domingo, 6 de agosto de 2017

La Enseñanza Esotérica 0

LA ENSEÑANZA ESOTÉRICA
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Después de la “Iniciación” a un grupo de personas al primer nivel en una Orden Iniciática, en su primera “reunión interior”, decidí comentar algunos de los significados del “ritual” de “apertura” a las sesiones de “trabajo interior”.
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Mostrar de qué trata el “Trabajo” de las Órdenes Iniciáticas. Merecen nuestro respeto. Por miles de años fueron la única fuente de Conocimiento. Y, a pesar de los errores y de las equivocaciones que pudieran haber cometido a lo lago del tiempo, no merecen ser denigradas por aquellos cuyo nivel de conciencia no sobrepasa el nivel de su ambición de riqueza y poder, o el nivel de su ignorancia. Si fueron vilipendiadas y perseguidas, y sus miembros masacrados en la mayor parte de sus historias, no lo fueron porque fueran “diabólicas”, sino porque enseñaban a pensar por uno mismo y, esto, pensar por uno mismo, no ha sido nunca del agrado de los que ostentan, en cada época, los poderes políticos, religiosos o del cualquier otra índole, que desean controlar la “matriz social”. Nadie debía salir del rebaño, un rebaño que debía obedecer sin rechistar las verdades por ellos proporcionadas. Aún sigue pasando, para desgracia del ser humano.
Así que aquí les ofrezco las palabras y explicaciones que di a mis nuevos “alumnos”, en su primera clase, después de su primera Iniciación. Por otra parte, rituales como este y pertenecientes a Sociedades Esotéricas”, desaparecidas o no, pueden encontrarlos el las librerías y en Internet. No estoy violando ningún “secreto”.
<<Acabamos de celebrar un “ritual de apertura” y me han visto dar seis golpes, en una secuencia de dos seguidos cada vez, con este mazo; también han visto que, en respuesta, cuatro de los oficiales de este “templo” han respondido al unísono con un solo golpe de sus bastones. Esos bastones son nuestro soporte en nuestro peregrinar. Así que se han dado siete golpes, siete sonidos, siete vibraciones. Lo que este número significa lo veremos ahora más adelante cuando comentemos las palabras del Hermano Iniciado. Solo señalaré que estos siete golpes nos anuncian la hora en la que vamos a iniciar nuestros trabajos.
Porque este “trabajo” tiene un tiempo y una hora para comenzar. Escuchemos de nuevo las palabras que yo pronuncié hace un rato al abrir el ritual:
El Este místico está iluminado. El Sol que da la vida se está elevando, la Luz del mundo astral aparecerá pronto. Por lo tanto, Hermanos de la Heptada… de la Orden…, ayúdenme a preparar este Templo, para que así llene las condiciones materiales requeridas para un verdadero templo. Honorable Hermano Orador, ¿ves que nuestro lugar de reunió se encuentra adecuadamente protegido?
Estas palabras nos indican el “tiempo” en que momento estamos, aquí, en el interior de este templo, que simboliza nuestro propio templo interior (que es donde realmente deberíamos estar); es el tiempo de nuestro despertar a un nuevo mundo de Luz y Conocimiento. Es el tiempo en que “amanece”. Este nuevo Sol -ustedes ya lo llaman su Sol Interior- también surgirá, como el físico, por el Este, un “Este Interior”. De momento, de este Sol, solos contemplamos la Aurora. Por ello: “El Este Místico está iluminado”; “El Sol que da la Vida se está elevando”; “la Luz… aparecerá pronto”.
A esa Luz, la Tradición la ha llamado “Luz Astral”, porque no es la luz física, sino una luz más sutil que vibra con una intensidad y una dimensión más elevada y, por ello, nuestros ojos físicos no la pueden ver. Es esta Luz la que “aparecerá pronto”, y lo hará porque la voluntad y la conciencia de cada uno ha decidido “despertar” a esa Luz, a esta nueva conciencia. Es para ese “despertar” por lo que es necesario prepararse.
