domingo, 31 de mayo de 2015

La Fuente Iluminada 15


La Fuente Iluminada
(continuación)

Cuarta Parte
(continuación)

 Los mundos intermedios
Ya se os han dicho los conocimientos básicos que hay que tener presentes cuando la mente empieza a querer comprender aquella realidad trascendente que la rodea. Ahora vamos a pasar al segundo punto.

Los elementos que han constituido el primer movimiento de la idea divina, se van transformando según su nota va descendiendo por los mundos intermedios. A veces alcanzan dimensiones más amplias de las que fueron proyectadas, porque la fuerza en ciertos lugares no es obstaculizada y el impulso de la energía se puede desarrollar en ellos hasta el máximo de sus posibilidades.

Estos mundos de niveles perfectos son habitados por seres que comparten con su naturaleza el principio creador siendo canales de luz de la energía primera, y ésta perfección de sus naturalezas purísimas sirven de acumulador para transmutar la energía, que es ayudada a ser enviada a otros mundos menos perfectos.

Estos otros mundos, donde ya empieza a encontrarse pequeños rincones en donde la energía es levemente detenida al ser más lento su descenso, son los mundos de las ideas arquetípicas. Allí, cualquier forma posible tiene la oportunidad de ser, cualquier imagen tiene la capacidad de reflejarse y contemplarse a sí misma usando su propia energía como espejo. Sólo las imágenes pensadas largamente son las que van adquiriendo la densidad suficiente que les permite descender su esencia a un círculo inmediatamente inferior. Los otros pensamientos en los que la constancia no se manifiesta, quedan depositados nutriéndose de la energía matriz, en espera de que las mentes se concentren en ellos para poder tener su opción a ser reales.

En el mundo inferior siguiente, aquellos principios mentales de forma que se han independizado, van descubriendo cada posibilidad encerrada en ellos y van separando sus elementos. Distribuyen esos elementos entre las dualidades generadoras de la fuerza polar de la creación, y luego se diluyen en esa fragmentación pasando a ser una multiplicidad elaborada ya por especialidades.

Cada pareja mental de la dualidad va dirigiendo su energía hasta alcanzar los orígenes de la idea, y va proporcionando la fuerza creadora que densifica el pensamiento y lo hace adquirir forma dentro del molde material. Luego, ahí en los mundos primeros de materialidad física, y entre todas las densidades dispuestas a encerrar la idea, ésta se va desarrollando adquiriendo las dimensiones propias de cada mundo en particular, dando comienzo a su nacimiento físico material.

Es entonces cuando el reflejo divino es invertido y comienza el desarrollo de la conciencia a través de la luz. Luz que tienen que ser encontrada después de arduos trabajos en diversas vidas paralelas, que proporcionan a ésta conciencia las experiencias más perfectas que se puedan desear en condiciones múltiples de elaboración, hasta llegar al encuentro de su propia interioridad.

 
Más sobre el Alga y el Omega

Se os ha dicho que Alfa y Omega son unánimemente proyectadas. En el misterio que se encierra en este símbolo está la clave de toda la realización a conseguir. La energía que se emite al comienzo de un acto de creación, se enlaza instantáneamente con la energía con que ese mismo acto termina, y es justo en ese instante donde está toda la posibilidad de aprovechar esa fuerza superior para ser usada en una transmutación de los elementos.

Ahí es donde debe de contraerse la energía para que, al replegarse, sea lanzada en un nivel más alto conscientemente, dando realidad al proyecto deseado por la mente. Así crea el Padre y así podéis crear vosotros, si sois capaces de comprender éste principio y las leyes que lo rigen.

Todo es cuestión de saber que la energía primera es igual que la energía última en cualquiera de sus manifestaciones, y que el salto vibracional sólo puede ser dado si es entendido el proceso interno de la trayectoria que sigue la energía.

Por ese medio crearéis en el mundo material todo aquello que deba de ser modificado, bien por vuestra voluntad o bien porque se quiera acelerar el proceso natural de cada ser vivo. Pensar y meditar sobre esto que os decimos, porque de su comprensión depende el alcance que puedan tener vuestros actos trascendentes.

 Vuestro universo personal

Descubrir en medio de todas las enseñanzas que os estamos diciendo aquellas que particularmente son dirigidas a vuestro aprendizaje específico. Todo es dicho bajo fórmulas generales, pero escondida entre la información se encuentran aquellos puntos personales en los cuales tiene que apoyarse el trabajo especial de alguno de vosotros. Entenderlo así y pensarlo profundamente para que vuestra luz personal se vaya intensificando lo más rápido posible.

Cuando vuestros ojos lean las palabras que os estamos diciendo, cada cual recibirá aquella fuerza específica a la que corresponde su orden de vibración, y desde ese plano iréis recibiendo la fuerza mental que proyectamos para que vayáis percibiendo vuestro punto de trabajo y vuestra fuente de energía personal.

Los designios del Padre funcionan de ésta manera, y es asombroso el poder comprender cómo dentro de un mismo texto las realidades personales adquieren aquél alimento que las nutre en el punto más débil de su proceso de regeneración.

Seguimos. Ya están los principios expuestos de forma sencilla y clara. Las líneas del plan de trabajo ya están trazadas de una forma básica que os permiten comprender el diseño sin perderse en los detalles del mismo que, ahora, no necesitáis saber todavía. La energía por sí misma va construyendo esos detalles todavía imprecisos para vuestras mentes, y decide el acceso a ellos de aquellos seres cuya capacidad de percepción los acerca a las maravillosas dependencias o estancias establecidas por el Padre, donde la energía se transmuta a estados sublimes y donde la esencia de los mundos es depositada.

Allí todo resplandece como un ascua de luz negra. Allí el canto angélico del sonido silencioso resuena marcando los límites a una creación todavía no manifestada. Allí las potencialidades encerradas en el repliegue de la mente de la esfera única, de la fuente viva, se contemplan en un alborozo de gozosa alegría, admirando todo el proceso que se encierra dentro de ellas. Allí resplandece la sabiduría con que el propósito divino va a desarrollar ésta inconmensurable fuerza que es la realidad primera y última. 

El velo cubre estas esferas, sólo el principio creador tiene allí su morada. El resto de los seres que construimos el Universo seguimos las órdenes allí emanadas, pero no tenemos acceso, todavía, a la fuente de luz viva. Es tan alta la vibración que allí se encierra, que cualquier intrusión de otra mente que no sea la divina alteraría el orden de la emanación y el Cosmos no podría empezar a ser reflejado en su profunda realidad. Caos y Cosmos siguen el orden establecido, nadie puede interferir, porque es el principio más sagrado dentro de lo divino.

Pensar esto que os decimos, meditarlo bien. Luego, decidir cómo organizar dentro de vosotros vuestro universo personal, pues éste funciona exactamente igual que el de arriba. El espacio reservado a la fuente de energía que se encierra en vuestro espíritu, es el lugar de vuestra propia luz donde nadie puede intervenir, donde todo es sagrado. Allí vosotros tenéis que decidir a qué acto le dais creación en vuestras vidas, a qué pensamiento debe de seguir la energía, a qué orden se ajustan vuestras obras en el plano material. De todo ello dependerá vuestro avance evolutivo, pues así se marcan vuestros pasos por el camino.


 La fuerza de la gravedad

Hijos míos, quisiera hablaros hoy sobre esa fuerza de la creación que conexiona a toda la materia, a esa fuerza a la que llamáis gravedad, y que es el sostén físico de todos los cuerpos densos y no densos con los que el Padre ha poblado su sueño, dentro de las esferas correspondientes a la onda de creación.

La gravedad, tal y como la conocéis, es el antepenúltimo escalón de la escala universal dentro del plano material. Según va subiendo de nota en los niveles superiores, la gravedad va perdiendo su grado de materialidad y se va transformando sutilmente en la fuerza que une y sostiene universos con características parecidas, pero a la vez diferentes, de las funciones con que se manifiesta ahí en ese plano. Es la misma fuerza, pero distribuida en una gama de posibilidades infinitas donde el gradiente de sus emanaciones va influyendo en los mundos según la densidad de éstos lo necesiten. Es una sola fuerza, pero su manifestación es múltiple.

Al final, en la más pura de sus expresiones, esta fuerza llamada gravedad transforma su tejido de hilos de energía en luz condensada, que permite sostener dentro de ella a los cuerpos etéreos luminosos que no necesitan densidad alguna para su manifestación. Estos cuerpos que habitan en los diferentes niveles de los diferentes universos, son energías sutiles de muy alta vibración que sólo necesitan para su desarrollo la mínima conexión que les proporciona esa fuerza llamada gravedad, en su manifestación más sublime de unión de luz.

Esa misma fuerza a la que llamáis gravedad, cuando llega a los altos niveles en donde la palabra es pronunciada, se convierte en amor puro que penetra y sostiene la primera idea emanada en el primer pensamiento, convirtiendo a este amor en el más perfecto vehículo de la conexión total que existe dentro del centro de vida.

El amor es la mayor fuerza de cohesión que hace completarse, sostenerse y equilibrarse a cualquier cuerpo que habite dentro de él. Del amor hacia abajo, cualquier posibilidad real de cohesión puede ser construida. Del amor hacia abajo, todo lo emanado es sumergido en una misma fuerza, que conserva el equilibrio impregnando con sus hilos las proporciones exactas de la Obra. Del amor hacia arriba, sólo la luz es la trayectoria siguiente.

Empezar a conocer esta fuerza primordial, múltiple en su manifestación y única en su origen, que os mantiene unidos a vuestra forma física permitiendo que la cohesión de vuestros átomos y la de vuestras esferas se desarrollen dentro de sus límites, marcando las diferencias y respetando las particularidades de cada cuerpo.

La imagen reflejada es mantenida y perpetuada por esta fuerza, el camino de la transformación de la materia se hace a través de esta fuerza, y el orden de perfecto equilibrio sólo se logra conociendo su manifestación, tanto en los cuerpos externos como en los internos, pues todo está unido y conservado a través de esta Ley de luz y equilibrio a la que llamáis fuerza de gravedad.
 


domingo, 24 de mayo de 2015

El Camino con Corazón


<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 25/10/1992> 
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: El Camino con Corazón
<SUBTÍTULO>: O el camino de regreso a casa .
 <AUTOR>: Alfiar
<SUMARIO>: El Alma se forma por la combinación del Espíritu y el cuerpo material y personal.
<CUERPO DEL TEXTO>:


Existe la creencia, y es una idea generalizada, que el hombre que quiere seguir un camino espiritual tiene que ser una especie de borrego manso y bondadoso, desprovisto de toda utilidad dentro del mecanismo social y de las facultades de razonamiento y de sentido común, dispuesto a sufrir mansamente los ataques de cualquier adversario.
(...)

