sábado, 11 de noviembre de 2017

La Singladura de Occidente 71

La Singladura de Occidente
Capítulo 71
Darwin y la Naturaleza (III)


Podríamos preguntarnos el porque llegó a triunfar la teoría de la “selección natural”. Tampoco debemos olvidar que uno de los mayores problemas que tuvo esta teoría fue sobre el tema de la herencia. Para que exista una “evolución” se necesita que las nuevas características de los individuos se transmitan a la generación siguiente. Así que el tema de la herencia pasó a constituir una de los mayores problemas de la selección natural.
(...)
Aunque se considera que la Genética comenzó con Mendel y su investigación con los guisantes (trabajo publicado en 1866), no fue hasta su redescubrimiento en 1900 por Hugo de Vries y otros, que las “Leyes de Mendel” comenzaron a ser consideradas. Hacia 1915 los principios básicos de la genética mendeliana ya habían sido aplicados a una gran variedad de organismos. Bajo el liderazgo de Thomas Hunt Morgan los genetistas desarrollaron la teoría cromosómica de la herencia, la cual fue aceptada en 1925. De forma paralela, algunos matemáticos desarrollaron el marco estadístico de la genética de poblaciones, y acercaron la genética a la evolución. Porque, ¿qué es lo que heredamos?
Para explicar esto, Darwin resucita la vieja teoría de la “Pangénesis”.
Fueron Anaságoras, Demócrito e Hipócrates los que defendieron dicha teoría. Según la cual, cada órgano y organización del cuerpo producían pequeños elementos llamados “gémulas” (es la parte del embrión de una planta de la que surge el tallo; la “yema” formada por gemación que origina el embrión de una planta). Estas, a través de la sangre, llegan a los gametos. Así que el individuo se organizaría a partir de la fusión de las gémulas de las células.
A partir de la publicación del “Origen de las Especies”, una grán números de “científicos” de la época se hicieron evolucionistas, aunque no terminaran por aceptar el mecanismos de la “selección natural” como motor evolutivo. Seguían pensando que la teoría de Lamarck no necesitaba tanto tiempo y tampoco necesitaba del azar. Para explicar que es lo que se hereda, Darwin “reinventa” la “Pangénesis”. Señala que las “gémulas” van a parar al torrente sanguíneo, y a través de él a los gamentos sexuales, a través los cuales se produce la herencia. Supongan que un chico practica halterofilia y, a causa de ello, sus músculos se desarrollan. Cada vez que un órganos se desarrolla por su uso se generan gémulas, lo cual haría que todos los desarrollos orgánicos que un organismo tenga en su vida, vayan a parar a sus células sexuales. Así que las gémulas de mis bíceps y pectorales las heredan mis hijos, los cuales serán unos “herculitos”.
Paradójicamente, al incluir la teoría de la pangénesis en tu teoría de la evolución, Darwin firmó la carta de defunción de su teoría sobre la selección natural, hasta que en pleno siglo XX, el neodarwinismo impuso la “teoría sintética”. Esta teoría integró la “teoría de la evolución de las especies por selección natural” de Darwin, la teoría genética de Mendel como base de la herencia, la mutación aleatoría como fuente de variación y la “genética de las poblaciones”. Sus principales promotores fueron Ronald Fisher, Haldane y Sewall Wright.
El hijo de Darwin, Sir Francis Darwin nos cuenta una pintoresca anécdota en la que se puede apreciar lo que su progenitor entendía por “pantogénesis”:
“La perra [una terrier blanca que se llamaba Polly] tenía en el lomo una marca resultado de una quemadura, donde el pelo le había crecido rojo en vez de blanco. Mi padre elogiaba con frecuencia aquel mechón de pelo porque estaba en concordancia con su teoría de la pangénsis. El padre de la perra era un bull terrier rojo, por lo tanto, el pelo rojo que apareció después de la quemadura demostraba la existencia de gémulas latentes de color rojo. Mi padre era deliciosamente cariñoso con Polly. Nunca se mostró impaciente por las muchas atenciones que la perra exigía, como que le abriese la puerta para entrar, o que la dejase asomarse a la ventana de porche para ladrar a la “gente mala”, un deber que se había impuesto y que le encantaba. Murió, o más bien dicho, tuvimos que matarla, pocos días después del fallecimiento de mi padre”
