lunes, 28 de marzo de 2016

La ascensión al Gólgota (2)


<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 28/03/1991>
<PAGINA>: LA OTRA PALABRA
<TITULO> La ascensión al Gólgota (2)
<SUBTITULO>: Tentación
<AUTOR>: Alfiar
<ILUSTRACION>: Miniatura de la Biblia de Navarra
<SUMARIO>: Algún día tendremos que afrontar esta tentación. Sólo un Yo liberado de la forma y en completo equilibrio puede ascender a la Transfiguración.
CUERPO DEL TEXTO>:


"Y he aquí que vio abrirse los cielos y al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre él, mientras una voz del Cielo decía: este es mi hijo amado en quien tengo complacencia". Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto para ser tentado por el Diablo". (Mateo 3,16-17 y 4,1)
El propio Espíritu de Dios le llevó a someterse a la prueba, y, como toda experiencia en el plano físico está señalada por la cifra 40, pasó cuarenta días en el desierto ayunando y orando.
(...)
Ante éste hecho surge una pregunta: ¿Afrontó Jesús la tentación como el omnipotente Hijo de Dios que era, o lo hizo como hombre, con la posibilidad de ser vencido por ella? En cualquier caso, es necesario suponer que poseía el discernimiento para reconocerla como tal.
Al analizar el suceso vemos que por la tentación, el Mal se convierte en Bien. No hubo en la experiencia poder sobrenatural. Sólo el conocimiento adquirido en sus vidas y las milenarias reglas que le había llevado a esa purificación. Algo que está al alcance de cualquiera.
¿De qué medios se valió el Diablo para tentarlo?
A través de la propia naturaleza humana de Jesús. Fue el último punto de resistencia, la última rebelión, de esta naturaleza personal, llamada aquí Diablo, para mantener el control antes de entregarlo al Alma. Algún día todos tendremos que afrontar esta prueba. Sólo después de que el Yo se ha desvinculado de la forma, puede ascender al monte de la Transfiguración, para que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se hagan Uno.
Pasados 40 días el Diablo se aproximó a él. El relato no nos cuenta lo que hizo en ese tiempo, sólo que ayunó y oró. Después de éste ayuno de todo alimento físico, emocional y mental, las partes vulnerables de su naturaleza sintieron hambre. El relato nos lo presenta como un Alma Libre, Divina, sin las trabas del deseo ni de las implicaciones mentales de un ser corriente. Psicológicamente hablando: si desde su realidad superior se hubiera producido una identificación con algún aspecto de esa hambre que vehiculizó la tentación, hubiera caído en una inflación del Yo. Y era esto lo que debía probar: que estaba en el mundo, pero que ya no era del mundo. Que Mundo, Demonio y Carne ya no tenían poder sobre él.
Hay una tentación más sutil oculta detrás de esta duda. ¿Somos realmente divinos? Y si es así, ¿cómo expresar esta divinidad?
En cada una de las tres tentaciones, el Tentador comienza diciendo: "Si eres el Hijo de Dios...", si eres divino... A cada si, Jesús responde siempre: "Escrito está". Lo que no quiere decir que esté escrito en la Biblia, sino que el signo, el Verbo de Dios, estaba en él, escrito en su carne, como expresión de la verdad.
Cada tentación alude a un nivel de su realidad personal.
MAYA hace referencia al mundo de las energías físicas en las que vivimos. Es de carácter vital y poco sabemos de sus efectos en el plano físico y en el ser humano.
ESPEJISMO se refiere al mundo de las emociones y deseos. Produce falsos valores, equivocados deseos, innecesarias necesidades, preocupaciones inútiles, ansiedad y angustia sin fundamento. Es nuestra peor trampa.
ILUSION es un mal de la mente. Concierne a las ideas por las que vivimos y rigen el mundo del pensamiento de nuestra vida cotidiana.
La 1ª tentación es Maya. Empleamos nuestro poder divino para fines físicos y personales: buena salud, prosperidad, popularidad. Somos Hijos de Dios y tenemos derecho a esas cosas. Por ello: "Si eres Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan" y así satisfacer las supuestas necesidades físicas. Lo Divino nació en la Casa del pan (Belén), pero el pan al que se refiere el tentador no es el alimento espiritual, sino el de las necesidades del plano físico. Aquí reside la sutileza de la tentación. El Tentador presenta estas necesidades como justas.
Sin embargo: "no vivimos sólo de pan, sino del Verbo que fluye del Hombre Interior". Al vencer la tentación surge la primera Verdad: el plano físico es importante, pero vivir como Alma es el camino. Jesús fue tentado a utilizar su poder divino, a través de la sutil reiteración de su divinidad, con fines egoístas.
En la 2ª tentación, vence al Espejismo. El Tentador le lleva al pináculo del Templo y le dice:
"Si eres el Hijo de Dios, arrójate, porque escrito está: a sus ángeles mandará por él. A lo que Jesús respondió: escrito está también: no tentarás al Señor tu Dios."
 La clave de esta tentación está: primero, en el lugar: el pináculo del templo, el centro coronario, allí donde la comunicación con el Padre es posible; luego, en la respuesta: Jesús sigue afirmándose en su Divinidad. Aquí el Tentador cita las Escrituras en su provecho. Lleva a Jesús a un lugar sagrado y siembra la duda: ¿era Jesús realmente Hijo de Dios? ¿Tenía una misión que cumplir? ¿La vida del Alma era realidad?
Jesús se apoya en su Divinidad, enfrenta al Tentador con la afirmación de que sí, de que él es el Hijo de Dios y que por ello no puede tentarle. El Tentador se retira vencido.
Podríamos asegurar que, en alguna forma, Jesús ignora la tentación: la reconoce como irreal, como un espejismo, y se afirma en su experiencia divina. Porque si por un breve instante estuvimos en la presencia de la Divinidad y lo supimos, eso es Real. Jesús nos insta a apoyarnos en esa experiencia y rehusar toda otra cosa. La duda sólo puede eliminarse cuando los hombres apliquen a los problemas humanos, de Dios y del Alma, no sólo la clara y fría luz de la mente, iluminada por la intuición, sino el poder de esa experiencia que le confirma que el Alma es real.
La 3ª tentación es Ilusión. Otra vez le lleva el Tentador a un lugar elevado (la mente) y le dice:
"Si eres el Hijo de Dios, todo esto te daré si postrado me adoras. A lo que Jesús responde: Ve, Satanás, escrito está al Señor tu Dios adorarás y servirás."
Ni Maya ni Espejismo le apartaron de su camino. Todo su anhelo se enfocaba en un sólo punto. Ahora sabía que el aspecto forma no podía atraparlo. Sólo quedaba el deseo puro: el deseo de Dios. Con ese deseo y el Nombre venció. El desprendimiento de la forma se transforma en poder, un poder que está en la mente, pero cuya fuente es el Alma y su instrumento la personalidad.
El sentimiento de ese poder, el conocimiento de lo realizado, la comprensión de su capacidad, la habilidad para regir a otros, contienen el germen de esta tentación. Aquí el Tentador quiso atraparlo. La sutileza reside en el hecho de que la acción va dirigida a un móvil correcto. da a entender que ello sería bueno para su misión entre los hombres, ya que el tentador le concede todo su control sobre el mundo y el hombre.
¿Qué se interpuso entre él y la aceptación de esta oportunidad?
No es fácil comprender la respuesta. Lo que se interpuso fue su conocimiento de que Dios era Uno y Todo a la vez; y, en este Todo se hallaba incluido el hombre que él era. El Tentador le mostraba una imagen de la diversidad; pero la Conciencia Crística nacida en belén venía para unificar al hombre en un sólo ser: la Humanidad.
Aquí también Jesús sostuvo sus valores. No cambió su visión y la ilusión del poder se desvaneció: lo Real estaba aferrado a su mente, que lo irreal no lo ilusionó.
Una vez que el Tentador le hubo abandonado definitivamente, Jesús vuelve a Galilea donde hace tres cosas: retorna a la tarea que había emprendido, selecciona a sus discípulos e inicia el camino de ascensión al Gólgota. Ahora sabe que es Dios. Se había demostrado así mismo lo divino de su humanidad, y por ello, el Padre tenía que cambiar su vestido de carne por uno de Luz, tenía que subir al monte de la Transfiguración.

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