el “otro”
es tan hombre-máquina como yo y,
entonces, podremos ponernos en su lugar y seremos capaces de comprender y
sentir lo que nuestro prójimo piensa y siente. Si llegamos a hacerlo, nuestro Trabajo y el de los demás resultará más
fácil. Pero si nos acercamos al prójimo anteponiendo nuestras exigencias a las
suyas, no conseguiremos nada, excepto una nueva consideración interior.
Muchas veces
comprendemos que es necesario practicar una consideración exterior en la Vida, pero no comprendemos la necesidad de esta
misma consideración en el Trabajo.
Hasta imaginamos que, por el hecho
de estar trabajando internamente,
tenemos derecho a prescindir de los demás, como si no nos importaran, antes de
considerarlos iguales a nosotros. No olvidemos que nuestro éxito en el Trabajo, siempre es proporcional a la valoración
y comprensión que tengamos de él. No olvidemos tampoco que el Trabajo no comienza en el nivel inferior
de la vida ordinaria, sino que lo hace en un nivel más lato de consciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario