martes, 22 de marzo de 2016

La ascensión al Gólgota (1)


<TÍTULO>: La ascensión al Gólgota (1)
<SUBTÍTULO>: Bautismo
<AUTOR>: Alfiar
<ILUSTRACION>: El Bautismo de Cristo. Giotto. 1304. Ca

pilla de los Scrovegni. Padua.
<SUMARIO>: Por el bautismo, Jesús unifica las tres energías de su personalidad, ésta con su Alma y ambas con el Amor.

<CUERPO DEL TEXTO>:


Oculto en todo ser humano, el Verbo encarnado recorre la Rueda de la Vida -la Galilea- y a su debido tiempo, las dos realidades de nuestra realidad esencial: el alma y el cuerpo, Cristo y María, lo espiritual y lo material, bajo el influjo del Espíritu Santo, y después de incontables enfrentamientos, se aproximan a alcanzar una completa unión que permite, por intermedio de María -la materia-, que el Cristo-Niño nazca en Belén.
(...)


Con ello, largas jornadas concluyen, y, como dice el Maestro Eckart:
"El Padre pronuncia la palabra en el alma y, cuando el Hijo nace, todas las almas se convierten en María."
La Vida convoca a cada ser humano a su Belén personal para un nuevo nacimiento que le permita percibir que:
"María -sigue diciendo Eckart- es bendita, no porque concibiera a Cristo corporalmente, sino porque le lleva espiritualmente, y en este estado todos pueden obrar de igual modo que ella."
Los nacidos en Belén ya no pueden estar preguntándose dónde está el Alma. Ya sabe que cada vez que algo es percibido y sentido, ello es una experiencia del alma; que siempre que un pensamiento y un sentimiento se unifican, allí está el Alma, porque el Alma es Unidad.
Cristo nace en el Belén de la naturaleza personal (María) de Jesús y, ahora, esta alma, inicia el proceso de la última purificación de esta materia, su realidad personal. Siendo el bautismo en el Jordán el símbolo de esta purificación.
Cuando Jesús alcanza la madurez tiene 30 años. Solo entonces es que se somete a la purificación. El número 30 es 3 x 10. La triple naturaleza del hombre personal -física, emocional y mental- vela y oculta el Alma. Son el vehículo a través del cual la Conciencia Crística se desarrolla y despierta en el seno de la Materia.
Cuando esa triple realidad ha sido purificada, funcionan en armonía y se integran en una unidad, cada una se hace 10, símbolo de lo perfecto y completo. Es entonces cuando esa personalidad puede ser usada por el Alma, el Cristo en nosotros. La personalidad se ha integrado en un Yo y se ha unificado con el Alma. Pero este estado hay que probarlo ante lo divino y lo humano.
Por su propia realización personal, Jesús hizo posible que en él encarnara, por primera vez en este planeta, una cualidad sobresaliente de la Divinidad. Zoroastro nos mostró la Dualidad, Moisés reveló la ley, Buda Iluminó el camino y mostró la Verdad; Jesús encarnó el Principio Crístico del Amor y anunció al mundo que la Divinidad es Amor y que ese Amor puede manifestarse en forma humana. Mostró también que el mediador entre el Padre y el Hombre era el Alma. Y nos desafió a realizar lo que el demostraba que era posible. Incluso dejó entrever que aún hay aspectos de la Naturaleza de la Divinidad de los que no tenemos conciencia, a decir "el que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también, y aún mayores hará..."
En la purificación del bautismo Jesús realiza una múltiple unificación: unifica las tres energías de su personalidad (física, emocional y mental), unifica su Alma con su persona y fusiona todo esto con un aspecto espiritual superior, el Amor.
Por el proceso del bautismo y por los testimonios que le siguieron, Jesús-hombre evidencia su madurez, enfrenta su misión y demuestra su pureza y el poder de la Conciencia Crística nacida en él.
"Vino Jesús de Galilea -la Rueda de la Vida- al Jordán -lo que desciende- y se presentó a Juan -la puerta- para ser bautizado por él".
Dice Patanjali, en sus aforismos al Yoga, que "por la purificación, llega la quietud del espíritu y la capacidad para ver el Yo". El Bautismo es una purificación. Pureza viene del sanscrito pur que significa libre de..., libertad; o del griego pir que significa fuego. Ambos significados son complementarios. Jesús penetra en la corriente de las aguas que descienden -en la India se llama a este hecho entrar en la corriente-, y las aguas pasan sobre él sin afectarle.
