lunes, 13 de marzo de 2017

La Singladura de Occidente 57

La Singladura de Occidente
Capítulo 57
La dificultad del problema humano


La alianza ciencia-técnica-industria-ganancia-poder, que pretende seguir tirando de nuestro pretendido Progreso, constriñen la posibilidad de actuar de organismos mundiales como la ONU, UNESCO, FAO, etc., en su intento de poner algo de equilibrio en la demencia de los Estados y los Imperios. Por su parte, instituciones como el Banco Mundial, el FMI, OMC, la Reserva Federal y los Bancos Centrales y Nacionales, se encuentran bloqueadas por su compulsiva ambición y encerradas en su finalidad depredadora: seguir acumulando dinero.
 (...)
Los problemas planetarios causados por esta voracidad compulsiva y demente, por su complejidad y envergadura, necesitarían de un Derecho común a toda la humanidad y un principio de Democracia común a todas las naciones, que permita integrar a una comunidad planetaria sumida en una crisis global e incapaz de ver la emergencia de un nuevo nivel de conciencia. Todo esto necesita de equilibrio, leyes, políticas, economías y éticas planetarias.
Deberíamos tener presente que la Declaración de Derechos Humanos, y otras declaraciones afines, no pasan de ser meros deseos; proyectos que aún no han salido del limbo. ¿Cómo mantener entonces la cohesión de una sociedad compleja? ¿Nos hemos parado a pensar que aunque nos llamemos humanos, lo humano, sea lo que fuere esto, es para nosotros un perfecto desconocido? Si somos el Hombre, un conjunto de células dispersas y enfrentadas por sus pasiones y pulsiones, ¿hemos pensado que somos las células de un cuerpo social llamado Humanidad? ¿Cuándo vamos a permitir que nazca? Y si lo logramos, ese nuevo ser ¿podrá tener un destino común? Porque lo que impide que esto sea real, no se encuentra fuera de nosotros, sino en nuestra interioridad que se acoraza ante la presencia de otro ser humano.
Esto que estoy planeando no es una abstracción. ¿Acaso como humanos no tenemos todos los mismos ancestros? ¿Acaso no somos todos hijos del mismo barro genético del planeta en que vivimos? Nuestras raíces étnicas y culturales, podrán convertirse en legítimas siempre que reconozcamos unas raíces más profundas que nos anclan a la vida que fluye y evoluciona en este planeta. ¿Por qué Gaia, la Gran Madre de los mitos, no se ha convertido aún en nuestra Tierra-Patria? (Morin).

El Progreso es un cíclope al que Ulises cegó, que es incapaz de ver a donde nos conduce esa diabólica alianza entre la ciencia, la técnica, la industria y la economía capitalista. Nuestro futuro se juega en el encuentro entre este impulso ciego y el impulso de la contracorriente animada por ideas universalistas. Las Teorías del Caos dicen que de éste siempre resulta un nuevo orden. ¿Emergerá la Humanidad de este caos que amenaza destruirla? Creación y Destrucción forman un bucle que se retroalimentan mutuamente; pero lo que ocurra solo dependerá de una cosa: de nuestra conciencia y de nuestro equilibrio.
 “Quizá la mayor amenaza que pesa sobre el planeta sea resultado de la alianza entre dos barbaries: la primera procede del fondo de las edades históricas y aporta la guerra, la masacre, la deportación, el fanatismo. La segunda, helada, anónima, procede de nuestra civilización tecnoindustrial: solo conoce el cálculo e ignora a los individuos, su carne, sus sentimientos, sus almas.” (Morin o.c. pg. 272).
 Ambas barbaries se han aliado, sus efectos los vimos el 11/09/2001 (atentado a las Torres Gemelas) y el 11/03/2004 (Madrid. Estación de Atocha), dando nacimiento a una megamáquina llamada Terror que usan indistintamente todas las posturas radicales enfrentadas. ¿Basculará la energía del caos al orden, o la metamorfosis humana nos lleva hacia la catástrofe?
Al tener un pensamiento fragmentado, que solo nos permite contemplar fragmentos, parcelas descontextualizadas y, eso si, cuantificables, no vemos más que los fragmentos de un complejo e inmenso puzzle, siendo incapaces de tener una concepción global del problema. El impulso humano necesita de inteligencia y conciencia que permita a nuestra mente pensar la Humanidad como una sociedad-mundo.
Nadie puede descifrar el futuro, porque todo futuro se construye desde cada presente que es el que es necesario vivir. Es el fruto de nuestra voluntad. La nave-Tierra, necesita ser impulsada hacia nuestro destino inmediato, un destino llamado Humanidad. Y para ello necesitamos no solo de equilibrio y conciencia, de inteligencia y humanismo, sino también de lo que está siendo mal usado por los poderes más oscuros y egoístas de este planeta, como son los poderes de la ciencia, la técnica, la industria y los recursos económicos, y cuyos desarrollos deben hacerse conscientes  de las consecuencias de sus acciones.

 Aún queda un último problema por contemplar: ¿forma la libertad parte de nuestro patrimonio e identidad humana? Como siempre, definamos el concepto. El Diccionario (RAE) le define como la “facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”. ¿Libertad natural?
Absolutamente todo en la naturaleza se encuentra sometida a las leyes que la rigen. Luego, no existe nada natural en nuestra pretendida libertad. Lo que llamamos nuestra naturaleza humana es, en toda su realidad física y biológica: naturaleza, y por ello sometida a sus leyes. La libertad aparece cuando un ser humano dispone de la posibilidad mental y de conciencia de llevar a cabo una elección y tomar una decisión consciente (aquí habría que plantearse cuando sucede eso).
También habría que señalar que cuanto más elevado sea el nivel de conciencia, mayor será el nivel de elección y por lo tanto tendrá una mayor libertad. La libertad solo puede ejercerse en una situación cuya finalidad, y la consecuencia que conlleva, comporte a la vez orden y desorden para poder pensar una decisión libre. Demasiado orden impide la libertad y demasiado desorden la destruye. De ahí la necesidad de mantener un equilibrio. Y aquí vuelve a aparecer el gran interrogante de la Filosofía: ¿Nuestras elecciones, nuestras decisiones y nuestras acciones son realmente libres? ¿Acaso la libertad no es nuestra mayor ilusión subjetiva?
Si estamos enganchados a nuestro patrimonio natural y genético, si ecológica, genética, social, cultural e intelectualmente tenemos distintos niveles y grados de determinación, ¿en qué momento podemos disponer de libertad?
Mi respuesta es que solo una conciencia cada vez más elevada, más inclusiva, dentro de la cual quepa, como algo propio, no solo toda la humanidad, todos los seres que pueblan este planeta, incluido el propio planeta, podrá comenzar a tener libertad.


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