domingo, 17 de mayo de 2015

El Centro del Mundo 13

La Singladura de Occidente

Capítulo 13
El Centro del Mundo

De nuestra cultura se ha dicho que es la menos antropocéntrica de las culturas. Eso es algo que le debemos a la Ciencia por habernos mostrado que el ser humano, como máquina biológica, no es diferente a las demás criaturas, ya que todos somos un combinado de moléculas, o que la Tierra es solamente una errante mota de polvo en el espacio infinito.
En cambio, para el hombre premoderno era normal el sentirse el centro de la realidad y situar a su cultura en el centro del mundo. Para los griegos, ese centro del mundo era Delfos; para los Incas, era el Quzco o Qosco; el monte Fuji para los japoneses; el Kailas para los tibetanos, la Meca para los árabes, Jerusalén o Roma para los cristianos. Cuando los hombres de esas culturas caminaban por el mundo, la Tierra basculaba sobre dichos centros. Hasta los mapas que intentaban representar al mundo eran trazados teniendo como punto de origen esos centros.
Por su parte, la Crítica Científica, ha dicho que los orígenes de nuestra cultura, incluso que las culturas foráneas a la nuestra, son inmaduras y arrogantes. En cambio, Alce Negro señala que perder el Círculo Sagrado es dejar de ser un ser humano. Nuestra cultura está ciega a la comprensión de que el centro de la realidad está en todas partes; de que cada persona tiene su propia verdad en la medida en que es honesta consigo misma; de que cada ser humano tiene su propio camino, un camino que ha de hacerse al andar, sintiéndose centro de si mismo y, por lo tanto, centro del mundo.
Este es mi camino, ¿dónde está el vuestro?”. Así hablaba el Zaratustra de Nieztsche a quienes le preguntaban por "el camino" y por "la verdad". Y es que el camino no existe, existen los seres humanos, y cada uno ha de estar centrado en si mismo. Es cierto que no hay un centro del mundo como proclama la Ciencia porque, en realidad, lo que hay son múltiples centros. Del mismo modo que necesitamos agua, vitaminas y amor, también necesitamos sentirnos arraigados en nuestro cuerpo y en nuestro entorno: necesitamos sentirnos el centro de nuestro propio mundo. Sólo así, con los pies firmes en un suelo estable y centrado, podremos apreciar en cada "tú" un mundo con su propio centro y su propio camino. Sin esta sensación de ser centro, perdemos toda orientación, toda estabilidad; caminamos errantes, como náufragos sin rumbo. Cuando estamos centrados en nosotros mismos, ya no necesitamos crear un mundo artificial donde todo tenga que estar bajo control para poder sentirnos seguros. La Voluntad de Poder y el Narcisismo, surgieron para compensar nuestro desarraigo y nuestra angustia.
Cuánto más dominemos a la Naturaleza y más la sometamos a nuestro control, más grande se hará la crisis y lo imprevisible terminará derrotándonos. Cuanto más burocraticemos el mundo, más anónimos nos sentiremos. Cuanto más nos llenemos de "objetos", más vacíos de significado estaremos. El vengativo afán de dominar el mundo es, a corto plazo, fascinante; a medio plazo, estéril y, a largo plazo, es un suicidio.
Necesitamos recuperar nuestro arraigo, un centro propio, un círculo sagrado. Pero no podemos volver atrás. No podemos volver al sistema de Ptolomeo, ni a la cultura cheroqui o tibetana. No podemos regresar al narcisismo infantil, ni al culto matriarcal de la Gran Madre, ni a las formas de vida de las culturas premodernas, por mucho que algunos lo intenten. No se puede volver atrás. No se puede regresar al Paraíso. Un ángel con una espada de fuego nos lo impide, cuando de un solo tajo cortó el ciclo del eterno retorno, lo estiró extendiendo con ello el tiempo, y nos dejó, a la vez, sin pasado y sin futuro. Sólo podemos hacer una cosa: podemos dar el primer paso para reconciliarnos con el mundo; también podemos rehabilitar nuestro cuerpo, sobre todo para que se adapte de nuevo a los ciclos de la Naturaleza.
Nuestra cultura desarraigada dice que "tenemos" un cuerpo, de la misma manera que un jinete tiene un caballo, o un conductor tiene un coche: "mi cuerpo", "mi caballo", "mi coche"; es algo que no forma parte de nuestro "yo". Estamos identificados con nuestra cabeza y vemos el resto del cuerpo como algo que está ahí abajo, que a veces se porta bien y otras nos da problemas; es decir, lo vemos como un objeto que hay que cuidar porque en alguna forma dependemos de él. Y puede ocurrir que, quien "tiene" un cuerpo, como el que tiene un coche, quiera adornarlo y aumentar su fulgor y su potencia, para así mejor venderlo en el mercado de la personalidad, pero sin llegar a sentirlo como parte de su ser.
Esta preocupación del cuerpo como un objeto al servicio del "yo" (identificado con la mente), la expresaba Descartes, para quien el cuerpo era una simple máquina, una suma de minúsculos relojes. Y esta visión, con ligeras variantes, es la visión que tiene la Ciencia y la que tenemos nosotros en la actualidad. Solo los poetas no se dejaron convencer. Sabían que la rima brota del cuerpo y que las palabras nacen de los dedos de la mano, después de haber pasado por las cuerdas vocales. “La energía es deleite eterno (...) y viene del cuerpo”, escribía Willian Blake. Mientras que para D. H. Lawrence “Es el cuerpo el que siente verdadera hambre, verdadera sed, verdadero goce en el sol o en la nieve, verdadero placer en el olor de las rosas [...] Todas las emociones pertenecen al cuerpo y, la mente, lo único que hace, es reconocerlas.”
Deberíamos plantearnos una pregunta muy personal: ¿"Tenemos" un cuerpo, o "somos" un cuerpo? Si solo lo tenemos, éste puede ser objeto de uso, pero si lo somos, “ese precioso cuerpo humano” que decía el Buda, no cabe duda que ese cuerpo es nuestro centro.


domingo, 10 de mayo de 2015

La Fuente Iluminada 14


La Fuente Iluminada
(continuación)

Cuarta Parte
(continuación)

 El sueño de un sueño
 Arriba se determina el momento en que cada función de la energía debe tomar cuerpo real en esa vuestra dimensión. Es por eso que, a veces, no comprendéis el desenvolvimiento del proceso creador, ya que juzgáis con los patrones de ahí abajo lo que no tiene que ser medido en esa dimensión.
(...)

domingo, 3 de mayo de 2015

De nobis ipsis loquemun


<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 18/10/1992>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: "De nobis ipsis loquemus"
<SUBTÍTULO>: Hablemos de nosotros mismos.
<AUTOR>: Alfiar
<ILUSTRACION>: "Niño geopolítico observando el nacimiento del hombre nuevo". Dalí (1943).
<SUMARIOS>: Cualquier método es bueno si nos permite ser tolerantes con nuestros prójimos y actuar sin prejuicios.
<CUERPO DEL TEXTO>:

Niño geopolíco observando el nacimiento del hombre nuevo. Dalí, (1943)

Cuando Kant, allá en el siglo XVIII formulaba su "Crítica de la Razón Pura", inicia su discurso con estas palabras: "DE NOBIS IPSIS SILEMUS = Guardemos silencio acerca de nosotros mismos."
Este silencio que impone la crítica no es el silencio del que hablan los místicos, sino el que se refiere a la identidad de ese sujeto trascendente que todos, en el fondo, creemos ser.
(...)