<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 26/04/1992>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TITULO>: Las personas del alma.
<FIRMA>: Rafael C. Gómez
<SUMARIO>: Distinguir entre las corrientes de energía, las que pertenecen a la personalidad y las que pertenecen al Alma.
<ILUSTRACION 1>: La persona es una parte del Alma que ha tomado forma física.
<CUERPO DEL TEXTO>:
La mañana era luminosa. Por la ventana de la clase, el cielo azul
contrastaba con el perfil de los edificios en los que el sol producía reflejos
luminosos. En la clase, se leía una extraña y divertida historia cuyo personaje
tenía por oficio el de reidor. Su
especialidad era la risa contagiosa,
a través de la cual el espectador se involucraba en el risa provocada por el
reidor. En contrapartida, el reidor era incapaz de esbozar la más mínima
sonrisa en su vida privada.
(...)
(...)
La lectura había servido para hablar y desarrollar el tema de la
personalidad y el mundo íntimo del ser humano. El profesor había intentado
hacer comprender a los alumnos que la personalidad era esa parte de ellos
mismos que comenzaba a formarse al nacer, que se desarrollaba en la vida y que,
cuando el cuerpo muriera, dejaría de estar configurada de esa manera. Explicaba
que con ella se aprendía, se evolucionaba, se adquiría experiencia, se tomaban
decisiones... Les había explicado que la personalidad presentaba diversas caras
según la motivara la emoción, el sentimiento o el pensamiento; según fueran los
móviles de su hacer, la cólera, el miedo, la risa, el deseo, la soledad...
Mientras hablaba con sus alumnos, pensaba en lo difícil que era
comprender la idea de que el Amor, la comprensión y la prudencia no son
cualidades de la personalidad, sino que son experiencias del Alma. Veía como
las gentes no sabían como manejar ese concepto, con tan poco sentido real, que
es el Alma.
Pidió a sus alumnos que escribieran una redacción sobre el tema, y
analizaran la causa por la que el personaje del relato, el reidor, fuera incapaz de
reír en privado; y por qué, en ese lugar, era un ser triste, oscuro y
taciturno.
Mientras escribían su redacción, el profesor pensaba lo difícil que
era para un hombre, con la conciencia enfocada en la realidad material, el
comprender la idea de que el Alma es esa parte de nosotros mismos, que es
relativamente inmortal, y poseedora de cualidades de amor y sabiduría. ¿Aprenderían a
distinguir entre las corrientes de energía que movían su interioridad, las que pertenecían a la personalidad, y las que pertenecían al Alma?
El Maestro de los Alquimistas le había hecho
comprender y experimentar las energías que provocaban cólera, pensamientos
mezquinos, acciones destructivas; y las que producían amor, pensamientos
positivos y acciones constructivas. La observación y la experimentación con
ellas le enseñó a valorar las que generaban creatividad y amor, y a transmutar
las que eran causa de negatividad y estaban faltas de armonía o llenas de violencia.
Fue por este camino como pudo conocer la existencia de unas energías distintas a
las que eran habituales en él. El Maestro de los Alqumistas le dijo que esas energías eran las
energías del Alma.
‑ El primer paso que has de dar -le dijo el Maestro en aquella ocasión-,
es reconocer que tienes un Alma; ¿qué es?, ¿qué relación existe entre ella y tú
mismo?, ¿de qué manera afecta a tu vida? El Alma no dejará de ser una entidad
teórica, a menos que la reconozcas en su energía, manifestándose como amor,
compasión y sabiduría; que la comprendas y la valores como algo que afecta a tu
vida; a menos que abandones tus propias corrientes energéticas de carácter
egoísta y las transmutes para ponerlas al servicio de la Vida.
Miró a sus alumnos enfrascados en su tarea. ¿Qué estarían escribiendo?
Se sentía impotente para transmitirles su propia comprensión. Se reprochaba que
tal vez los había puesto ante un ejercicio demasiado difícil. Una corriente de
intenso amor fluyó de su corazón hacia ellos. Su mirada se llenó de la luz con
la que se había llenado la clase y, sin que pudiera impedirlo, su conciencia
fluyó con su amor, y entró en esa dimensión sin tiempo en la que el Alma tiene
existencia y consistencia.
Buscó la presencia del Maestro de los Alqumistas. Allí estaba, a su derecha,
contemplando sus pensamientos.
