La Singladura de Occidente
Capítulo 57
Capítulo 57
La dificultad del problema humano
La alianza ciencia-técnica-industria-ganancia-poder, que pretende seguir tirando de nuestro pretendido
Progreso, constriñen la posibilidad de actuar de organismos mundiales como la ONU, UNESCO, FAO, etc., en su
intento de poner algo de equilibrio en la demencia de los Estados y los Imperios. Por
su parte, instituciones como el Banco Mundial, el FMI, OMC, la Reserva Federal y los Bancos
Centrales y Nacionales, se encuentran bloqueadas por su compulsiva ambición y
encerradas en su finalidad depredadora: seguir acumulando dinero.
(...)
Deberíamos tener presente que la Declaración de Derechos Humanos, y otras declaraciones
afines, no pasan de ser meros deseos; proyectos que aún no han salido del
limbo. ¿Cómo mantener entonces la cohesión de una sociedad compleja? ¿Nos hemos
parado a pensar que aunque nos llamemos humanos,
lo humano, sea lo que fuere esto, es para nosotros un perfecto desconocido? Si
somos el Hombre, un conjunto de células dispersas y enfrentadas por sus
pasiones y pulsiones, ¿hemos pensado que somos las células de un cuerpo social
llamado Humanidad? ¿Cuándo vamos a permitir que nazca? Y si lo logramos, ese
nuevo ser ¿podrá tener un destino común? Porque lo que impide que esto sea
real, no se encuentra fuera de nosotros, sino en nuestra interioridad que se
acoraza ante la presencia de otro ser humano.
Esto que estoy planeando no es
una abstracción. ¿Acaso como humanos no tenemos todos los mismos ancestros?
¿Acaso no somos todos hijos del mismo barro genético del planeta en que
vivimos? Nuestras raíces étnicas y culturales, podrán convertirse en legítimas
siempre que reconozcamos unas raíces más profundas que nos anclan a la vida que
fluye y evoluciona en este planeta. ¿Por qué Gaia, la
Gran Madre de los mitos, no se ha
convertido aún en nuestra Tierra-Patria? (Morin).
El Progreso es un cíclope al que
Ulises cegó, que es incapaz de ver a donde nos conduce esa diabólica alianza entre
la ciencia, la técnica, la industria y la economía capitalista. Nuestro futuro
se juega en el encuentro entre este impulso ciego y el impulso de la
contracorriente animada por ideas universalistas. Las Teorías del Caos dicen
que de éste siempre resulta un nuevo orden. ¿Emergerá la Humanidad de este caos
que amenaza destruirla? Creación y Destrucción forman un bucle que se
retroalimentan mutuamente; pero lo que ocurra solo dependerá de una cosa: de
nuestra conciencia y de nuestro equilibrio.
“Quizá la mayor amenaza que pesa sobre el planeta sea resultado de la alianza entre dos barbaries: la primera procede del fondo de las edades históricas y aporta la guerra, la masacre, la deportación, el fanatismo. La segunda, helada, anónima, procede de nuestra civilización tecnoindustrial: solo conoce el cálculo e ignora a los individuos, su carne, sus sentimientos, sus almas.” (Morin o.c. pg. 272).
Ambas
barbaries se han aliado, sus efectos los vimos el 11/09/2001 (atentado a las Torres Gemelas) y el 11/03/2004 (Madrid. Estación de Atocha),
dando nacimiento a una megamáquina llamada Terror que usan indistintamente
todas las posturas radicales enfrentadas. ¿Basculará la energía del caos al
orden, o la metamorfosis humana nos lleva hacia la catástrofe?
Al tener un pensamiento
fragmentado, que solo nos permite contemplar fragmentos, parcelas
descontextualizadas y, eso si, cuantificables, no vemos más que los fragmentos
de un complejo e inmenso puzzle, siendo incapaces de tener una concepción
global del problema. El impulso humano necesita de inteligencia y conciencia
que permita a nuestra mente pensar la Humanidad como una sociedad-mundo.
Nadie puede descifrar el futuro,
porque todo futuro se construye desde cada presente que es el que es necesario
vivir. Es el fruto de nuestra voluntad. La nave-Tierra, necesita ser impulsada
hacia nuestro destino inmediato, un destino llamado Humanidad. Y para ello
necesitamos no solo de equilibrio y conciencia, de inteligencia y humanismo,
sino también de lo que está siendo mal usado por los poderes más oscuros y
egoístas de este planeta, como son los poderes de la ciencia, la técnica, la industria y los
recursos económicos, y cuyos desarrollos deben hacerse conscientes de las consecuencias de sus acciones.
Aún queda un último problema por
contemplar: ¿forma la libertad parte de nuestro patrimonio e identidad humana?
Como siempre, definamos el concepto. El Diccionario (RAE) le define como la “facultad natural que tiene el hombre de
obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus
actos”. ¿Libertad natural?
Absolutamente todo en la
naturaleza se encuentra sometida a las leyes que la rigen. Luego, no existe
nada natural en nuestra pretendida
libertad. Lo que llamamos nuestra naturaleza humana es, en toda su realidad
física y biológica: naturaleza, y por
ello sometida a sus leyes. La libertad aparece cuando un ser humano dispone de
la posibilidad mental y de conciencia de llevar a cabo una elección
y tomar una decisión consciente (aquí habría que plantearse cuando sucede eso).
También habría que señalar que
cuanto más elevado sea el nivel de conciencia, mayor será el nivel de elección
y por lo tanto tendrá una mayor libertad. La libertad solo puede ejercerse en
una situación cuya finalidad, y la consecuencia que conlleva, comporte a la vez
orden y desorden para poder pensar
una decisión libre. Demasiado orden impide la libertad y demasiado desorden la
destruye. De ahí la necesidad de mantener un equilibrio. Y aquí vuelve a aparecer el gran interrogante de la Filosofía: ¿Nuestras
elecciones, nuestras decisiones y nuestras acciones son realmente libres?
¿Acaso la libertad no es nuestra mayor ilusión subjetiva?
Si estamos enganchados a nuestro
patrimonio natural y genético, si ecológica, genética, social, cultural e
intelectualmente tenemos distintos niveles y grados de determinación, ¿en qué
momento podemos disponer de libertad?
Mi respuesta es que solo una
conciencia cada vez más elevada, más inclusiva, dentro de la cual quepa, como
algo propio, no solo toda la humanidad, todos los seres que pueblan este
planeta, incluido el propio planeta, podrá comenzar a tener libertad.
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