<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 27/06/1993>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TITULO>: Individualización e individuación
<SUBTÍTULO>: Génesis de un proceso de realización espiritual
<AUTOR>: Alfiar<SUMARIO>: Hacerse individuo no es un acto egoísta, sino realizar la propia peculiaridad para llegar a ser Si-mismo.
<CUERPO DEL TEXTO>:
Aunque ambos términos hacen referencia a lo que acontece en el proceso
evolutivo, no son sinónimos. Para C. G. Jung individuación significa "hacerse
individuo", llegar a ser un ser completo, en tanto que individualidad
es "nuestra más íntima, última e
incomparable particularidad... como individuo”.
(...)
Individuación no significa
individualismo en el sentido egocéntrico y estrecho de la palabra. Es el
proceso por el cual el hombre llega a ser la totalidad de lo que es; y esto es
algo que sólo se alcanza una única vez: cuando los pares de opuestos esenciales
han sido diferenciados y las dos partes de la psique total, la conciencia y el
inconsciente, se enlazan entre si en una viva relación recíproca.
Cuando éramos niños, el profesor de Geografía nos explicaba el Ecuador
diciendo que era una línea imaginaria.
Esto es verdad. Pero también es algo real si lo vemos como la expresión
simbólica de las relaciones que expresan nuestra posición en el espacio. Nadie
puede negar la realidad geográfica de esta coordenada matemática.
De igual manera, el “yo” es
una coordenada imaginaria y simbólica que expresa la relación de los procesos
neurofisiológicos que resultan en, experiencia, procesos corporales,
cognitivos, emocionales en el interior de nuestro organismo; y en procesos
psíquicos, sociales, culturales en relación con nuestro medio externo e
interno.
Su realidad simbólica se percibe en su función coordinadora; función
que convierte esa misma realidad en una experiencia subjetiva interna.
El Yo no sólo ha
evolucionado, sino que está en evolución y evoluciona. El es la causa de que,
llegado al nivel humano, la lucha por la supervivencia haya sido reemplazada
por la lucha por la realización.
Hacerse un ndividuo completo como ser, no significa, pues, un acto egoísta, sino únicamente
el hecho de que uno realiza su peculiaridad hasta alcanzar su totalidad, hecho
que le permite relacionarse, con la totalidad del Universo a través de la
conciencia y el inconsciente, desde ese centro uno que se es.
I Nación aislada. II y
III Grupos de naciones. A) Individuo; B) Familia; C) Raza; D) Nación; E) Grupo
étnico; F) Ascendientes humanos; G) Ascendientes animales; H) Fuerza central.
A este proceso C. G. Jung lo llama individuación, y no es algo que uno haga porque quiere. En su totalidad es algo espontáneo, natural y autónomo.
Le es dado a todo individuo dentro de la psique y, en su mayor parte, es aún un proceso
inconsciente. La base para la individuación del Yo viene dada por el substrato
filogenético de su organización. Esto podemos verlo en el esquema que ilustra
esta página.
En el nivel más profundo (H)
encontramos lo insondable, la fuerza central de la que se han separado en un
principio las diversas psiques. Esta fuerza central que atraviesa todas las
demás capas comunes y diferenciadoras, vive a la vez en todas ellas, pero las
penetra hasta llegar a la psique individual, impulsándola desde dentro.
Sobre este fondo insondable (H)
se encuentra el sedimento de la experiencia de todo el pasado biológico (G) y, sobre él, el de nuestros más
antiguos ascendientes humanos (F).
Cada sección, corresponde a un proceso diferenciador más dentro de la
psique colectiva, hasta alcanzar la altura de la psique individual y única (A), después de avanzar desde los grupos
étnicos (E) a los nacionales (D) y de los tribales (C) a los familiares (B).
