<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 16/01/1994>
<PAGINA>: LA OTRA PALABRA
<TITULO>: El Círculo Humano de Consciencia.
<SUBTITULO>: Un centro necesario para un nuevo mundo.
<AUTOR>: Alfiar
<SUMARIO>: Hay una puerta. Se abre desde dentro. Luego tienes que tirar de ella hacia ti y echarte a un lado para entrar.
<CUERPO DEL TEXTO>:
Dice la Geometría
que un círculo es una superficie y que la circunferencia es la línea que
contiene a ese círculo. En su origen, todo círculo comienza siendo un punto,
que a su vez es un centro. Después, otros puntos se agregan y la superficie
crece. El círculo se ensancha, se expande y forma un tejido circular: el tejido
de un círculo humano.
(...)
Imaginen un punto que quiere expresar un pensamiento. Se constituye en
un centro. Entonces, otros puntos acuden atraídos por ese pensamiento, por ese
centro. Así el punto se convierte en una superficie: un círculo humano que
tiene la posibilidad de que si se mantiene en una actividad común, llegue a
hacerse consciente de si mismo.
Al principio son pocos los puntos que forman el círculo. Poco a poco,
esos puntos se desarrollan internamente
y forman un centro mayor integrado por varios puntos conscientes. Este nuevo
centro se hace magnético, y por la
Ley de Afinidad, atrae hacia si a otros puntos de las mismas
características. El círculo crece. En su crecimiento puede llegar a unirse a
otros círculos que también crecen...
Al principio los puntos se miran con desconfianza; aún no saben bien
como han ido a parar allí; además, se resisten a integrarse en un todo más
amplio; la inercia de su individualidad pesa sobre ellos; por otro lado,
sienten que "algo" les ha unido,
aunque no sepan muy bien qué.
Imaginemos un diálogo entre esos puntos.
- Hermano -pregunta uno de
ellos-, ¿qué hay entre nosotros?
- Un secreto -responde
otro.
- ¿Qué secreto? -Interroga
alguien.
- Hay una Puerta -aclara un
punto que sabía algunas cosas-, pero está
cerrada. Dicen que esa puerta se abre desde dentro y que luego tienes que tirar
de ella hacia ti y hacerte a un lado para entrar.
- ¡Hacerse a un lado para
entrar! ¿Cómo puede hacerse eso? Parece una paradoja -exclama otro punto.
- No -dice el punto que
sabía algo-. No es una paradoja. Es una
INICIACIÓN.
- ¿Y dónde está la Puerta?
- Hay que buscarla.
Es largo el camino que conduce a la Puerta. Al principio
uno no sabe donde buscar, aunque si se busca con decisión, entrega, sacrificio,
tesón y voluntad, cuando realmente se quiere encontrar, aparecen señales que
indican el camino; un camino iniciático, como el que relata Herman Hesse en su
novela "Viaje a Oriente".
Hay una Puerta y es difícil abrirla. Tiene tres cerraduras y las
llaves deben ser encontradas dentro de uno mismo. Se abre desde dentro. La primera llave se llama "Mata toda duda", la segunda tiene por
nombre "No temas" y la tercera "Olvídate de ti mismo". Luego, la Puerta que da acceso al
Círculo Humano de Consciencia comienza a abrirse desde dentro, aunque una parte
de nosotros se queda fuera y se hace a un lado, para que otra parte de
nosotros, que ya no es del mundo, de las cosas, de los seres, de la sociedad,
de la política, de la religión..., pueda pasar. Porque nada ni nadie puede
apresar lo divino que hay en el hombre.
Traspasada la Puerta,
no hay nada que enseñar, ningún catecismo que vender. Se sabe que la Voluntad se expresa a
través de uno; se sabe por qué se está aquí. Saber por qué se está aquí es el
primer paso. Se sufren derrotas. Se es arrollado y desfigurado muchas veces. Es
duro. El espíritu se apaga. Se siente el deseo de abandonar. Se sabe lo que es
hibernar entre las ruinas. Pero la carne y la sangre se reponen, el espíritu
vuelve a inflamarse y el combate continua.
Al final no queda mucho. Si se mira el equipaje se le encuentra
escaso. Cada uno hace su balance y muchos se deprimen e intentan que los demás
compartan su depresión. Dicen:
- ¡Hermano, lloremos por este triste destino común!