El agua ha sido siempre el símbolo de la fluida naturaleza emocional, esa realidad de nuestra naturaleza personal en la que la conciencia está enfocada la mayor parte del tiempo. Juan bautiza por agua para testimoniar la purificación del mundo de los deseos y las emociones. Su objetivo es provocar una metanoia (palabra que se ha traducido erróneamente por arrepentimiento) y que significa cambio de mentalidad, como paso previo a una integración mayor, por el fuego, de la naturaleza mental.
"Yo os bautizo con agua, pero viene una más grande que yo..., que lo hará por fuego y Espíritu".
Nuestra realidad emocional ha sido por muchas vidas el campo de batalla en el que los Opuestos Esenciales de la manifestación del Universo se han enfrentado. Equilibrada y pacificada nuestra naturaleza de deseos o astral, el agua de los sentimientos debe ser sometida al fuego. Esta cocción alquímica produce vapor, niebla, bruma. Es decir: espejismo, la ilusión del plano emocional.
Se hace necesario salir de éste lugar que produce dolor. Agua quemada es el símbolo que los seguidores de Quetzalcóatl dan a este proceso. Aplicar el fuego de la mente al agua de las emociones es un paso voluntario. Es entrar en una zona en la que ciertas energías deben ser reconocidas; energías que hasta ese momento estaban pasivas y no controladas. Es el fruto de la metanoia por el que el enfoque espiritual de la realidad se hace inteligente y pensante.
Antiguos deseos, viejas reacciones astrales, emociones no habituales aún son poderosas. El Bautismo sumerge al candidato en la corriente astral de la Vida y le permite desarrollar una nueva actitud hacia esta energía. Porque lo que ahora es el objeto de su amor y anhelo, de su deseo y aspiración está en otra dimensión; y el control sobre lo viejo debe ser probado.
En el lenguaje esotérico de los símbolos, Río significa discriminación. Si Jordán es lo que desciende, la vida emocional que fluye a nuestro paso y en la que hemos de sumergirnos, el Bautismo debe permitirnos, a través de una cambio de mentalidad, el discernimiento, la discriminación sobre cuales son nuestros verdaderos sentimientos, anhelos y deseos. Y por esa misma discriminación, mostrar cual ha sido el control logrado sobre esa energía astral.
Antes de enfrentar un futuro de servicio consciente, cada servidor de la Voluntad del Padre debe hacer un total y limpio rompimiento con el pasado, sabiendo que desde ese momento ya nada será igual.
Juan Bautista -una cara de Jano es la puerta situada a nivel de las emociones, la otra cara de Jano es la puerta al cuerpo mental-, significa lo que Dios ha dado. Así: Juan, el aspecto divino oculto profundamente en el hombre y que le empuja a conseguir la pureza necesaria; Jesús, el discípulo consagrado y preparado para el proceso; y, Cristo, la nueva conciencia de ser Hijo de Dios; se sintetizan en este suceso sobre el que la Divinidad proclama su reconocimiento.
Dos cosas ocurren en esa crisis o iniciación que tiene lugar cuando el hombre, por su propio esfuerzo, se convierte en un servidor: descubre a sus otros hermanos servidores con los que puede asociarse y descubre la misión que se le ha confiado como servidor del Plan del Padre.
Una crisis o una iniciación como es el Nacimiento en Belén o el Bautismo, constituye un proceso de experiencia por el que el hombre sabe y siente en cada parte de su ser que la Vida es Real. En el Jordán, la Luz de los Cielos se volcó sobre Jesús y la Voz del Padre pronunció las palabras que resonaron en su conciencia:
"Y hubo una voz en los cielos que decía: este es mi hijo amado en quien tengo complacencia."
El Hijo del Hombre, Jesús, había sido purificado y su pureza reconocida; ahora tenía que probarlo. Esa purificación tenía que llegar a ser real en la conciencia.


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