viernes, 28 de marzo de 2014

Aprendetr a volar.


<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 10/05/1992>

<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA

<TÍTULO>: Aprender a volar.

<SUBTÍTULO>: Una metáfora de la perfección.

<AUTOR>: Alfiar

<SUMARIO>: Un libro es la flor más hermosa, el fruto más maduro y tierno que puede dejar un ser humano tras su paso por la vida.

<CUERPO DEL TEXTO:
(...) 
    Gran parte de mi vida la he dedicado a leer. Leer es una experiencia a la que pocos acceden en su significado más profundo: comprender, pasar al otro lado de las palabras escritas hasta encontrar otro ser humano: unos ojos que te miran, una conciencia que te habla, un corazón que quiere conectarse contigo desde el otro lado de la página.

En los libros aprendí que, encerrados en la materialidad de sus formas, había seres humanos intentando comunicar, a los que quisieran acercarse a ellos, sus sentimientos, sus ideas, su sabiduría. Un libro es la flor más hermosa, el fruto más maduro y tierno que puede dejar un ser humano tras su paso por la vida. Es un ser, vivo él también, que ama y aborrece, que se entrega o se resiste, según sea tu amor o tu desprecio por él. Si le tratas con amor, te enseña sus secretos: ideas, pensamientos, experiencias, fantasías, sueños, visiones y paisajes del alma humana, maravillosos o terribles; Una vez que la conciencia las comprende, pueden servir a nuestro caminar. Practicadas en el diario vivir, abren las puertas de los mundos interiores llenos de dimensiones inimaginables.

Un libro es hijo del papel y de la tinta, fecundado por el amor de un corazón pensante que puso allí palabras con sentido y significado. La negrura de la tinta es el vehículo que expresa el sentir de un corazón y la claridad de una inteligencia. Todo un acto de creación. Así debió salir el Mundo del Caos. Y en el otro extremo de la distancia, la lectura involucra otro proceso, otro pensar y sentir que se acerca a abrazar al hermano desconocido del que sólo se ve su jardín. Un jardín de palabras: flores e ideas, perfumes y sentimientos, paisajes y colores.

Muchos desprecian los libros, o no los aman lo suficiente. Y el perfumen que contienen permanece inaccesible para ellos. Y es que leer, el proceso de aprender a leer, requiere de aquello que más nos cuesta dar: nuestro tiempo, dedicación, esfuerzo, paciencia, práctica. Leer no es repetir sonidos escritos; leer es comprender. Un acto mágico de la conciencia que abre las puertas de lo maravilloso cuando el amor se involucra en el proceso.

Uno de los más peligrosos enemigos del libro es esa persona que esgrime la idea -tal vez porque no comprende-, de que la Verdad no está en los libros. ¿Qué Verdad? ¿No será que se quiere suprimir a la Inteligencia porque ésta es discernidora de la Verdad?

Hace falta mucha inteligencia para poner en un libro, en forma simple y sencilla, pero con palabras llenas de significado, las ideas esenciales de ese hacer que nos lleve a ser seres libres en la conciencia; así como de la técnica que nos enseñe a aprender a volar. Eso es lo que hace ese pequeño libro-cuento llamado "Juan Salvador Gaviota". Cuando lo leí por primera vez, comprendí que la historia que narraba podía ser la de mi propia experiencia interna, la de ese Juan Salvador Gaviota que todos llevamos dentro y al que el libro está dedicado. Pero, ¿cuántos han sabido leerlo, cuántos han sabido ver la verdad oculta en la ficción literaria? Sólo el amor desvela las palabras de su significado profundo, de su sentido esotérico. El amor y el deseo de conocer, de aprender, de vivir esa realidad última que es el alma humana.
Lo que J. S. Gaviota dice es sencillo y simple:

"¡Podemos ser libres!". Porque, "en lugar de nuestro lento y pesado ir y venir a los pesqueros, ¡hay una razón para vivir! Podemos descubrirnos como criaturas de perfección, inteligencia y libertad."

¿Cómo acceder a esa libertad de la conciencia, la libertad del Alma y del Espíritu, si la Bandada de la Comida nos mantiene presos? Acaso la Bandada de la Comida no nos está siempre diciendo:

"Si quieres estudiar, estudia sobre la comida y como conseguirla. Esto de volar es muy bonito, pero no puedes comerte un planeo... No olvides que la razón de volar es comer."

¡Terribles palabras para el que sabe y empieza a intuir que en esa metáfora del vuelo se esconde el secreto de la libertad del hombre!

Se necesita igualmente inteligencia para comprender lo que el aprendizaje de ese vuelo implica. Lo mismo que para aprender a leer: esfuerzo, sacrificio, dedicación, trabajo, práctica de las ideas y los conocimientos adquiridos para trasformarlos en Sabiduría. También afrontar el fracaso y el dolor; el valor para levantarse por uno mismo de las propias cenizas y seguir ese impulso que surge de lo más profundo y que te conmina a realizar el vuelo del Alma que quiere regresar a sus orígenes.

Y ello, a pesar de los destierros en los Lejanos Acantilados, en los que los proscritos por la Bandada de la Comida son arrojados.
Luego, al final de una vida de aprendizaje en esta escuela planetaria llamada Tierra, la muerte abre la puerta de la dimensión desconocida. Dos gaviotas de luz vienen a recogernos y nos acompañan al otro lado del túnel. Una vez allí, nos extrañamos de que en el Cielo haya tan pocas gaviotas; o de que el Cielo sea tan sólo otro lugar para que aquellos que han aprendido su lección en esta Escuela Tierra puedan seguir aprendiendo.

Ante la extrañeza de J. S. Gaviota de que en esa otra Escuela llamada Cielo haya tan pocas gaviotas, el instructor de aquel lugar le responde:

"La mayoría de nosotros progresamos con mucha lentitud. Pasamos de un mundo a otro casi exactamente igual, olvidando enseguida de donde habíamos venido, sin preocuparnos hacia dónde íbamos, viviendo sólo el momento presente. ¿Tienes idea de cuantas vidas debimos cruzar antes de que lográramos la primera idea de que hay algo más en la vida que comer, luchar o alcanzar poder en la Bandada? ¡Mil vidas, Juan, diez mil! Y luego cien vidas más hasta que empezamos a aprender que hay algo llamado perfección, y otras cien para comprender que la meta de la vida es encontrar esa perfección y reflejarla. Elegimos nuestro mundo venidero por lo que hemos aprendido en este."

Para los que quieren aprender a volar, la comprensión de la idea encerrada en este párrafo del cuento, abre esa puerta interior que lleva al enfrentamiento con uno mismo. Esa parte de nosotros inclinada hacia el mundo exterior y que es nuestra personalidad; por la que somos un miembro más de la Bandada de la Comida. Aquí, en este punto, se inicia ese combate con el Dragón que las Antiguas Leyendas nos describen sobre aquellos héroes que marcharon en busca de la Gran Aventura del Espíritu.

Enfrentar Dragones -la incomprensión de nuestra verdadera naturaleza- y descubrir tesoros ocultos -la comprensión de esa naturaleza-, forman parte de la verdadera identidad de los Héroes Míticos. Aunque, como J. S. Gaviota pueden llegar a sentirse muy solos durante su travesía. De ahí que necesiten de la fe en si mismos. La palabra que en el Nuevo Testamento ha sido traducida por fe es la palabra griega Pistis, y significa creencia. Hace referencia "a otra forma de pensar", a una comprensión distinta a la literal, a un comprender psicológico. Fue esa comprensión del proceso de volar lo que llevó a J. S. Gaviota a ese estado de perfección llamado Cielo; y como le dijo su maestro en ese lugar:

"El Cielo no es un lugar ni un tiempo. El Cielo consiste en ser perfecto... Comenzarás a palpar el Cielo, Juan, en el momento en que palpes la perfecta velocidad... Y la perfecta velocidad no tiene límite. La perfecta velocidad, hijo mío, es estar allí."

Fue entonces cuando comprendió todo lo que le quedaba aún por aprender y se dedicó a ello con ferocidad y fe.

"¡Olvídate de la fe! -le dijo su Maestro Chiang-. Tu no necesitaste fe para volar. Lo que necesitaste fue comprender lo que era el vuelo. Esto es lo mismo."
 
      Y un día Juan Salvador Gaviota lo comprendió. Comprendió que era una gaviota perfecta y sin limitaciones. Y se estremeció de alegría.
"Cuando logres viajar por el pasado y por el futuro -le dijo Chiang-, estarás preparado para empezar lo más difícil, lo más colosal... Estarás preparado para comprender el significado de la Bondad y el Amor."

El trabajo en el Amor llevó a J. S. Gaviota a recordar a sus hermanos de la Bandada de la Comida; y se preguntó si habría allá en la Tierra alguna otra gaviota que quisiera aprender a volar. Y su amor le trajo de nuevo a la Tierra. No otra cosa hacen los Grandes Seres cuando, después de haber alcanzado un mayor grado de Perfección, regresan para ayudar a sus hermanos que comienzan a comprender.

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