domingo, 6 de septiembre de 2015

La Singladura de Occidente 19

La Singladura de Occidente
Capítulo 19
Nuestro miedo a la Vida

Obra de Mihay Criste
 El Dios Progreso aún no se ha apercibido de un hecho que se vislumbra bajo la mente alienada: comenzamos a sentirnos horrorizados por tanta matanza, por tanta muerte inútil, por tanta perversión… De vez en cuando, el atisbo de una nueva conciencia parece brotar en el hombre (ya no solo de Occidente, pues casi todo el planeta se ha convertido en Occidente) que le lleva, en esos momentos de lucidez, a levantar su voz contra gobiernos, demócratas o no, terroristas, fundamentalistas y totalitarios. Aunque aún nos falta alcanzar la conciencia que nos lleve a comprender que esos comportamientos llenos de violencia son el resultado de la hipertrofia de nuestra razón escindida; una patología que conlleva, con un incremento del coeficiente intelectual, un aumento de la intolerancia.
(...)


¿Cómo no ver que lo que se esconde detrás de esas patologías es el miedo y el odio que le tiene el hombre de nuestra cultura a la Vida, a los espontáneo y diverso, a los que "no es de mi raza", a lo que no es "de mi credo", "de mi color"..., a lo que no es “lo nuestro”, a lo que es "extranjero"? ¿Quién no ha visto, aunque sea en el cine, algo tan alejado de la Vida como las paradas militares del III Reich? En aquel prodigio de uniformización militar, no se aprecian personas, solo engranajes de un mecanismo anónimo, de una razón objetiva capaz de allanar el universo, una sociedad donde todo está bajo control, donde nada se aparta de la norma, donde a fuerza de no ser nadie uno evita la arriesgada aventura de vivir.
Obra deTomasz Alen Kopera
Tenemos miedo a la libertad, como señalaba Erich Fromm, por ello, impregnamos nuestra vida de rigidez: rigidez en el caminar, en el hablar, en el cuerpo, en el alma, en la percepción, en la acción, en el carácter y en las ideas. A través de esa rigidez, de esa “coraza caracteriológica”, como la llamaba Wilhem Reich, podemos renunciar a nuestra condición de seres humanos y, sobre todo, a la condición de Hijos de la Naturaleza, una naturaleza diversa, flexible, versátil, impredecible, carente de rigidez, armoniosa y abierta. Pero siempre en equilibrio. Una naturaleza donde la Vida y la Muerte se complementan y se retroalimentan permanentemente. Todo lo contrario que la metáfora del Totalitarismo -como se nos enseñaba en clase cuando yo era niño, y luego joven, y después adulto-, que pretende ser UNA, es decir, uniforme y fija; GRANDE, es decir, con Voluntad de Poder; y LIBRE, libre de todo lo que es natural y de todo lo que está vivo. El frío y fino metal de la razón escindida hace prodigios a la hora de tejer alambradas, de encender piras y de construir hornos y cámaras de gas. ¿Cuándo vamos a darnos cuenta que la barbarie y la violencia, el sojuzgar y esclavizar a otros seres humanos, no está en nuestro cuerpo, sino en el miedo que nuestra mente escindida le tiene a la Vida?
Obra deTomasz Alen Kopera
Aunque, sea cual fuere la opción que tomemos, algo es ya evidente: la singladura de la rebelión del hombre occidental contra la Vida está llegado a su fin. Y como toda la Naturaleza es Dual, o al menos así se manifiesta a la comprensión de la conciencia actual del hombre, solo hay dos caminos posibles: o triunfa la rebelión, aunque el dios Progreso ya no nos lleve a ninguna parte y se acaba lo que creemos llamarse vida, o triunfa la Vida y se disuelve la rebelión. Las profecías dicen que Satanás, el engañador y controlador de la Vida, será apresado y encarcelado por mil años, aunque luego regresará para un combate final.

Esperemos que aún quede, en algún lugar de nuestra naturaleza, un átomo de cordura, y que la profecía tenga razón porque, en caso contrario, la cibernética hechicera Circe terminara convirtiéndonos, como a los compañeros de Ulises, en cerdos, en híbridos o clones de nosotros mismos y nos despojará de nuestra condición humana con sus extravagantes hechizos. Ante semejante panorama, ¿tendremos, como decía Nieztsche, que "lanzarnos a lo prohibido"? Nadie como él criticó las verdades fijas y el espíritu de la pesadez. Pero, ¿dónde podemos encontrar lo prohibido? ¿Y qué es lo prohibido? Aunque, dado que el Sistema aplaude el competir y progresar a costa del prójimo, el ver al otro como rival y el pasar por encima de él, ¿no será lo prohibido el aprender a cooperar y el ver al "otro" como hermano? Puesto que el miedo nos obliga a levantar altas murallas para protegernos y a separar la razón del corazón, ¿no será lo prohibido el abrirnos para escuchar nuestros sentimientos, para escuchar nuestro cuerpo y escuchar el clamor y el amor de la Tierra?

Como Teresa de Ávila, como Juan de la Cruz, y tantos otros que por ella pasaron, Occidente vive hoy su "noche oscura del alma”, que también es la noche oscura del planeta, del mar, del aíre... Para aislarse de esa noche, el hombre escindido construye edificios inteligentes, cerrados a cal y canto con cristal oscuro, para encerrarse en ellos. ¿Podremos volver a ver, desde ellos, la Tierra con nuestra mirada original? “Creo que los hombres blancos están tan asustados del mundo que no quieren verlo, sentirlo, olerlo...”, decía un chamán Lakota. Nuestra civilización es un barco que se hunde. Pero nadie quiere saltar al agua, nadie parece querer nadar, libremente, para regresar a Ítaca.
Obra deTomasz Alen Kopera

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