Pero, ¿por qué renunciar? Es todo lo que se tiene: tres llaves para
abrir una Puerta. Poca cosa. Pero hay que arreglarse con ello. Nadie te debe
nada y el que tampoco se gana nada no quiere decir que no haya nada que ganar.
Los Grandes Maestros de la Humanidad nos dejaron las palabras, pero no son
las palabras las que nos describen el otro lado de la Puerta. Más allá del
diálogo de las palabras hay otro diálogo, de aguas profundas, y este es el que
importa y este es el que hay que entender para deslizarse hacia un centro y ser
atraídos por el Círculo Humano de Consciencia.
La Consciencia de éste Círculo es la
consciencia del Amor. El problema es que el camino del Amor es un camino que
espanta. Hay que cruzar un laberinto en que tiene su reino el Señor de los
Goblinz. Freud, Jung y otros destaparon las compuertas que llevan al laberinto.
Pero ni los mitos, ni los magos, cabalistas y alquimistas, acuñaron sus
símbolos con el objeto de hacer psicología analítica, sino por pura magia
estremecida.
Hay muchos que dicen que para entrar en el mundo espiritual hay que
dejar de pensar, abandonar la inteligencia y volverse "sencillos".
Pero sencillo no quiere decir tonto. ¿Qué es una vida espiritual?. Alguien lo
definió como el conjunto de las
conductas poéticas y heroicas del alma. Son estas conductas las que nos
llevan a comprender que existen realidades desconocidas para el hombre dormido.
No importa el medio a través del cual se comprenda: el gurú hindú, la poesía
comprometida, las ecuaciones diferenciales o la mecánica cuántica. Esa
comprensión no nos lleva a renunciar al mundo y al esfuerzo. Si bastara
sentarse en cuclillas para alcanzar el Saber Supremo, todas las ranas serían
Budas. Se quiere suprimir la inteligencia. Hace falta toda la inteligencia del
mundo para llegar a ser un Buda. También todo la Compasión y el Amor.
¿Sabéis lo que es la inteligencia? Aquello que sucede cuando nada
impide que la inteligencia funcione. Y lo que sucede es que el Espíritu se hace
acto creador en el hombre. Se convierte en magia. Se necesita mucha
inteligencia para que el Amor no nos espante, para comprenderlo. Su ley aún no
ha sido comprendida. Aún no somos lo bastante inteligentes.
Para amar hay, primero, que ser capaces de amar. Ser capaces de amar
está antes que amar. ¿Cómo se puede ser capaz? El conocimiento de este hecho es
lo que hemos perdido. Sería injusto que Dios pidiese al hombre lo que éste no
puede dar. Este Conocimiento ha sido dado al hombre, no una, sino muchas veces,
y es continuamente renovado y ampliado. Sólo que el hombre es un ser insensato
que rechaza este conocimiento. Las iglesias a las que el hombre sigue le fueron
robando al hombre su inteligencia, obligándole a padecer una ceguera mental que
atrofió por mucho tiempo su capacidad de comprender, le empujaron a crecer en
un Dios que aborrecía la inteligencia y así Dios y el Amor se hicieron ininteligibles
para el hombre.
Cuando la Palabra
se separa de las iglesias se convierte en acto mágico para el hombre consciente
que se ha hecho capaz de amar. Hay
que ser capaz de amar para conocerse así mismo, para comprender la realidad de
los demás, para conocer nuestro origen, evolución y destino, para que la Ley de Amor se exprese por
nosotros, para hacer de este planeta un mundo humano... ¡Aún no somos lo
suficientemente inteligentes!
Como se quiere renunciar a la inteligencia, se pretende hacer tabla rasa
con el pasado. Una vida nueva no se basa en la destrucción de las anteriores,
sino en su reconocimiento, en su comprensión. Comprender que no estamos en
guerra con nosotros mismos, comprender lo que significa amarnos a nosotros
mismos para hacer de nosotros mismos seres conscientes, miembros de ese Círculo
Humano de Consciencia desde el que se pueda humanizar la Tierra.
Cualquiera que sea nuestra decisión, resta saber con que medios y
energías contamos para ello. Aunque la decisión sea nuestra, cambiar la
dirección de nuestra vida no es algo que pueda hacerse con los individuales
recursos de cada uno. Un grupo es necesario. Un grupo unido entre si por la Ley de Afinidad. Un Círculo
Humano de Consciencia.
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