domingo, 5 de abril de 2015

La singladura de Occidente 11

La Singladura de Occidente

Capítulo 11

En los alteres del dios Progreso

Se ha dicho que esquizofrenia, depresión y narcisismo sostienen la religión del Progreso a costa de sacrificar la plenitud humana. Para Pingem son como las tres Virtudes Teologales que se les supone a los buenos fieles. Sin ellas sería imposible movilizar a tantas gentes y a tantas tierras. Sin ellas, también sería impensable una economía orientada al crecimiento ilimitado de la producción y el consumo; y, sin ellas, no podríamos asimilar (al no necesitarla) el opio que esa economía nos proporciona en forma de juguetes tecnológicos e ilusiones varias. En los altares del Dios Progreso, esquizofrenia, depresión y narcisismo, junto con la Economía, se apoyan mutuamente.
(...)
La ironía de nuestro autor señala que, como tales Virtudes Teologales, la Esquizofrenia ocupa el lugar de la Fe; la Depresión, sustituye a la Esperanza; y el Narcisismo, a la Caridad. Pero el Cristianismo postula también cuatro Virtudes Cardinales: la primera de las cuales, la Prudencia, es el manantial de las otras tres: Justicia, Fortaleza y Templanza. En la Religión del Progreso, el ideal de la Prudencia se ve arrinconado por la Voluntad de Poder, de donde brotan las correspondientes Virtudes Cardinales de toda Economía que se precie. El ideal de Justicia se sustituye por la "Obtención del Máximo Provecho", que exige la explotación de la Naturaleza y del prójimo; la Fortaleza, que es entereza e integridad, es desplazada por la "Pugna contra todos los rivales", y la Templanza se transforma en "Expansión y Crecimiento Ilimitado".

Es imposible dejar de reconocer que la Religión del Progreso pone en práctica sus Virtudes con una mayor exaltación, que el Cristianismo las suyas. Sin embargo, las palabras de los Grandes Maestros Espirituales de la Humanidad, Khrisna, Buda, Cristo, insisten en que el egoísmo, la codicia y la envidia, ciegan al ser humano y son la causa de sus sufrimientos. Pero, ¿qué seria del Capitalismo sin egoísmo, sin codicia y sin envidia?

No necesitamos ningún augur, miembro de alguna de esas sectas llamada FMI, BCE, BM, RF., etc., sólo tener un poco de sentido común, para advertir que el dios Progreso, precisamente porque ahora parece más fuerte que nunca, nos está abandonando, a la vez que sus promesas de salvación se desvanecen. Zozobrada la versión Marxista, la versión Capitalista aún no se ha enterado que su barco hace aguas por todas partes y que nunca llegará a Ítaca.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, los EE.UU., inauguraron la Era del Desarrollo para que los países del Sur, en una cuantas décadas, pudiesen alcanzar a los del Norte. El abismo Norte-Sur es hoy inconmensurable. La Era del Desarrollo profetizó que, a estas alturas, el Norte estaría ya a las puertas del Paraíso. El hecho es que lo prometido no llega, y que la pérdida del trabajo, delincuencia de mafias que proliferan por todas partes, corrupción, desertización, deforestación, suicidios y adicciones a todo tipo de drogas…, aumentan en forma exponencial y en proporciones "macro". Y, para colmo, comprobamos que el incremento de la producción y el consumo, no sólo no nos trae la felicidad, sino que ha destruido el planeta que nos sustenta y nos ha destruido a nosotros al robarnos nuestro Espíritu y, con él, nuestro trabajo y nuestras esperanzas porque, ¿lo sabían?, es algo que dice la Ciencia: no existe el Espíritu.

En este momento nos encontramos en un punto crucial de la singladura de esa nave llamada Occidente. El navío en que navega nuestra civilización ha comenzado a estrellarse contra un laberinto de acantilados que dicen: ¡Por aquí no se puede seguir avanzando! Ese laberinto de acantilados lo configuran los límites ecológicos y humanos del planeta. Todo intento de traspasarlos está abocado a la catástrofe. Pero la inercia de los siglos nos empuja hacia ellos. Hechizados por la hechicera Circe con espejismos tecnológicos, caemos seducidos a sus encantos. ¿Nos convertirá, como a los compañeros de Ulises, en cerdos? ¿Nos robará nuestra humanidad convirtiéndonos en cibernautas?

Los encontronazos contra los muros del laberinto causan un inmenso daño: agujeros en la capa de ozono, efecto invernadero, lluvia ácida, destrucción de selvas, extinción de especies, radioactividad incontrolada, contaminación hasta en la Antártida y en los océanos, paro, nuevas enfermedades, muerte por desnutrición a razón de 30 niños por minuto, Chernobil, Fukushima, 1ª y 2ª Guerra del Golfo, aún sin terminar, Chechenia, fundamentalismo, depresiones, comportamientos esquizoides...

Aunque no queramos verlo, estamos atrapados. Los Cíclopes han cerrado la puerta de la caverna y han comenzado a devorarnos. Las vidas del Sur se hunden en la miseria; las del Norte en el desempleo, mientras todas se vacían de sentido. Todos esos golpes son mortales y repiten, en diferentes frecuencias, el mismo mensaje: que la huída hacia adelante de la Religión del Progreso ha empezado a naufragar.

¿Y qué le sucede al dios Progreso cuando se revela como un ídolo con pies de barro? ¿Y a sus fieles? ¿Se quedarán en la oscuridad como náufragos sin rumbo?

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