lunes, 30 de enero de 2017

La Singladura de Occidente 54

La Singladura de Occidente
Capítulo 54
Dioses, o Eras, o Ciclos

Este fluir del mito, este milagro de la forma creada, se hace opaco a nuestra mirada y la causa de su manifestación, por inconcebible, nos resulta sospechosa. No lo sería si el hecho fuera la causa de lo creado, que es como decir que El Génesis es la causa de Adán y Eva o de Noé; la Odisea la causa de Ulises; o el Corán la causa de Mahoma. Por ello, para el historiador, esas creaciones fueron invenciones de los poetas hebreos, griegos o islámicos. El historiador se niega a conocer cuando la evidencia le obliga a abandonar la flecha del tiempo histórico, ya que su propósito es situar en ella los acontecimientos que se hayan producido entre el hecho y la obra y, para ello, no le importa modificar la visión del poeta, o su entendimiento.

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Existe una Ley no formulada en el proceso del ritmo cíclico. Señala que cada ciclo tiene un grado de libertad que es la consecuencia de las relaciones de ese ciclo con el ciclo que lo contiene y en el que está incluido. Un día está contenido en la semana, esta en el mes y este en año. En los mitos, los ciclos miden también la vida y la muerte de los dioses: un Gran Año de 12.000 años. La India védica afirmaba que la duración entera de la vida de un dios estaba hecha de una Aurora, cuatro Estados o Mudanzas y un Crepúsculo. También los persas, le atribuían a su dios solar una duración de 12.000 años. Pitágoras y Platón calculaban el Gran Año en 12.594 años, la mitad de la Precesión.
 
Los Crepúsculos y las Auroras de un Dios, envuelven en su seno otra alternancia. La alternancia del Día y de la Noche precesionales, que también pueden presentarse como el Sueño o el Despertar de antiguos mitos y antiguos dioses. O encubrir la Luz del día y la Sombra de la noche de un Dios vivo, cuyo advenimiento trastorna todos los credos de la Humanidad. La duración de todo un Universo solo era un día y una noche de Brahma, y sus días eran infinitos.
Veamos un ejemplo de un periodo metafórico o mítico. Entre el 3.400 y el 2.800 a.d.C. alumbro el día del Mito Taúrico de la Creación con sus poemas hebreos, la búsqueda de la inmortalidad de Gilgamés, la conquista del hierro, la campana, el alfabeto, los templos al Toro en Troya y Creta o en la Península Ibérica. Entre el 1.300 y 700 a.d.C. reinó el Mito bíblico de la Justicia y el mundo fue conquistado por Medos y Persas, por los templos dóricos y el nacimiento de Roma. Entre el 800 a.d.C. y el 1.400 d.d.C. florece el Mito bautismal del Amor, es el momento en que nacen las lenguas contemporáneas, las iglesias románicas, las catedrales góticas, el arte maya y Song… Cada periodo metafórico parece durar entre 600-700 años de un ciclo o Era. Un tercio de su vida.
Hacia el final de estos periodos metafóricos de aquellos tiempos, aparecen los profetas inspirados, que anuncian el alejamiento del dios, o la entrada en un proceso de Noche y Oscuridad. Un tiempo entrópico. Algo que podemos comprobar.
Dioses o Eras o ciclos pasaron como un ensueño por las vidas de los seres del paleolítico. De ellos se formó el “Tiempo del Sueño” de los aborígenes australianos. El Árbol (el Árbol de la Vida) y la Roca que nace del agua o que está llena de agua (como el Acantilado del Puma, desde donde Viracocha creo a los hombres en el Titicaca), se alternaron por ser el Centro del Mundo. Luego, surgió la Cosa nacida del Agua. Un intenso frío, destructor de la vida, avanza entre los hielos crecientes. “Un macho cabrío azul de cuernos de hierro, que durante siete días dio vueltas en torno a la tierra, balando de un modo espantoso” es como los chamanes altaicos anunciaron la llegada de las glaciaciones. Mas tarde, aparecieron los Dioses de la Azagaya que se afanaron en la caza.
Les siguió El que Soterra, el que penetra en las profundidades para descubrir las “piedras asilo” y las “piedras fundamento”. Sus emblemas, renacidos más tarde, tienen diversos significados, aunque predomina el de cierre: el cerrojo Min hacia el 7.000 a.d.C. en Libia, el subterráneo y tenebroso mundo de los Camé de la época pre-maya. El escorpión, hacia el 5.000 a.d.C. en Tell Talaf, o el Matiza o Makara, el “Pez de las Profundidades” y al que el hinduismo tomará como el primer avatar de Vishnú. Aunque ninguno de estos renacimientos refleja el mito primigenio que creció en las mentes de los hombres de la Era de Escorpio, aunque en todos sus renacimientos pervive la idea de la “Cosa soterrada”, hundida, secreta, que se gesta y madura en las profundidades y en la oscuridad. ¿Qué obligó a los hombres del Paleolítico a entrar en las cavernas? ¿Solo el frío como dicen los académicos? Pero la alarma no duró mucho, pues Tell Aalaf nos recuerda que los hombres escorpiones vencieron a la noche haciendo que volviera a salir el Sol.
Con el nuevo tiempo (IV Milenio a.d.C) llega el Dios del Maná. Los sacerdotes hacen salir a la Roca o a la Mujer Pez de las profundidades del agua. Y mientras la gruta se convierte en el pasaje para el mundo anterior, el de los antepasados, y mientras el escorpión se oculta bajo la tierra o bajo las piedras, otro mito formula lo invisible, lo inalcanzable, que fue representado por el Viento, por el Huracán. Sus símbolos son el rayo y el trueno.
Un nuevo mito traerá el soplo de la vida. Muchos lo llamaron Maná. Más tarde, en otras vueltas de la espiral, otros lo nombraron Ehecatl, Osiris, Quetzalcóatl, Viracocha… No sabemos en que tiempo reinó el Dios Maná original, puede que en el 16.600-16.400 a.d.C., unos 4.000 años después de la Era de la Azagaya, y 2.000 años después de la Era de lo que Soterra.
 
 

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