La Fuente
Iluminada
(Continuación)
Cuarta Parte
Los hilos de oro de la Creación
Los hilos de oro de la Creación
El Rayo de Creación
El rayo que parte de la idea
primigenia está formado por siete elementos. Dos de ellos pertenecen al arcano
arquetípico, y son considerados como la esencia que se tiene que desarrollar en
los mundos inferiores inmediatos. Otros dos pertenecen al mundo mental, y
efectúan su acción en las esferas más cercanas a la Tierra. Sus
propiedades se manifiestan a través del mundo físico, y ellos demandan de la
materia la ejecución de todo lo que se va planificando desde el plano donde se
encuentran. Luego están los elementos de la dualidad, de la polaridad, el
hombre y la mujer, y su trabajo es en el amor y en la luz. Tienen que llevar a
cabo la difícil tarea de la realización de la Obra en el plano físico, a través de las pruebas
de la Vida
manifestada. Por último, existe un ser solitario, que puede ser hombre o mujer
según convenga, que es el que pone punto final a la manifestación del rayo,
sublimando su vida a través del espíritu, haciendo con ello que la acción de
los otros seis sea perfecta en sí misma y a través de él.
(...)
(...)
Sólo tienen vida material tres
elementos: la pareja hombre-mujer y el otro. El rayo nace del principio de la
manifestación, desciende en círculos hacia abajo formando esferas, por donde va
bajando su vibración hasta poder llegar al mundo físico sin perder su esencia
original, conservando su armonía hasta su manifestación última. Es sonido, es
luz, es color, es todo aquello que emana del poder supremo a través de la Belleza y de la Forma. Su poder está
oculto a vuestros ojos, pero por vosotros mismos es manifestado y alcanza su
realización aquí en ésta esfera. Nadie interfiere en esta cadena. Todo está
determinado desde su punto de origen hasta la manifestación acabada. Todo es
perfecto en la voluntad divina.
Los ritmos del Rayo de Creación
Todo aquello que deseáis o que
queréis saber está regido por los siete rayos que existen al unísono. Cada rayo
tiene su tiempo de descenso y luego cede su lugar a otro para que así, alternativamente,
vayan girando sobre la rueda de la Vida. Esperar a que el rayo que determina la
acción caiga en la hora de la Ley,
y veréis como los acontecimientos esperados surgen ante vuestros ojos como las
flores que se abren bajo la lluvia en un segundo.
Mirar a vuestro alrededor y
comprender esto que os digo. Ahí abajo tenéis ejemplos claros de como a cada
cosa le corresponde un sitio, un tiempo. No antes, no después, sólo en su
minuto exacto. Así nacéis, así morís, y así van naciendo y muriendo los sucesos
de vuestras vidas. Aquellos momentos que, si los sabéis aprovechar, os
convertirán en hombres libres con plena conciencia de sus destinos.
El canto de las estrellas
Las tablas se están labrando y
están hechas con piedras nuevas nacidas del esfuerzo de los que las trabajan.
Manos duras forjan el destino de los astros, porque duro es el camino a seguir
en la vuelta de la espiral. Los vientos cruzan los espacios con canciones que
traen en sus notas sonidos estelares perdidos entre los mundos, y ese eco, al
ser escuchado por las diferentes esferas, sube girando como un remolino de
fuerza que envuelve en un torbellino los mundos que danzan a su compás
melodioso.
Las raíces del árbol crecen y
suben por toda la escala. La fuerza discurre de abajo a arriba y de arriba a
abajo. Todo queda lleno de vida, de pálpito, de esencia. El amor fluye de un
lugar a otro, lentamente ocupa espacios antes vacíos y llena de colores y
aromas los silencios y las soledades.
La mano del Padre se abre y se
extiende. Es infinita, y cubre en su plenitud Universos inmensos y complejos,
que quedan prendidos a su piel y brillan en sus dedos como joyas luminosas
hechas de soles. Las estrellas van cantando todo lo que su Palabra pronuncia.
Cada nombre sagrado es dicho, creado, puesto en movimiento y lanzado a su
propio encuentro a través de los espacios infinitos. El eco de esa Voz se
repite paulatinamente en una armónica y constante cadencia que va cubriendo las
líneas que cruzan los mundos. Gira, envuelve, cambia, empuja con su fuerza el
soplo del viento de la Vida,
y todo es lleno y vivo en una espléndida plenitud.
El amor es tan profundo, que no
existe lugar vacío ni pequeño escondite a donde no pueda llegar. Es como una
inmensa corriente que abarca y arrastra en sí misma la Creación entera. Y es por
el amor que el Padre emana que las cosas en sí mismas adquieren realidad, al
ser tocadas por él.
Los rayos suben y bajan. La
escala resuena con todos los sonidos vibrando a la vez. Es como la difusión de
un Todo reflejándose en un espejo inexistente, donde las imágenes se crean y se
destruyen por un instante cabalgando en su sonido, como el reflejo de un sueño
de aire. Las notas así emitidas son lanzadas y se van condensando hasta
adquirir forma y especie. Todo queda envuelto como en una danza sacra. Es
envuelto y vuelto a envolver por otra notas diferentes, y sin embargo iguales,
que suplen los espacios vacíos dejados por las notas que se diluyen en su aire.
Esperar el alba que sucede a la
negra noche. Los pájaros callan en la oscuridad, pero se oye su canto al más
leve resplandor de la luz. Que ella alumbre vuestro despertar final a esa gran
luz del alma que ya se acerca a vosotros.
Amar y esperar. Aquello que
alcancéis os abrirá las puertas de lo eterno, y saber que lo eterno también
puede estar aquí. Cambiar vuestra luz por el calor del amor y hacer de las dos
cosas una sola, en donde los dos polos se fundan en un esparcir hacia fuera ,
pues los giros os obligan a expandiros. Luego la espiral os proyectará hacia
dentro, a la inversa, para alcanzar vuestro centro.
De ahí saldréis crecidos, sin
límites, porque ese es el centro del abismo donde está el poder de lo que ES
por sí mismo. En ello está la resolución final. El Universo os espera.
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