<SUBTÍTULO>: Bautismo
<AUTOR>: Alfiar
<ILUSTRACION>: El Bautismo de Cristo. Giotto. 1304. Ca
<SUMARIO>: Por el bautismo, Jesús unifica las tres energías de su personalidad, ésta con su Alma y ambas con el Amor.
<CUERPO DEL TEXTO>:
Oculto en todo ser
humano, el Verbo encarnado recorre la
Rueda de la Vida -la Galilea- y a su debido tiempo, las dos realidades
de nuestra realidad esencial: el alma y el cuerpo, Cristo y María, lo
espiritual y lo material, bajo el influjo del Espíritu Santo, y después de
incontables enfrentamientos, se aproximan a alcanzar una completa unión que
permite, por intermedio de María -la materia-, que el Cristo-Niño nazca en
Belén.
(...)
Con ello, largas
jornadas concluyen, y, como dice el Maestro Eckart:
"El
Padre pronuncia la palabra en el alma y, cuando el Hijo nace, todas las almas
se convierten en María."
La Vida convoca a cada ser
humano a su Belén personal para un nuevo nacimiento que le permita percibir
que:
"María -sigue diciendo
Eckart- es bendita, no porque concibiera a Cristo
corporalmente, sino porque le lleva espiritualmente, y en este estado todos
pueden obrar de igual modo que ella."
Los nacidos en Belén ya no pueden estar preguntándose dónde está el
Alma. Ya sabe que cada vez que algo
es percibido y sentido, ello es una experiencia del alma; que siempre que un
pensamiento y un sentimiento se unifican, allí está el Alma, porque el Alma es
Unidad.
Cristo nace en el Belén de
la naturaleza personal (María) de
Jesús y, ahora, esta alma, inicia el proceso de la última purificación de esta
materia, su realidad personal. Siendo el bautismo en el Jordán el símbolo de
esta purificación.
Cuando Jesús alcanza la madurez tiene 30 años. Solo entonces es que se
somete a la purificación. El número 30 es 3 x 10. La triple naturaleza del
hombre personal -física, emocional y mental- vela y oculta el Alma. Son el
vehículo a través del cual la Conciencia Crística se desarrolla y despierta en
el seno de la Materia.
Cuando esa triple realidad ha sido purificada, funcionan en armonía y
se integran en una unidad, cada una se hace 10, símbolo de lo perfecto y
completo. Es entonces cuando esa personalidad puede ser usada por el Alma, el
Cristo en nosotros. La personalidad se ha integrado en un Yo y se ha unificado
con el Alma. Pero este estado hay que probarlo ante lo divino y lo humano.
Por su propia realización personal, Jesús hizo posible que en él
encarnara, por primera vez en este planeta, una cualidad sobresaliente de la Divinidad. Zoroastro
nos mostró la Dualidad,
Moisés reveló la ley, Buda Iluminó el camino y mostró la Verdad; Jesús encarnó el
Principio Crístico del Amor y anunció al mundo que la Divinidad es Amor y que
ese Amor puede manifestarse en forma humana. Mostró también que el mediador
entre el Padre y el Hombre era el Alma. Y nos desafió a realizar lo que el
demostraba que era posible. Incluso dejó entrever que aún hay aspectos de la Naturaleza de la Divinidad de los que no
tenemos conciencia, a decir "el que en mí cree, las obras
que yo hago, él las hará también, y aún mayores hará..."
En la purificación del bautismo Jesús realiza una múltiple
unificación: unifica las tres energías de su personalidad (física, emocional y
mental), unifica su Alma con su persona y fusiona todo esto con un aspecto
espiritual superior, el Amor.
Por el proceso del bautismo y por los testimonios que le siguieron,
Jesús-hombre evidencia su madurez, enfrenta su misión y demuestra su pureza y
el poder de la
Conciencia Crística nacida en él.
"Vino
Jesús de Galilea -la Rueda
de la Vida- al
Jordán -lo
que desciende- y se presentó a Juan -la puerta-
para ser bautizado por él".