Me habéis escuchado pedir ayuda para que este templo, “reúna las condiciones materiales necesarias para que sea un verdadero templo”. Este templo es solo la imagen de nuestro cuerpo; su organización es la del Árbol de la Vida, por lo que nuestro cuerpo, no es solo nuestro cuerpo físico, es también nuestro cuerpo emocional y nuestro cuerpo mental; y los tres cuerpos han de trabajar conjuntamente y en equilibrio, para permitir que el Sol aparezca. La totalidad de nuestro cuerpo se encuentra inmerso en un “mundo pro-fano” que, supuestamente, ha quedado ahí fuera, al otro lado de la puerta que guarda la Hermana Centinela; porque tanto nuestros cuerpos, como los que deambulan por ahí fuera, aún no se han enterado de que ese templo que somos, también es la morada del Espíritu (sea lo que esto fuere). De momento pensemos que esa palabra, “Espíritu”, solo es símbolo de algo que desconocemos, pero que podemos llegar a conocer. Por ello nos encontramos aquí. La preparación de ese cuerpo-templo puede llevarnos toda una vida, o muchas vidas son necesarias para estar preparado y reunir las condiciones necesarias para convertirse en un verdadero templo. Sin embargo, en algún momento, hay que empezar; y, si ya lo hemos hecho antes, pronto lo recordaremos.
Esta preparación comienza en el nivel de la mente, la sede de nuestros pensamientos. Debemos pensar los pensamientos adecuados, concentrarnos en ellos hasta que ningún otro pensamiento nos distraiga, ya que esos pensamientos nos proveerán de la energía armónica necesaria para conectar con los reinos o las dimensiones más sutiles, con los reinos de la Luz Astral, esa que “aparecerá pronto”. ¿Cuándo? El “tiempo” será diferente para cada uno. Nuestro “Templo” tiene que vibrar en sintonía y en una frecuencia adecuada; solo entonces nuestros “cuerpos” se convertirán en el auténtico receptáculo del Espíritu.
Esta “hora”, este momento, es muy importante para nuestros trabajo. Recordarán que hace un momento le he pedido al Hermano Orador que viera “si el templo está debidamente protegido”. ¿Protegido con qué? Protegido con nuestro incremento de vibración. Si esta aumenta, nuestra propia energía se convierte en “Luz Astral” envolviéndonos. Y para averiguar si esto es así, el hermano Orador, se ha dirigido al Hermano Centinela, quién guarda la entrada de nuestro templo, para que nada del mundo exterior, del mundo profano, entre en este lugar donde el Espíritu se prepara para aparecer. ¿Protegido de qué? Protegido de las influencias del “mundo profano”, de la ambición, de los deseos de poder…
Observaron que, como respuesta a mi pregunta, el Hermano Orador dio un golpe y el Hermano Centinela dio seis golpes, en tres veces, en una doble cadencia cada vez. Volvemos a tener los siete golpes, aunque esta vez invertidos. Son el sonido de lo no maniatados, de los que los anteriores eran el reflejo manifestado. Aún sigue siendo la hora del “despertar”. Se supone que “Yo”, como “Maestro”, lo hice cuando lleve a cabo la aclamación con la que abrí el ritual; ahora, el Guardián de nuestro “Templo”, nos asegura que, en efecto, esta es la “hora”, porque ya nada fuera de nosotros mismos podrá mantenernos dormidos. Los golpes que yo dí como “maestro” (solo un símbolo de nuestro Maestro Interior) surgieron de lo más profundo de nosotros; podríamos decir que “descendieron” al mundo profano. Y, ahora, nuestro mundo profano responde, en respuesta a esa llamada; por ello, el hermano Centinela, nos asegura que: por haber alcanzado la vibración necesaria, nuestro templo se encuentra protegido; es decir, nuestra interioridad ya no se ve afectada por las influencias exteriores, pues su incremento de vibración es su propia protección. De ahí que nos asegure que se encuentra debidamente protegido. No hubiésemos podido escuchar la llamada del “Maestro” (“Interior”) si nuestra vibración interna no hubiera sido la adecuada. La Voz del Guardián, el “Guardián del Umbral”, nos transmite el sonido del Maestro que reside en nuestra profundidad; él guarda el paso entre los dos mundos, y su voz nos llega a través del Hermano Orador que representa a esa “Voz Interior”. Es la voz de la vibración alcanzada, la voz interna del que está comenzando a “despertar”.
Sus seis golpes y los seis de cada uno de los otros Oficiales (Hermano Desconocido, Hermano Asociado y Hermano Iniciado) que suman 18 golpes, más uno del Maestro, suman 25 golpes. (6+18+1 = 25), (2+5 = 7), con lo que se regresa al siete inicial. Simbolizan un “eco”: siete ha sido la llamada y siete es la respuesta. Consideren ahora que un golpe es una vibración, un sonido. ¿Cuál es la música que los diferentes golpes han emitido indicando un movimiento? ¿Qué es ese movimiento?
Es el movimiento del “despertar”, el movimiento que reproduce los siete días de la Creación, y la séptima hora y el séptimo día que nos transporta a la décima emanación del Árbol de la Vida, representada por Makuth, el Reino Inferior, donde nos encontramos; por lo que es aquí donde debe comenzarse este “trabajo” que nos lleve de nuevo a un origen representado por Kether, la Unidad.
Al escuchar esa melodía, se alcanzan dos propósitos: por un lado, invocamos a los seres que habitan en los mundos o dimensiones espirituales que protegen nuestros trabajos y guían nuestros esfuerzos; por otro, se activan aquellos “centros” (chakras), simbolizados por los Oficiales de la Heptada, que se encuentran “entonados” (que dan el tono, la vibración) dentro de nosotros y se hacen receptivos a sus influencias. Y no olviden que, esos “Centros”, también representan etapas, o planos, o dimensiones de conciencia, en donde habitan esos seres.
Una vez que nuestra vibración ha alcanzado su tono, una vez que nuestros Centros vibran en la frecuencia adecuada para poder conectar con esos “centros” o dimensiones más sutiles, se produce el contacto. Es lo que manifiestan mis palabras:
Manifestación visible del Centro invisible de Luz y Vida. El Sol a nadie rehúsa su influencia astral, y cada ser creado recibe un rayo de su Divina Sustancia. Fiat Lux.”
Como todas las palabras de un ritual, estas son simbólicas, pero hacen referencia a que aquello que podamos sentir o percibir es una consecuencia de nuestro “entonamiento”; es la manifestación visible de un Sol Invisible, que es el verdadero centro de Vida y Luz; y que su influencia astral está siempre presente en todo nosotros sin excepción.
Sinteticemos la idea: la “hora” del Trabajo es la “hora del despertar” (la séptima); la hora en la que el Este (lugar por donde nace el Sol) se está iluminando; pero también es la hora en la cual el Logos Solar invisible, el Verdadero Centro de Vida y Luz, se manifiesta a través del Sol visible. Y que esa manifestación de Luz, emitida desde otro plano o dimensión, se encuentra presente en todos nosotros, en cualquier ser, porque cada ser es un rayo de ese Sol. Esto quiere simbolizar que nuestra “esencia” es la misma que la de el Sol. El Sol, como centro de Luz y Vida, emana de si nuestra vida física y la vida de la esencia que hay en nosotros. En el Árbol de la Vida, este Sol está simbolizado por Tiphereth, el Centro número seis y que también representa nuestro chakra Corazón. Este Sol vivifica a la Naturaleza y al Hombre. El Centro origen de la Luz es Kether, y nos alcanza a través de Tiphereth, el Logo Solar manifestándose como Amor.
Se hace evidente entonces lo que dice el ritual: el Sol, tanto interno como externo, refleja la Vida, el Amor, la Luz hacia todo lo que constituye su cuerpo de manifestación, sustentándonos físicamente (a la vida de los planetas del sistema solar y a los seres que los habitan) y astralmente (a la vida de las chispas de esencia que emanó de sí y que somos nosotros). Por ello dice el ritual que no es solamente un “centro visible”, sino que también es un “centro invisible” de Luz y Vida, Luz hacia las Nueve Dimensiones de su cuerpo, y Vida para todos los seres que pueblan esas dimensiones.
