domingo, 13 de diciembre de 2015

La Singladura de Occidente 26

La Singladura de Occidente
Capítulo 26
Niveles de existencia

Los viejas culturas y civilizaciones creían en el mito del Eterno Retorno, dentro del cual todo se mueve cíclicamente. La racionalidad interpretó este mito creyendo que el ciclo se cerraba sobre si mismo, aunque las antiguas culturas no lo creían así. Los mayas por ejemplo, a través de sus calendarios, tenían constancia de que todo vuelve, pero “no de la misma manera”, como me decía Wuakatel Utiu -“Lobo errante”-, un anciano maya de Guatemala que había sido comisionado por su pueblo para defender los derechos de los mayas quichés de aquel país ante las Naciones Unidas.
(...)

Una de las características del punto de vista cíclico de la Historia es que, en vez de percibir una dirección lineal en el cambio social, contempla un proceso de recurrencia; en vez de una persistente improvisación, vislumbra rediseño y remodelación; en vez de un despliegue "ad infinitud” de nuestras potencialidades, percibe una decadencia de ellas; y aunque no desestima los factores tecnológicos y económicos, considera el cambio cultural como la principal de las transformaciones sociales, siendo más importante los sujetos (líderes, masas, elites, pueblos, civilizaciones…) que los elementos considerados por nosotros objetivos del cambio social. Para el punto de vista cíclico de la Historia, el cambio social no es una línea ascendente de progreso continuo que llega hasta nuestra modernidad, sino una sucesión de ciclos, en los que lo que nosotros llamamos modernidad sería contemplado como una etapa, aunque mejor sería decir, recurrencia de la Historia de la Humanidad, donde es posible apreciar apariciones, desarrollos y desapariciones de las sociedades, las culturas y las civilizaciones.
Ya Herodoto creía que existían ciclos de gobierno: se comenzaba por la monarquía, a la que seguía la tiranía, luego la oligarquía, de donde se pasaba a la democracia y se terminaba en la anarquía. Aristóteles, un poco después, señalaba que “lo que ha sido es lo que será, lo que se ha hecho es lo que se hará.” A finales de la Edad Media, Abd al-Rahman Ibn Jaldún (1332-1406) señalaba que “Nada hay nuevo bajo el Sol”. Decía que cada tres generaciones había un cambio de civilización y que cada una de ellas pasaba por una fase de crecimiento, madurez y senilidad. A caballo entre el siglo XVII y XVIII, Giambattista Vico nos hablaba de los tres estadios del ciclo de la Historia. A principios del S. XIX Nicolai Danilevsky, historiador y economista ruso, decía que la historia humana no era lineal y progresiva, sino cíclica y repetitiva. Añadiendo que la Historia la hace la gente y no solo las élites. Muy crítico con el darwinismo, es el precursor de la concepción pluralista del devenir social y de la diversidad cultural: “Cada civilización, surge, desarrolla su propia forma, sus propios valores, enriqueciendo de este modo el tesoro total de los logros culturales humanos y después perece sin ser continuada en su forma esencial o específica por ninguna otra sociedad posterior.”
En tiempos más recientes tenemos a Oswald Spengler, para el que “Las culturas son organismos. La Historia universal su biografía.” Lo que en realidad existe son múltiples sistemas de pensamientos singulares en cada civilización, por lo que nada hay que pueda llamarse universal. Arnold Toymbee desarrolló la idea de que las civilizaciones son una respuesta de los grupos humanos a los desafíos, naturales o sociales, que la vida les impone. Cada civilización crece y se desarrolla cuando su respuesta a ese desafío no solo tiene éxito, sino que estimula nuevos desafíos; y decae cuando se ve impotente para enfrentarse a ellos.
En la actualidad, sociólogos e investigadores como Immanuel Wallerstein, principal teórico del análisis del “sistema-mundo”, Niall Ferguson, o Samuel Huntington, entrarían dentro de las premisas consideradas en la Dinámica Espiral, para la cual, cada entorno necesita de una determinada manera de pensar y actuar si quiere que sus individuos sean ejecutores de las acciones necesarias para su control y desarrollo; o, simplemente, para sobrevivir. Las condiciones de vida activan nuestras capacidades cerebrales las cuales hacen posible que podamos poner en práctica nuevos niveles de existencia. Esto nada tiene que ver con la inteligencia. La inteligencia (“Inter-ligare”), es la facultad que tiene nuestra mente para relacionar cosas, pero la emergencia de nuevos niveles de existencia o de conciencia no se corresponde con un progreso de nuestra inteligencia. Al relacionar las cosas, la inteligencia, lo único que puede es advertir que nuestro mundo se ha convertido en algo extremadamente complejo.
La Dinámica Espiral postula que ninguno de los niveles de existencia que han emergido a lo largo del tiempo, es mejor o peor que otro, ni superior ni inferior. Todo lo más podríamos decir de cualquiera de ellos es el que se encuentra mejor adaptado a las condiciones de vida del momento en que surgió, que otro; pero esto afecta solo a las circunstancias y no a la cualidad intrínseca de dicho nivel.
Señala Don Beck y Chris Cowan en el capítulo 1 de su obra “Dinámica Espiral” que:
Cada vez que experimentamos los Nuevos Tiempos, la nueva secuencia de pensamiento, se desarrolla una visión controvertida y revolucionaria de la naturaleza humana. La síntesis de ideas, perspectivas y teorías resultante conduce a un estimulante reajuste del concepto de lo que significa ser humano.
Estamos ahora en la séptima expresión de las secuencias de tiempo/formas-de-pensamiento. Se reanuda la búsqueda de los mecanismos centrales que forman la naturaleza humana, pero esta ocasión va a ser revolucionaria. Creemos que el conocimiento y las perspectivas cruciales para descubrirlas existen ya en las contribuciones de dos grandes pensamientos. El primero es el esquema expansivo de los Niveles de Existencia Humana desarrollado por Clare W. Graves… El segundo es el concepto de “memes”, introducido por el biólogo británico Richard Dawkins y amplificado más tarde por el psicólogo Mihaly Csikszentmihali. Juntos combinan las lecciones de la biología molecular y de la neurociencia con la investigación psicológica más tradicional.”
De ello hablaremos en próximos artículos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario