domingo, 4 de mayo de 2014

El Pájaro solitario


<PUBLICADO POR LA GACETA DE CANARIAS EL 24/05/1992>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: EL PÁJARO SOLITARIOA.
<AUTOR>: Alfiar
<SUMARIO>: El Pájaro Solitario es tal porque accede, sin ayuda de nadie, por su propio esfuerzo, a la realidad de su propia divinidad.
<ILUSTRACION 1>: Volar a lo alto es situarse en una condición más alta de ser. Más allá de la tristeza, más allá de la alegría, del miedo y de la angustia de perder lo que consideramos lo nuestro y lo que nos ancla a la tierra.
<CUERPO DEL TEXTO>:
(...)
    Todos los caminos conducen. Conducen al CAMINO, porque uno sólo es el Camino y cada uno lo lleva dentro, aunque todo depende de como vuele sobre él el Pájaro Solitario. Este, no es tal porque se aísle de la vida, aunque a veces le exilien; sino porque desde el corazón de esa vorágine que es la vida cotidiana, intenta conseguir esa experiencia interior de soledad que, asumida, arranca el miedo del corazón y le permite Ser. El Pájaro Solitario es tal porque accede, sin ayuda de nadie, por su propio esfuerzo, a la realidad de su propia Divinidad; y porque en el juego de sus estados mentales y emocionales descubre las cinco llaves de su condición.
  • El Pájaro Solitario vuela hacia lo alto.
  • El Pájaro Solitario no sufre compañía, aunque sea de su propia naturaleza.
  • El Pájaro Solitario pone su pico al aire.
  • El Pájaro Solitario no tiene determinado color.
  • El Pájaro Solitario canta suavemente.
Volar a lo alto es situarse en una condición más alta de Ser. Más allá de la tristeza, más allá de la alegría, del miedo y de la angustia de perder lo que consideramos lo nuestro y que nos ancla a la tierra. Ir a lo alto es romper las cadenas con las que nuestra percepción de la realidad nos mantiene presos. Es ver que la persona solo es un foco por el que se proyecta la Luz de la Vida, pero que ella no es la Luz. Perder esta visión, nos lleva a perdernos en nuestra experiencia.
 Para cumplir ese objetivo el pájaro solitario no debe sufrir compañía, ni siquiera la de los de su propia condición. La identificación emocional con los seres y las cosas que nos acompañan en la vida, implica sufrimiento. Esto ya nos lo dijo Buda. Solitario quiere decir desapegado: de los sufrimientos, de los sentimientos, de las emociones, de los pensamientos, de lo que nos rodea. No carga con los sufrimientos que no necesita, y los que necesita, los transmuta en amor. No presta atención a las simpatías o antipatías personales, ni a los prejuicios.
Aunque parezca frío e indiferente, lleva siempre extendida para aquellos con los que entra en contacto, una mano llena de Amor. Trabaja en el mundo de los hombres, pero habiendo vendido todo lo que poseía, sólo escucha esa voz interior que le llama desde un lugar más alto en el interior de si mismo. Desde ese lugar ama, consuela y sirve. Nada le aferra, porque nada necesita. Y así, cultivando el desapego, corta las raíces que lo mantienen anclado a la tierra.
Recuerdo un poema de Miguel Hernández en el que pregunta a las cosas y a los seres, cosas imposibles: les pregunta cuando serán libres de aquello que los mantiene sujetos.
EL SILBO DE LAS LIGADURAS
¿Cuando cortarás, yegua,
el rigor de las riendas?
¿Cuándo, pájaro pinto a picotazo limpio
romperás tirarías de jaulas y de ligas;
que te hacen imposibles
los vuelos más insignes
y el árbol más oculto
para el amor más puro?
¿Cuándo serás, cometa,
para función de estrella,
libre al fin del hilo
cruel  de otro albedrío?
¿Cuándo dejarás árbol,
de sostener, buey manso,
el yugo que te imponen
climas, raíces, hombres,
para crecer atento
sólo al silbo del cielo?
¿Cuándo, pájaro, yegua,
cuándo, cuándo, cometa:
di, cuándo, cuándo, árbol?
Cuando mi cuerpo vague
asunto ya del aire."
(Miguel Hernandez)

 La respuesta que el poeta da a las imposibles preguntas, contiene la clave de la liberación: "Cuando mi cuerpo vague / asunto ya del aire". El milagro de la libertad de las cosas, depende del milagro de nuestra libertad.
Del momento en que el cuerpo-persona, sea ya asunto del aire: ese lugar más elevado y sutil desde el que vuela y desde el que pone su pico al aire para recibir otro alimento que viene de arriba. El alimento del Alma. Un alimento que nos transmuta y rompe nuestras cadenas, que nos libera. Y al hacerlo, las cosas en nosotros recobran su libertad.

La metáfora del vuelo nos señala la manera de alcanzar nuestro Cuerpo-Luz. Pero si nuestro vuelo es pesado, porque arrastramos a lo que nos aferramos; o si es un espejismo, porque nuestras alas son de cera, nunca llegaremos ante ese Mi Padre que está en los Cielos. El Pájaro Solitario ha de perder sus colores diferenciadores y desnudarse de lo que su vestido de carne representa para el mundo y adquirir el color de su verdadera filiación divina, el color de la Luz.

Y allegado al Gran Mar, allí donde todos los ríos son iguales, el Pájaro Solitario canta suavemente. Canta la palabra transmutada, armonizada por las Leyes Divinas del Amor y la Armonía. Es un canto que no hiere; no es la espada de la palabra que corta y separa. Es inofensivo como una oración.
No podremos realizar ese vuelo si no comprendemos el problema de la Soledad; y para que mediten en ello, les ofrezco este mensaje de los Maestros Internos:
La soledad es uno de los dolores que con más fuerza aquejan a los seres humanos. La soledad abre las puertas a las depresiones, a las angustias, a todos los síntomas de la tristeza y al sentimiento de abandono. Los seres sumidos en la soledad sienten que todas sus conexiones han sido cortadas, que una barrera invisible los separa dolorosamente del resto de las personas, que no alcanzan a mostrar ni un gesto de comprensión o acercamiento al ser que sufre la soledad.
Pocos saben que en la soledad también existe la felicidad. Este sentimiento es, como todo, ambivalente y dual, pues esa misma sensación de angustia del ser que siente solitario, puede ser la fuente del crecimiento y la creatividad, de la felicidad más grande que nadie pueda imaginar. La soledad es un don poco comprendido. Su sentimiento, sea real o imaginario, da oportunidad al hombre de buscar dentro de sí mismo los mejores impulsos del conocimiento. La soledad ahonda en los resquicios de la persona, busca todos los recursos que pueden nutrir a una voluntad creativa, y bien dirigida, enriquece al permitirnos beber de la propia fuente.
La soledad no es separatividad. Es integración pura. Por medio de ella, bien dirigida, se absorben las esencias que rodean a la persona y se incorporan a la propia conciencia en un trabajo de reflexión y maduración. ¡Qué pocos entienden el don de la soledad! Se quejan, se duelen, huyen de su contacto, sin saber que en lo más hondo de la soledad está la luz de la propia verdad, del conocimiento del alma, del reencuentro con uno mismo en la más desnuda de todas las verdades.
Por ello os digo, que si vuestra vida se llena a veces de un sentimiento de soledad, si la vida física os aparta de los seres que amáis, bendecid al Padre que os hace el don más precioso de poder conoceros y tener la aceptación interior de vuestro verdadero ser. La soledad, en el momento en que entra en la vida de un hombre, es una oportunidad de apertura de conciencia a través de un proceso de trabajo interiorizado en donde la reflexión sirve de espejo a la luz de la conciencia.
En la soledad reside el silencio, y en éste abunda la sabiduría. Todos esos dones se agrupan por simpatía y comunican sus gracias a los que están dispuestos a aceptarlos. No os quejéis pues de la soledad. Bendecid las épocas en que os sentís solitarios, pues esa riqueza puesta en vuestros destinos, será la buena tierra en la que podréis plantar y cosechar el fruto de vuestra voluntad de trabajo en la selección de nuevos valores que harán cambiar el rumbo de vuestras vidas.
Aceptad todo lo que os es dado. Entenderlo así, y conociendo la ley que mueve todas las causas, encontraréis la sabiduría que se esconde detrás de los hechos de aparente intrascendencia, pero que sirven de escuela de aprendizaje a los que están dispuestos a recibir. La soledad os necesita. Mirarla cara a cara y esperarla con una sonrisa de bienvenida.


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