domingo, 4 de septiembre de 2016

Individualización e individuación.


<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 27/06/1993>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TITULO>: Individualización e individuación
<SUBTÍTULO>: Génesis de un proceso de realización espiritual
<AUTOR>: Alfiar<SUMARIO>: Hacerse individuo no es un acto egoísta, sino realizar la propia peculiaridad para llegar a ser Si-mismo.
<CUERPO DEL TEXTO>:



Aunque ambos términos hacen referencia a lo que acontece en el proceso evolutivo, no son sinónimos. Para C. G. Jung individuación significa "hacerse individuo", llegar a ser un ser completo, en tanto que individualidad es "nuestra más íntima, última e incomparable particularidad... como individuo”.
(...)

Individuación no significa individualismo en el sentido egocéntrico y estrecho de la palabra. Es el proceso por el cual el hombre llega a ser la totalidad de lo que es; y esto es algo que sólo se alcanza una única vez: cuando los pares de opuestos esenciales han sido diferenciados y las dos partes de la psique total, la conciencia y el inconsciente, se enlazan entre si en una viva relación recíproca.
Cuando éramos niños, el profesor de Geografía nos explicaba el Ecuador diciendo que era una línea imaginaria. Esto es verdad. Pero también es algo real si lo vemos como la expresión simbólica de las relaciones que expresan nuestra posición en el espacio. Nadie puede negar la realidad geográfica de esta coordenada matemática.
De igual manera, el “yo” es una coordenada imaginaria y simbólica que expresa la relación de los procesos neurofisiológicos que resultan en, experiencia, procesos corporales, cognitivos, emocionales en el interior de nuestro organismo; y en procesos psíquicos, sociales, culturales en relación con nuestro medio externo e interno.
Su realidad simbólica se percibe en su función coordinadora; función que convierte esa misma realidad en una experiencia subjetiva interna.
El Yo no sólo ha evolucionado, sino que está en evolución y evoluciona. El es la causa de que, llegado al nivel humano, la lucha por la supervivencia haya sido reemplazada por la lucha por la realización.
Hacerse un ndividuo completo como ser, no significa, pues, un acto egoísta, sino únicamente el hecho de que uno realiza su peculiaridad hasta alcanzar su totalidad, hecho que le permite relacionarse, con la totalidad del Universo a través de la conciencia y el inconsciente, desde ese centro uno que se es.


I Nación aislada. II y III Grupos de naciones. A) Individuo; B) Familia; C) Raza; D) Nación; E) Grupo étnico; F) Ascendientes humanos; G) Ascendientes animales; H) Fuerza central.
A este proceso C. G. Jung lo llama individuación, y no es algo que uno haga porque quiere. En su totalidad es algo espontáneo, natural y autónomo. Le es dado a todo individuo dentro de la psique y, en su mayor parte, es aún un proceso inconsciente. La base para la individuación del Yo viene dada por el substrato filogenético de su organización. Esto podemos verlo en el esquema que ilustra esta página.
En el nivel más profundo (H) encontramos lo insondable, la fuerza central de la que se han separado en un principio las diversas psiques. Esta fuerza central que atraviesa todas las demás capas comunes y diferenciadoras, vive a la vez en todas ellas, pero las penetra hasta llegar a la psique individual, impulsándola desde dentro.
Sobre este fondo insondable (H) se encuentra el sedimento de la experiencia de todo el pasado biológico (G) y, sobre él, el de nuestros más antiguos ascendientes humanos (F).
Cada sección, corresponde a un proceso diferenciador más dentro de la psique colectiva, hasta alcanzar la altura de la psique individual y única (A), después de avanzar desde los grupos étnicos (E) a los nacionales (D) y de los tribales (C) a los familiares (B).
Jung decía que "el inconsciente colectivo es una poderosa masa psíquica heredada de la evolución de la humanidad, renacida en cada estructura individual." En este sentido, está cerca la idea de la Enseñanza Esotérica que postula, a partir de un Alma Universal, la existencia de un alma animal y un alma humana individualizada.
Puesto que el Yo representa el aspecto más individuado de la personalidad del hombre, su misma individuación juega un papel importante en el proceso de su evolución cultural y psicológica.
Ya hemos visto que la conciencia y el yo obedecen al mismo ímpetu que ha impulsado el desarrollo de la Vida; pero con su aparición surge un nuevo vehículo de desarrollo: el vehículo de la experiencia aprendida, recordada y transmitida, no por vía genética, sino cultural. Este hecho modifica la estructura psicológica de nuestro ser.


Así como las arañas tejen el hilo para construir su tela sacándolo de su propio cuerpo, de tal manera que crean por si mismas parte de su medio ambiente, así el hombre teje el hilo de su Yo sacándolo de su substrato neurofisiológico y psicológico y, subsecuentemente, cultural, lo que en última instancia se refleja en la naturaleza de ese Yo.
Con la aparición del Yo el desarrollo de sus productos psicológicos, sociales y culturales, se han multiplicado las oportunidades del hombre; oportunidades que dependen de algo llamado crecimiento. Este crecimiento es un crecimiento del Yo, es un esfuerzo hacia la realización, que llevada a su máxima expresión se hace espiritual. Un esfuerzo de realización armonioso entre los múltiples aspectos de su medio ambiente, interno y externo, y de su propio ser, permitiéndole sentirse así mismo parte de la corriente evolutiva de la vida, a la vez que experimenta su propio proceso de individuación. El Yo organiza e interioriza, dentro de un todo lleno de significados, y a través de símbolos verbales, la experiencia de su realidad. Cuando estos símbolos se organizan en una relación estética surgen formas artísticas; cuando se organizan en una relación causal, el hombre intenta comprender su mundo.
Tiene el Yo una necesidad biológica de comprender la realidad en términos causales. Sin embargo, cuando intenta aplicar el pensamiento causal a comprender cual es su posición en el Universo, se ve obligado a encontrarle un sentido a la Vida, a explicar las inevitables ansiedades, angustias, dolores, frustraciones y privaciones que la propia vida produce. Todo esto acompaña al Yo en su individuación hasta conseguir la totalidad de Si-mismo. Por ello surgieron sistemas de pensamiento, representaciones filosóficas, religiones, sistemas políticos, el psicoanálisis, la Ciencia... El problema es que, el problema del sentido de la vida, la motivación para la vida, es un problema teleológico que no puede resolverse en términos de causalidad, y, seguramente, tampoco en términos de "creencia" como se ha pretendido hasta ahora.
Esto significaría que la naturaleza de la religión, que ha intentado dar al hombre una respuesta sobre el sentido de su existencia, deberá sufrir un inevitable cambio a partir de su forma más ilusoria, en otra que se acerque a la comprensión humana de eso que el hombre llama Realidad y Dios.
Puesto que el hombre ha evolucionado al punto de que el Yo se percibe a sí mismo como parte de esa realidad, es él el que busca una explicación a su existencia; explicación que va acorde a su capacidad de comprensión.
La historia evolutiva del Yo se ha realizado a través de ir estrechando la brecha que existe entre la realidad externa y los símbolos internos que la expresan; los símbolos, conforme aumenta la comprensión, se acercan a la realidad en forma cada vez más estrecha y, con ello, la brecha entre la ilusión y la Realidad se va cerrando en la conciencia.
Esto es tarea del Yo. Y en la medida que éste logra niveles más elevados de autonomía, el Yo hace una más clara delineación de sí mismo, aumentando su capacidad para relacionarse con los demás en una forma madura, es decir, para amar.

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