Cuando yo, como maestro, que se supone que conozco las “Leyes de Creación” o de las “Tres Fuerzas”, encendí el incienso, me dispuse a realizar un “acto mágico”. Impregné de un “perfume espiritual” el interior del templo, para que ese perfume alcanzase, como ofrenda, la recepción de la Luz. Luego pronuncié las “palabras mágicas”, las palabras de poder, que permitirían que se manifestase la verdadera Luz que ha surgido de tres Luces diferentes, las cuales se manifiestan en nosotros como la Sabiduría, la Fortaleza y la Belleza del G.A.U. (Gran Arquitecto del Universo), que es quien “preside este templo particular que hemos levantado para su gloria”. Cuando las tres fuerzas han sido pronunciadas e invocadas (corresponden a los tres centros superiores del Árbol de la Vida), surge la Luz, “Fiat Lux”. Podríamos decir que como consecuencia de nuestro “entonamiento”, nuestro “Maestro Interior”, el Yo Solar, a través de su Luz, ha obrado en nosotros un acto mágico, el de nuestra “iluminación”. También podríamos decir: el de nuestra “comprensión”.
Luego, el “maestro”, que se ha convertido en su propio Maestro, traza en el aire, en dirección al Hermano Desconocido, el signo del pentagrama. Y, en respuesta, al ser reconocido como un igual entre iguales, es saludado por todos los Centros, simbolizados por los Oficiales, y por todo lo que hay en el interior de esos Centros y que vosotros los neófitos representáis. Luego, abrí el Evangelio de San Juan (el más misterioso y simbólico de todos los evangelios), cuyo contenido integra la enseñanza del Amor emanado por el Logos.
Puesto que solo nos encontramos al comienzo de nuestro “trabajo Interior de reintegración a la Unidad”; puesto que solo estamos comenzando a “despertar”, la Luz y la Vida que nos llega es aún muy pequeña. Es solo el resplandor de un “amanecer”. Por ello, necesitamos la ayuda de aquellos que ya han despertado. Esta es la ayuda que yo le pedí al Hermano Desconocido que invocara (la explicación de por que es el hermano Desconocido quien realiza la invocación la comprenderán cuando lleguen al Tercer Grado o Grado Superior). Recuerden las palabras que en el ritual de apertura dirigí al Hermano Desconocido:
Honorable Hermano Desconocido, ¿podemos unir nuestro Templo particular con los poderes invisibles y visibles de nuestra venerada Orden?
Le pregunto a él porque, éste, como se os dijo en la Iniciación de este Primer Grado llamado Asociado, ha transformado su personalidad profana en “esencia”. Para las personalidades corrientes, ha pasado a ser un “desconocido”, la proyección de su personalidad ya no se centra en la realidad visible, sino en la realidad interna e invisible, por ello él sabe si se podrá unir nuestro templo particular con dicha realidad invisible. Por ello, él me contestó:
Si. Muy Honorable Maestro, podemos invocar a los Hermanos Secretos de nuestra Cadena Astral, si los corazones de nuestros hermanos presentes se encuentra animados por aspiraciones puras.”
En efecto, la unión con esta realidad invisible se realiza a través de una “invocación”, un deseo de unión con aquellos que nos precedieron y que se encuentra vinculados a nosotros a través de una cadena de energía astral. ¿Cuál es nuestra cadena astral? Podríais preguntaros. La de nuestra Iniciación, cadena que es simbolizada por el “cordón” que en vuestra Iniciación se os colocó sujetando vuestra túnica por la cintura.
Este cordón te une a tu iniciador, como él quedó encadenado a la Luz de donde viene toda Iniciación y toda Luz.
Pero esta vinculación al “Poder” que se invoca solo es posible:
si los corazones de los presentes están animados por aspiraciones puras.”
Se insiste en la condición de nuestra energía interna, en su mayor intensidad vibratoria, para poder establecer esta unión y que lleva a cabo el ritual. Fue entonces cuando pedí al Hermano Orador, que simboliza la Voz Interior, que invocara la influencia de los Maestros de nuestra Orden. Y, entonces, la Voz Interior nos dijo que nos pusiéramos de pie. Es decir, que “enderezáramos” nuestra actitud, que ésta tuviera un talante de “atención”; dicho de otra manera, que despertáramos, que nos hiciéramos concientes. Y como muestra que esa “actitud” se ha llevado a cabo, nos pidió que pusiéramos nuestra mano izquierda sobre nuestro corazón. Solo entonces llevó a cabo la invocación:
Oh, Maestro del Pasado, que han conocido la Luz secreta y han participado en sus actividades: vengan, vivifiquen y protejan con sus influencias astrales el templo que dedicamos perpetuamente a la gloria de ese que no puede ser nombrado y que está simbolizado por el Gran Arquitecto del Universo.”
Se “ruega”, se “apela”, a los Maestros del pasado y se les pide que acudan a vivificar y proteges nuestro templo particular; es decir, nuestra Totalidad: física, psíquica y espiritual, para que el “templo” que somos vibre con la frecuencia necesaria y pueda convertirse en el auténtico receptáculo de nuestro verdadero Ser. Y si todo se ha hecho bien, y nuestros corazones han vibrado en la frecuencia adecuada, si la afluencia de eso que simbólicamente hemos llamado “poderes visibles e invisibles” se ha manifestado, entonces: “Fiat Lux”. Son las palabras con las que el Hermano Asociado anunció dicha manifestación.
Entonces, y solo entonces, encendí las tres velas de este candelabro de tres brazos que hay sobre mi mesa, que representan las tres fuerzas que emanan de nuestro Maestro Interior, su Luz Interior.
Y también encendí esa otra vela que se encuentra detrás de esa silla vacía, y que simboliza la Luz de los Maestros Invisibles, indicando con ello que la unión ha quedado efectuada y la cadena (el vínculo) ha quedado cerrada.
Fue en ese momento cuando el Hermano Iniciado nos anunció el “tiempo” en el que nos encontrábamos, nos lo dijo de viva voz, porque ahora es algo que sabemos concientemente:
La séptima hora ha golpeado el dial misterioso del Hombre Sabio… Fiat Lux.”
Ahora sabemos que aquellos primeros siete golpes que di con mi mazo y dieron mis oficiales, nos indicaban que la Hora del nuestro Despertar, la séptima hora, había sonado.
¿A qué se refiere esta séptima hora?
En el Árbol de la Vida, Malkuth, nuestro mundo material, fue emanado en el séptimo día de la Creación, según relata el mito del Génesis. Simboliza nuestra Tierra y nuestro cuerpo físico, la “tierra humana”. Representa también el punto más bajo e inferior, el “ínferos” o Infierno, al que la Esencia ha descendido. Y es en este punto donde comenzamos nuestro retorno, donde damos inicio a nuestra jornada de regreso a la Unidad.
Estamos en el “Día” y la “Hora” en que debemos “despertar” y ponernos en movimiento, pues “el Sol se está elevando”, y debemos ascender con él. En realidad, el séptimo día, la séptima hora, significan el momento en que hemos de emprender nuestro “trabajo personal”.
La Creación, según el mito, duró seis días, y en el séptimo todo estaba ya creado; entonces nos quedamos solos, con nuestro esfuerzos y trabajos, a fin de conocer en que consistía esta realidad material, el fin extremo de todo lo posible. Pero la densidad de la materia nos afectó, y perdimos la memoria, nuestra tarea ahora es recuperarla, “despertar”, para iniciar el regreso de nuestro viaje.
Así pues, este es el momento en que nos encontramos, y ha llegado nuestra hora de regresar; aunque primero hemos de despertar, recordar quienes somos. Y, para ello, pretendemos vincularnos a la cadena de aquellos seres que ya comenzaron su regreso y que van delante nuestro. Esotéricamente, esa cadena constituye un “círculo mágico”, por el que circula la energía de todos los Centros y planos que se unifican con la Luz emanada desde el centro de nuestro templo particular.
Todo se encuentra a punto para aquello que proclamó el Hermano Iniciado:
para elevar nuestros corazones, nuestros pensamientos y nuestro trabajo en presencia de los Maestros Invisibles.”
Pero que se han hecho presentes, gracias a la preparación que hemos llevado a cabo en nuestro templo.
En ese momento dije:
la reunión de la Heptada… queda en sesión.”
La Heptada. Los siete Centros o Chakras que nos constituyen, “quedan en sesión”. Unificados y armonizados, van a tratar de aquellos asuntos que atañen al “trabajo” de la “reintegración”. Durante el tiempo de ese Trabajo permanecemos hermanados, formando una sola alma y un solo cuerpo, integrado por un grupo de células individualizadas, pero con conciencia de sí. Nuestro Trabajo ha sido individual y colectivo, aunque aún queda mucho trabajo por hacer, para que el colectivo de la Humanidad se constituya en una Unidad que pueda nacer a la autoconciencia. El problema es que la conciencia de las células individuales que la constituyen es aún muy pequeña. De ahí que, como maestro, yo haya dicho:
Ninguno de nosotros está exento de multiplicar los esfuerzos individuales que debemos rendir, día tras día, para ser más meritorios de los privilegio que es dispensador esta Orden.”
Nuestro Trabajo es el solitario “esfuerzo individual” en lo colectivo. Trabajamos entre todos y para todos, pero solos y en nosotros mismos. El desarrollo de la autoconciencia es un trabajo personal, no colectivo, y esto es algo que hemos de hacer cada día y sin rendirnos. Para poder llevar a cabo este Trabajo es por lo que nos entregaron, en la Iniciación a este Primer Grado, una serie de herramientas de trabajo; pero, para poder usarlas concientemente, hemos de dedicar un tiempo a conocerlas en todo lo que valen; luego, hemos de aprender a usarlas; usarlas en el conocimiento de las nuevas ideas y las nuevas leyes por las que se rige el Universo, y que seres más conscientes de la Orden … (si los encuentran), pondrán en nuestras manos. Aquí también, se nos explicará como usarlas. Y podrán opinar y plantear dudas y cuestiones. Esta discusión es uno de los fines de reunirnos, pues a través de ella aprenderán a controlar sus personalidades individuales y por lo que, para ello, se les entregaron las herramientas a las que antes he aludido. Luego, cuando salgan de aquí, y no olviden nunca que se encuentra dentro de su propia interioridad, y vuelvan al mundo profano, podrán seguir usando esas herramientas en su vida diaria a fin de continuar “puliendo” sus personalidades. Es así como vamos construyendo, o creado, nuestra Personalidad-Esencia.
Para poder llevar a cabo este trabajo necesitamos saber el por qué, el para qué, y el cuál es nuestro lugar; el dónde y el cómo… Y no existe una respuesta común para todos, cada cual debe encontrar la suya, cada uno debe acceder a la suya, pensando por si mismo y desde sí mismo. También necesitamos saber lo que somos en nuestra interioridad, para ello se nos proporciona una “enseñanza esotérica”, es decir, “interior”, de cómo estamos constituidos interiormente, más allá de la biología; hemos de familiarizarnos con ella, con las nuevas ideas que nos transmiten; ello nos ayudará a equilibrar nuestro Centros que ahora se encuentran dispersos. Este nuevo conocimiento nos facilitará la “comprensión” de nuestra realidad. Una vez que la “Enseñanza” ha sido impartida por el maestro de grado, éste pone fin al Trabajo, y cierra el templo, imagen externa de nuestro Templo Interior. Esa puerta debe permanecer cerrada cada vez que ustedes entre o salgan de sus propios templos, así que no olviden cerrarla. Luego, se vuelve al mundo exterior, desandando nuestros mismos pasos. Ahora ya sabemos lo que hacer en cada momento, ante cada evento que nos traiga la vida diaria. Ahí fuera es donde hemos de llevar a cabo nuestro gran Trabajo de Reintegración.>>

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