Jung decía que "el
inconsciente colectivo es una poderosa masa psíquica heredada de la evolución
de la humanidad, renacida en cada estructura individual." En este
sentido, está cerca la idea de la Enseñanza Esotérica
que postula, a partir de un Alma Universal, la existencia de un alma animal y
un alma humana individualizada.
Puesto que el Yo representa el aspecto más individuado de la
personalidad del hombre, su misma individuación juega un papel importante en el
proceso de su evolución cultural y psicológica.
Ya hemos visto que la conciencia y el yo obedecen al mismo ímpetu que
ha impulsado el desarrollo de la
Vida; pero con su aparición surge un nuevo vehículo de
desarrollo: el vehículo de la experiencia aprendida, recordada y transmitida,
no por vía genética, sino cultural. Este hecho modifica la estructura
psicológica de nuestro ser.
Así como las arañas tejen el hilo para construir su tela sacándolo de
su propio cuerpo, de tal manera que crean por si mismas parte de su medio
ambiente, así el hombre teje el hilo de su Yo
sacándolo de su substrato neurofisiológico y psicológico y, subsecuentemente,
cultural, lo que en última instancia se refleja en la naturaleza de ese Yo.
Con la aparición del Yo el
desarrollo de sus productos psicológicos, sociales y culturales, se han multiplicado
las oportunidades del hombre; oportunidades que dependen de algo llamado crecimiento. Este crecimiento es un
crecimiento del Yo, es un esfuerzo
hacia la realización, que llevada a su máxima expresión se hace espiritual. Un
esfuerzo de realización armonioso entre los múltiples aspectos de su medio
ambiente, interno y externo, y de su propio ser, permitiéndole sentirse así
mismo parte de la corriente evolutiva de la vida, a la vez que experimenta su
propio proceso de individuación. El Yo
organiza e interioriza, dentro de un todo lleno de significados, y a través de
símbolos verbales, la experiencia de su realidad. Cuando estos símbolos se
organizan en una relación estética
surgen formas artísticas; cuando se organizan en una relación causal, el hombre
intenta comprender su mundo.
Tiene el Yo una necesidad
biológica de comprender la realidad en términos causales. Sin embargo, cuando
intenta aplicar el pensamiento causal a comprender cual es su posición en el
Universo, se ve obligado a encontrarle un sentido a la Vida, a explicar las
inevitables ansiedades, angustias, dolores, frustraciones y privaciones que la
propia vida produce. Todo esto acompaña al Yo
en su individuación hasta conseguir
la totalidad de Si-mismo. Por ello
surgieron sistemas de pensamiento, representaciones filosóficas, religiones,
sistemas políticos, el psicoanálisis, la Ciencia... El
problema es que, el problema del sentido de la vida, la motivación para la
vida, es un problema teleológico que no puede resolverse en términos de causalidad,
y, seguramente, tampoco en términos de "creencia" como se ha pretendido hasta ahora.
Esto significaría que la naturaleza de la religión, que ha intentado
dar al hombre una respuesta sobre el sentido de su existencia, deberá sufrir un
inevitable cambio a partir de su forma más ilusoria, en otra que se acerque a
la comprensión humana de eso que el hombre llama Realidad y Dios.
Puesto que el hombre ha evolucionado al punto de que el Yo se percibe a sí mismo como parte de
esa realidad, es él el que busca una explicación a su existencia; explicación
que va acorde a su capacidad de comprensión.
La historia evolutiva del Yo
se ha realizado a través de ir estrechando la brecha que existe entre la
realidad externa y los símbolos internos que la expresan; los símbolos,
conforme aumenta la comprensión, se acercan a la realidad en forma cada vez más
estrecha y, con ello, la brecha entre la ilusión y la Realidad se va cerrando
en la conciencia.
Esto es tarea del Yo. Y en
la medida que éste logra niveles más elevados de autonomía, el Yo hace una más clara delineación de sí
mismo, aumentando su capacidad para relacionarse con los demás en una forma
madura, es decir, para amar.
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