Al parecer, esta teoría de la “pángenesis” no gustó a los protectores de Darwin; incluso le increparon fuertemente. Estos “protectores” eran hombre poderosos, pues fueron ellos lo que impusieron el darwinismo (mejor sería decir, “su” darwinismo), en contra de la opinión de los científicos evolucionista de su época. Para conseguir sus fines, estos “hombre poderosos” fundaron el “Club X”.
El “Club X”, que funcionó en la Inglaterra victoriana, fue constituido por un reducido grupo elitista para apoyar las teorías de la “selección natural” y el “liberalismo” en cualquiera de sus ramas (académico, económicos, eugenésico, anglicanismo liberal…). Su fundador fue el naturalista Thomas H. Huxley, albuelo del autor de “Un mundo feliz”, Aldous Huxley. A Thomas le llamaron el “bulldog de Darwin”. Fue él quien acuñó el término “darwinismo” en 1860. El 3 de noviembre de 1864, Thomas Huxley convocó a nueve influyentes hombre, en el Westminster Journal, a una primera cita del Club X. Algunos de estos influyentes personajes eran Herbert Spencer, el intelectual y naturalista más famoso de su época; William Spottiswoode, matemático y físico, director de la Royal Society entre 1878 y 1883.
Un objetivo clave del Club X era reformar la Royal Sieciety con el objetivo de profesionalizar la Ciencia; y John Tyndal, físico conocido por su estudio sobre los coloides y descubridor del llamado “Efecto Tyndal”. Estos personajes se hicieron con el poder de prestigiosas revistas científicas de la época y fundaron la revista “Nature” cuya finalidad era controlar la información científica. En la última década del S. XIX, tras la muerte de varios de sus fundadores, en Club X entro en decadencia y terminó por desaparecer, no así sus pretensiones que ya se habían generalizado.
En la actualidad, la biología se encuentra en una profunda crisis, pues la teoría darwinista de la evolución no puede explicar los complejos procesos que constituyen la transformación de las especies. Desde hace ya algunos años, son más los científicos que nos previenen sobre las mentiras del paradigma dominante, así como las consecuencias que arrastra el estudio de la naturaleza con una base teórica tan débil. Recordar de nuevo que el paradigma darwinista tuvo su origen en las teorías del libre mercado y en los conceptos de Malthus y Spencer. A partir de esos comienzos, la naturaleza fue explicada con preconceptos de las teorías del mercado. Algunos investigadores (Emiliano J. Salvucci, doctor en microbiología) señalan que:
“…es un error igualar los términos evolución y darwinismo: la evolución es un hecho comprobado, en tanto que el darwinismo es una teoría que pretende explicar la evolución, basándose en la selección natural, un mecanismo vagamente definido cuyo origen se remonta a la práctica de los ganaderos y criadores que seleccionaban características anormales en función de sus intereses.
(…)
Las pruebas evolutivas aportadas por la ontogenia, las aportadas por el registro fósil, los homeoboxes, las novedades morfológicas, la transferencia horizontal, la integración de genomas, la presencia en alto porcentaje de genes bacterianos y virales en los genomas eucariotas, la respuesta al ambiente y los fenómenos epigenéticos, los sistema autoorganizados, son algunos de los aspectos que conforman el cúmulo de conocimientos que no pueden ser explicados por la teoría de la competencia, la selección natural, las mutaciones puntuales y el azar darwinistas. Los continuos descubrimientos confirman que la complejidad de la naturaleza y un proceso tan complejo como es la evolución no pueden explicarse por un mecanismo tan simple como lo es la selección natural.”
Este biólogo habla incluso de un “secuestro de la biología”. Una presunta “explicación científica” habría sido utilizada por el “mercado capitalista” (liberal y neoliberal) para justificar la explotación que los países ricos de Occidente han ejercido y ejercen sobre los países “periféricos” o “subdesarrollados”. La “selección natural” constituía la perfecta justificación para su depravado latrocinio y su depredación. Aquí habría que incluir también, el pillaje y la devastación que Occidente ha llevado a cabo (y lleva aún) sobre la propia Naturaleza y el planeta en que vivimos. Como dice Salvucci, “el darwinismo fue la más extraordinaria estrategia  de marketing del capitalismo”.
Aún nos queda por ver las relaciones que ha tenido el darwinismo con la eugenesia. Será en el próximo artículo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario