domingo, 2 de julio de 2017

La Singladura de Occidente 65

La Singladura de Occidente
Capítulo 65
Cuando eliminemos las fronteras
 
Ken Wilber en el último capítulo de su libro “Después del Edén”, nos presenta una imagen que día a día podemos presenciar en la vida política. Es sobre las respuestas que la sociedad da al tema del sufrimiento humano: “los liberales tienden a creer en la causación objetiva, mientras que los conservadores creen en la causación subjetiva”.
(...)

Es decir, que desde el punto de vista liberal, la responsabilidad del sufrimiento del ser humano recae en las instituciones sociales “objetivas” (si un hombre es indigente, el culpable es la sociedad que le oprime); mientras que desde el punto de vista conservador la culpa se debe a valores “subjetivos” (todo hombre que se encuentra en la pobreza es porque es un holgazán y un indolente). Así que el liberal enfrenta el problema procurando algún tipo de intervención social objetiva (los derechos sociales), introduciendo reformas en las instituciones sociales y procurando un mejor reparto de la riqueza, a fin de conseguir una mayor igualdad entre los seres humanos. Por su parte, el conservador, recomienda inculcar los valores familiares, y exige a los individuos que se hagan responsables de sus acciones a la vez que intenta endurecer las normas morales y los castigos para los que no cumplan con las normas; exige una ética en el trabajo pensando más en el beneficio del empresario, ayudado de incentivos, para cuyo logro promueve competitividad y enfrentamientos.
El problema es que la búsqueda de una tercera vía que integre lo mejor de la visión liberal y lo mejor de la visión conservadora requiere tener presente tanto lo objetivo (aspectos externos) de unos, como lo subjetivo (aspectos internos) de los otros; es decir, la totalidad del ser humano. Cuando vimos, bastantes artículos atrás, las características del “meme verde” (liberal y pluralista él), vimos como estos se oponen a todo tipo de niveles superiores de conciencia (más mundicéntricos), y a todo tipo de comportamientos subjetivos, negando incluso cualquier forma de realidad interior. Negación que también es la postura del “meme naranja” (conservador y emprendedor él).
Las posturas de ambos tienen que ver con esa eterna pregunta que algunos, desde la más remota antigüedad, siempre se han formulado: ¿Por qué los hombres no son libres? Occidente ha respondido a esa pregunta de una doble manera: para unos, la causa se encuentra en las condiciones “objetivas” (Rousseau, Marx, liberalismo político, psicología humanista…); en cambio, para otros la causa es por factores “subjetivos”. Para los primero el hombre “nace libre”, es bondadoso y bueno en su naturaleza, pero ha de adaptarse a una “matriz social” considerada como “objetiva” que practica la desigualdad social, la opresión y la violencia. Así, la injusta distribución de la riqueza no puede explicarse solo desde las diferencias subjetivas, sino que se debe a una superestructura política objetiva que permite que unos posos individuos exploten y opriman al resto. Concluyen que el ser humano no es libre porque se encuentra “oprimido” económicamente y “reprimido” psicológicamente, de ahí que la salida del problema consiste en cambiar el “mundo objetivo”.
Desde el marxismo hasta el socialismo, desde el liberalismo a la democracia, se ha intentado abolir las estructuras de explotación económica y políticas “objetivas” para que todos podamos compartir en libertad los “frutos” que nos otorga la Naturaleza. Igualmente, desde Horney, Maslow, Erich Fromm, etc., este aspecto de la psicología  aspira a la abolición de la “familia represiva” con la supresión de los castigos, el parto sin dolor, y una educación más amorosa, tierna y compasiva. Para el aspecto político o para el psicológico de esta visión, la “maldad” es la simple consecuencia de haber reprimido esa bondad innata de las que nos hablo Rousseau; o como dice Wilber “la deformación objetiva de la bondad subjetiva”.
El otro grupo, que incluye a Hobbes, Bueke, Freud, etnólogos y políticos conservadores y republicanos, opina que la falta de libertad no se encuentra en las instituciones sociales “objetivas”, sino en la propia naturaleza del ser humano, siendo el culpable el propio “sujeto”. Y desde este punto de vista, la psicología, el problema se encuentra en los “abominables instintos” (Darwin, Lorenz, Freud, etc.). Freud decía que los “deseos innatos del ser humano” eran tres: incesto, canibalismo y asesinato. Así pues, la causa de la falta de libertad hay que buscarla en la propia naturales “subjetiva” del hombre.
¿Es posible una tercera vía que incluya ambos extremos, es decir que no sean las causas “objetivas” ni las “subjetivas” las causantes de nuestros problemas?
Allí donde aparecen los “opuestos” se encuentra igualmente un tercer punto de vista que señala que los “opuestos son siempre complementarios” y “no contradictorios”. Esta sería la visión de una conciencia más amplia e incluyente. Por lo tanto podría decirse que no es verdad como quieren hacernos creer los marxistas-humanistas que sea posible la existencia de nuestra naturaleza esencial sin una cierta “opresión”. Ya señalaron, tanto el budismo como los Upanishads que allí donde exista un “otro”, también  existirá el miedo y que allí donde exista la esencia de nuestra identidad, también existirá la ansiedad. Aunque también es cierto que una redistribución más equitativa de los bienes de la Naturaleza causaría un cierto bienestar, pero ello no modificaría la estructura de nuestra conciencia respecto a nuestros miedos esenciales. Y lo mismo sucede en el ámbito psicológico. Podría ser medio cierto que el problema se encuentre en nuestro miedo a la sensación de sentirnos separados. Entonces podríamos decir que el problema se encuentra en la “frontera”: frontera entre nosotros mismos y los demás; frontera entre el pasado y el futuro; frontera entre “objeto” y “sujeto”; frontera entre Eros y Thánatos; frontera entre todas las dualidades enfrentadas. Pensamos en “conquistarlas”, aunque nunca se nos ocurre la idea de que pueden ser complementadas y “trascendidas”.
Cuando eliminamos las “fronteras”, ¿qué nos queda? La respuesta es simple y evidente: una Totalidad, que a la vez es una Unidad. Uno con los demás seres humanos; uno con la Naturaleza; uno con el Universo; uno en nuestra propio ser esencial.

2 comentarios:

  1. Me gusta el último párrafo... en él tengo puesta mi esperanza

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  2. Me gusta el último párrafo... en él tengo puesta mi esperanza

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