Dice Patanjali, en sus aforismos al Yoga, que "por
la purificación, llega la quietud del espíritu y la capacidad para ver el Yo". El Bautismo es
una purificación. Pureza viene del sanscrito pur que significa libre
de..., libertad; o del griego pir
que significa fuego. Ambos
significados son complementarios. Jesús penetra en la corriente de las aguas
que descienden -en la India
se llama a este hecho entrar en la
corriente-, y las aguas pasan sobre él sin afectarle.
El agua ha sido siempre el
símbolo de la fluida naturaleza emocional, esa realidad de nuestra naturaleza
personal en la que la conciencia está enfocada la mayor parte del tiempo. Juan
bautiza por agua para testimoniar la purificación del mundo de los deseos y las
emociones. Su objetivo es provocar una metanoia
(palabra que se ha traducido erróneamente por arrepentimiento) y que significa cambio de mentalidad, como paso previo a una integración mayor, por
el fuego, de la naturaleza mental.
"Yo
os bautizo con agua, pero viene una más grande que yo..., que lo hará por fuego
y Espíritu".
Nuestra realidad emocional ha sido por muchas vidas el campo de
batalla en el que los Opuestos Esenciales de la manifestación del Universo se
han enfrentado. Equilibrada y pacificada nuestra naturaleza de deseos o astral,
el agua de los sentimientos debe ser sometida al fuego. Esta cocción alquímica produce vapor,
niebla, bruma. Es decir: espejismo, la ilusión del plano emocional.
Se hace necesario salir de éste lugar que produce dolor. Agua quemada es el símbolo que los
seguidores de Quetzalcóatl dan a este proceso. Aplicar el fuego de la mente al
agua de las emociones es un paso voluntario. Es entrar en una zona en la que
ciertas energías deben ser reconocidas; energías que hasta ese momento estaban
pasivas y no controladas. Es el fruto de la metanoia por el que el
enfoque espiritual de la realidad se hace inteligente y pensante.
Antiguos deseos, viejas reacciones astrales, emociones no habituales
aún son poderosas. El Bautismo sumerge al candidato en la corriente astral de la Vida y le permite desarrollar
una nueva actitud hacia esta energía. Porque lo que ahora es el objeto de su
amor y anhelo, de su deseo y aspiración está en otra dimensión; y el control
sobre lo viejo debe ser probado.
En el lenguaje esotérico de los símbolos, Río significa discriminación.
Si Jordán es lo que desciende, la vida emocional que fluye a nuestro paso y en
la que hemos de sumergirnos, el Bautismo
debe permitirnos, a través de una cambio de mentalidad, el discernimiento, la
discriminación sobre cuales son nuestros verdaderos sentimientos, anhelos y
deseos. Y por esa misma discriminación, mostrar cual ha sido el control logrado
sobre esa energía astral.
Antes de enfrentar un futuro de servicio consciente, cada servidor de la Voluntad del Padre debe
hacer un total y limpio rompimiento con el pasado, sabiendo que desde ese
momento ya nada será igual.
Juan Bautista -una cara de Jano es
la puerta situada a nivel de las emociones, la otra cara de Jano es la puerta
al cuerpo mental-, significa lo que Dios
ha dado. Así: Juan, el aspecto
divino oculto profundamente en el hombre y que le empuja a conseguir la pureza
necesaria; Jesús, el discípulo
consagrado y preparado para el proceso; y, Cristo,
la nueva conciencia de ser Hijo de Dios; se sintetizan en este suceso sobre el
que la Divinidad
proclama su reconocimiento.
Dos cosas ocurren en esa crisis o iniciación que tiene lugar cuando el
hombre, por su propio esfuerzo, se convierte en un servidor: descubre a sus
otros hermanos servidores con los que puede asociarse y descubre la misión que
se le ha confiado como servidor del Plan del Padre.
Una crisis o una iniciación como es el Nacimiento en Belén o el Bautismo,
constituye un proceso de experiencia por el que el hombre sabe y siente en cada
parte de su ser que la Vida
es Real. En el Jordán, la Luz
de los Cielos se volcó sobre Jesús y la
Voz del Padre pronunció las palabras que resonaron en su
conciencia:
"Y
hubo una voz en los cielos que decía: este es mi hijo amado en quien tengo
complacencia."
El Hijo del Hombre, Jesús, había sido purificado y su pureza
reconocida; ahora tenía que probarlo. Esa purificación tenía que llegar a ser
real en la conciencia.
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