martes, 24 de enero de 2017

"Ser en la vida romero"


<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 05/09/1993>
<PAGINA>: LA OTRA PALABRA
<TITULO>: "Ser en la vida romero"
<SUBTITULO>: Nuestra disposición para andar por la vida.
<AUTOR>: Alfiar
<SUMARIO>: El hombre, en la vida, es un peregrino que recorre una tierra extraña, camino de un santuario.
<CUERPO DEL TEXTO>:

 

¿Alguien ha tomado cabal conciencia, de cuál es nuestra disposición para andar por la vida? Sobre todo, ¿cuál es el modo y la manera, el procedimiento, de vivirla cuando se ha llegado al punto de hacer de ella una vida equilibrada?
(...)
Nos lo dice, una vez más, el poeta:
Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza
siempre por caminos nuevos;
ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre
y sin pueblo...
Ser en la vida romero...,
romero..., sólo romero.
Que no se acostumbre el pie
a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa,
ni la losa de los templos,
para que nunca recemos
como el sacristán
los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
...........................
Qué no hagan callo las cosas
ni en el alma, ni en el cuerpo...,
pasar por todo una vez,
una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo viento,
y bajo todos los cielos
poetas,
nunca cantemos la vida
de un mismo pueblo
ni la flor de un sólo huerto...
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.
León Felipe
El poema muestra la actitud del hombre solitario y a la vez inmerso en el mundo. El primer verso comienza con el infinitivo -Ser-, seguido de un complemento circunstancial de lugar -en la Vida-, y de un predicativo o atributo del sujeto -el Hombre-, que está omitido, para indicar, tal vez, que no se refiere a ningún hombre en particular, sino a cada cual y a todos a la vez.
El infinitivo, que da nombre a la acción, engloba en él a todos los tiempos y a todas las personas verbales. De ahí que el sujeto seamos todos. Todos somos romeros.
Ser es un verbo copulativo, un enlace o cópula entre dos sustantivos -el sujeto y el atributo-; entre el hombre -yo, tu, él...-, y lo que somos; algo que une lo que estaba al principio y lo que está al final. Ser, la acción de ser se desarrolla en la vida, el lugar donde existimos y donde somos romeros.
¿Qué es un romero?
Dice el Diccionario que "es un peregrino que va de romería con bordón y esclavina". Una romería "es una peregrinación que se hace a un santuario". Es decir: el hombre, en la vida, es un peregrino que va a un santuario. Peregrino es "aquel que anda por tierras extrañas". Con lo que la vida, en la que somos, es para nosotros una tierra extraña que se recorre para ir a un lugar sagrado.
El poema trata solamente de quien peregrina: el hombre. Donde lo hace: en la vida. Y como lo hace: sólo como romero. Nada más que eso. Y eso, ser romero, significa "cruzar por caminos nuevos"; hacerlo "sin más oficio, sin otro nombre, sin pueblo.
Si romero es el que va de romería con Bordón y Esclavina. ¿Qué son estas cosas?. El Bordón, aparte de ser una cuerda de la guitarra, el productor de un sonido cuando se la pulsa y se la pone en vibración, es también un bastón muy alto. La Esclavina es una pieza sobrepuesta que lleva la capa unida al cuello y que cubre los hombros y parte de los brazos.
Una de las características de la poesía es su capacidad de síntesis: de cuanta información puede caber en una palabra, como por ejemplo la palabra romero. En su recorrido por esta tierra extraña, el Bordón -ese axis mundi que simboliza el paso de la Tierra al Cielo-, debe entrar en vibración, debe sonar, para que la comunicación se produzca, y la nota -la Palabra-, rompa el hechizo que la tierra extraña produce en el hombre y le mantiene preso en ella.
¿Qué impide al bordón vibrar y sonar, o que vibre mal?. Se lo impide la esclavina.
En las tradiciones esotéricas, la capa es el símbolo de la sustancia que envuelve el núcleo del universo: un símbolo de la luz astral. Pero esa capa de luz astral en la que debe vibrar el bordón, está esclavizada por otra capa corta, de luz oscura, y símbolo de nuestro sistema emocional, de nuestra coraza caracteriológica. Nuestras emociones son el receptáculo de la sombra. Son ellas las que hay que iluminar con nuestro aprendizaje en esta escuela planetaria.
El poeta, el hombre, nos explica por qué hemos de ser en la vida "sólo romero". El poeta no quiere que cosa alguna se interponga en la acción de Ser, a fin de que no nos hagan callo ni en el alma ni en el cuerpo.
Las cosas se nos hacen callo cuando las usamos mucho. Pero no si pasamos por ellas sólo una vez, y lo hacemos "ligero, ligero, siempre ligero". Al cruzar siempre caminos nuevos, no podrá nuestro pie acostumbrarse a un mismo suelo; y sobre todo, no se acostumbrará "ni al tablado de la farsa" -el Gran Teatro del Mundo, en cuyas representaciones aprendemos nuestras lecciones de hombres-, "ni a la losa de los templos" -los lugares materializados donde reside el Espíritu, haciendo también referencia al templo de nuestro cuerpo.
El Mundo, el Gran Teatro de la Farsa, y el Templo, nuestra materialidad física y personal, al ser las causas de nuestros aferramientos, nos producen excrecencias deformes que ocultan la belleza del espíritu y que le impiden expresarse, sonar, vibrar, a través del bordón, esa cuerda que es nuestra médula espinal, hecha de fibra nerviosa; Una escala que une el Cielo -la cabeza- y la Tierra ‑nuestro vientre. Es por ello que nuestras manos no tienen que estar afanadas en trabajos -oficios- que producen aferramiento, dominio, posesión y poder sobre las cosas del mundo. Esas cosas no nos pertenecen. Así, libres, el tacto de nuestros dedos -la intuición-, estará más fino para tocar y percibir la realidad del Espíritu cuya nota toca el bordón.
¡Qué gran paradoja hay en estos versos! "No sabiendo / los oficios / los haremos / con / respeto". Pero deja de serlo cuando sabemos lo que somos: peregrinos, romeros, sólo romeros. Nuestro único oficio es recorrer este mundo extraño y terriblemente bello para conocerlo.
Es el Conocer lo que importa. Ese es el oficio. Lo demás produce callo en el alma y en el cuerpo. Conocerlo sólo una vez, para que nuestra percepción no se encallezca y el bordón deje de sonar. Es nuestra tarea diaria. Así, sin callo, con el tacto fino en los dedos, sin detenernos, seremos sensibles a todos los vientos y bajo todos los cielos. Esa sensibilidad, nos hará percibir que todos los pueblos y huertos -las infinitas moradas de la casa del Padre-, son nuestros.
"Ni cantar la vida de un mismo pueblo, / ni cortar la flor de un sólo huerto". He aquí otra extraña paradoja: lo Uno se hace múltiple para abarcar el Todo, donde vuelve a Ser. Pero esto no es sólo una entelequia, una mera abstracción metafísica, sino una actitud, un comportamiento: la actitud humana, el comportamiento humano que, en su conciencia y amor, pueda abarcar en su seno a esa multiplicidad de hombres que forman ese Ser Uno que se llama La Humanidad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario