domingo, 21 de septiembre de 2014

La Singladura de Occidente 002

LA SIMGLADURA DE OCCIDENTE

Capítulo 2

La civilización europea anterior a la Civilización Occidental
Marija Gimbutas, profesora emérita de la Universidad de California, ya fallecida, ha puesto al descubierto decenas de miles de estatuillas y otros restos hallados en más de 3.000 yacimientos arqueológicos. Corresponden a una civilización que se desarrolló a partir del VII Milenio a.d.C. y que abarcó la mayor parte de Europa.
(...)

El mundo que Marija Gimbutas ha sacado a la luz se desarrolló a lo largo de más de dos mil años, y hace referencia a una cultura que celebraba la vida. Huellas de culturas semejantes han aparecido en el Valle del Indo y en el Próximo Oriente. Todo ello, muy anterior en varios milenios a Sumer y Egipto, presunta cuna de nuestra civilización según los historiadores. Desde el patriarcado, la guerra y la esclavitud, el Estado y la Autoridad, la riqueza y la pobreza han dominado nuestro mundo, porque sus defensores han pontificado que las cosas son así porque ahora mandan ellos, los guerreros solares que, en el presente, controlan un arma terrible: una presunta verdad llamada Ciencia, aunque en realidad, ella no tenga la culpa.

Nada de estas cosas que definen al patriarcado aparecen en lo descubierto por Marija Gimbutas: en aquel mundo parece no haber hordas guerreras, ni estados patriarcales; sólo poblaciones autónomas de varios miles de habitantes en los que se conoce la metalurgia, pero no se utiliza para fabricar armas; tampoco se levantan fortificaciones ni hay signos de violencia. Si hay, en cambio, un arte floreciente y, desde el VI Milenio a.d.C., una forma de escritura aún no descifrada, e incluso puesta en entredicho, ¡faltaría más!, por los actuales Pontífices del saber.

Se desconoce si la práctica de “el rey debe morir” ya se remontaba a esa época, aunque su versión más moderna la encontramos en el mito de Teseo, el héroe que mató al Minotauro. Aquella civilización, carecía de dioses celestes, pero reverenciaba a una diosa de la Tierra, símbolo de la unidad de la Naturaleza, de la sacralidad y del misterio de todo lo viviente. Su culto es dirigido por mujeres y la descendencia pasa por línea femenina. Al margen de “a rey muerto rey puesto”, no parece haber dominio sobre los hombres, sino un reparto de funciones. Los miles de figurillas femeninas aparecidas, parecen rendir homenaje a la Vida y a este mundo. Sus miles de formas parecen disolverse unas en otras, como si su energía siempre fluyera en espiral, en remolino, serpenteando, como la serpiente que pasará a ser su símbolo.

Gran Madre. Çatal Hüyük, Anatolia central, alrededor del 8000 a.c.

La celebración de la fertilidad es solo uno de los muchos aspectos de la Gran Madre, luego convertida en la Diosa, quien personifica tanto lo creativo como lo destructor de la Naturaleza. En sus sepulturas y en sus representaciones artísticas, se aprecia que no eran ignorantes del tema de la muerte, pero al sentirse unidos a la Naturaleza, al no sentirse individuos aislados como nosotros, parecían haber considerado la muerte como un paso previo a la regeneración de la Vida. Lo que si se hace evidente es que en la Antigua Europa, el hombre no era un lobo para el hombre. No existía ninguna Naturaleza que conquistar.


A partir del 4.330 a.d.C., Europa comienza a ser recorrida por oleadas de pueblos nómadas; los historiadores los llaman "indoeuropeos", pero en realidad nadie sabe de donde proceden, ni siquiera quienes son. De hecho son una invención de los historiadores para tratar de explicar un proceso que nunca llegaron a comprender. Habían domesticado el caballo, practicaban la ganadería y la guerra, tenían una estructura patriarcal y no veneraban a la Diosa, sino a dioses celestes a cuya cabeza se encontraba Zeus, oculto tras muchos nombres.

A partir de ésta época, los registros arqueológicos cambian: aparecen armas, las ciudades levantan murallas y decaen, se eclipsa la escritura y el arte, se incrementa el nomadismo. Zeus ha desplazado a la Diosa. El patriarcado y la jerarquía levantada por la Voluntad de Poder rompen la antigua sociedad igualitaria. Aquellos milenios de cultura floreciente se interrumpen, en Europa Oriental hacia el 3.500 a.d.C. y hacia el 2.500 a.d.C. en la Europa Occidental, aunque aún parecen sobrevivir pequeños reductos: Troya, Creta y, en tiempos aún más recientes, Numancia. Marija Gimbutas dice que el euskera es una reliquia viviente de esta antigua civilización.

Con la llegada de los indoeuropeos los símbolos cambian. Antes, con la Diosa, el color de la Vida era el negro, porque la Tierra Madre, fértil y húmeda, es oscura; la muerte, en cambio, era blanca, como los huesos secos al sol. Desde entonces vemos el mundo del revés. También el toro estaba asociado a la Gran Diosa como símbolo de la Vida y la regeneración, pues ya desde el Neolítico, parece haberse asociado la similitud que existe entre el útero y las trompas de la mujer con la cabeza y los cuernos del toro. En cambio, en los mitos patriarcales, el toro representa la fuerza y el poder. Un Toro-Zeus que rapta a la Virgen Diosa-Europa.




 

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