‑ No debes sentir angustia por ellos ‑decía la voz sin palabras-,
porque cualquier experiencia que realicen, les acerca más a ese momento en el
que personalidad y Alma se ponen en contacto. Cualquier circunstancia les da
una oportunidad para que el Alma se exprese a través de ellos. La personalidad
en la que ahora se encuentran sólo es una más de las incontables experiencias
de sus Almas.
Era una verdad en su conciencia la realidad del Alma existiendo fuera
del tiempo. El Maestro, que era uno con sus pensamientos, continuó mostrándole
cual era la verdadera situación.
‑ ¡Mira hijo! -dijo-. El hombre
debe entender que el Alma es una entidad
espiritual. Con el propósito de aprender a conocer y a manejar las energías
más densas del plano material, crea una personalidad, o varias y un cuerpo diferente, o varios, para
cada una de las encarnaciones que realiza. Personalidad y cuerpo son
instrumentos de aprendizaje para ella. Cada una enseña al Alma algo sobre su
propia evolución. Las caracteres que conforman la psicología de una personalidad,
encajan en los objetivos del Alma. El problema es el punto de vista con el que
veis la realidad de las encarnaciones del Alma. Para vosotros ocurren en el
tiempo; pero, desde el punto de vista del Alma, las cosas son de otro modo.
Todas las encarnaciones del Alma son simultáneas. Todas ocurren al mismo
tiempo.
‑ Maestro -le preguntó-, ¿qué
es en realidad ese proceso que llamamos la encarnación del Alma?.
‑ El Alma -dijo-, es un manojo de energías que configuran un vehículo
de expresión para la
Chispa Divina. Esas energías son las que encarnan. El Alma
reduce su propia energía al nivel de las energías de las formas físicas. Reduce
un sistema de vida inmortal a la estructura del tiempo, y por unos pocos años.
El Alma experimenta simultáneamente incontables vidas, físicas, o no físicas.
‑ ¿Qué finalidad tiene entonces la encarnación?.
‑ El Alma elige voluntariamente realizar esta experiencia con un doble
propósito: adquirir Conocimiento y Armonizarse. La finalidad es recordar su origen. Construye personalidades con
aquellas partes de sí misma que necesitan adquirir Conocimiento y Sabiduría.
Los aspectos del alma desequilibrados son ignorantes y necesitan actuar entre
ellos, en la materia física, para que puedan convertirse en una Unidad que a la vez es un Todo.
‑ ¿Sólo aquellas partes del alma que necesitan equilibrarse encarnan?
‑ No -añadió el Maestro-, la personalidad la forman también otras
energías del Alma ya equilibradas. Energías que ella entrega como complemento
al proceso de purificación en que se halla involucrada.
El profesor recordó que el Maestro le había enseñado a observar la
sabiduría adquirida por el Alma, en esa parte de nosotros dominada por el Amor.
- Considera su poder -dijo el Maestro-: una parte del Alma experimenta
el más grande amor, otra miedo, quizás otra sea neutral, y otra padece la
enfermedad, la depresión o la esquizofrenia, mientras otra es pura compasión.
Pero si alguna de esas partes se siente separada del Todo, incompleta, la
personalidad que el Alma conforma se halla en desequilibrio. Una personalidad
armónica es aquella en la que el Alma puede fluir fácilmente a través de su
configuración física. El Alma ES. No tiene comienzo ni fin, pero fluye hacia la Totalidad.
La voz del Maestro, una con sus pensamientos, cortó su proceso
pensante.
‑ Los conflictos de la vida -dijo-, son proporcionales a la distancia
en que la energía de la personalidad existe separada de la energía del Alma. La
persona situada en una posición extrema, es irresponsable en lo que a sus
propias creaciones se refiere, y no entenderá el proceso de sus experiencias.
Sentirá que tiene un límite, y que entre ese límite y cualquier otra realidad,
existe un vacío a cruzar. Pero cuando personalidad y Alma colaboran para
equilibrar las energías encarnadas; cuando se unifican, primero entre sí y
luego con las de la totalidad del Alma, entonces es imposible advertir donde
comienza una y donde finaliza la otra. Estamos ante un Ser Humano Total: Uno
consigo mismo, Uno con su Alma y Uno con el Mundo de las Almas.
Las últimas palabras sin voz del Maestro se perdían en su mente, a la
vez que otras palabras con sonido activaron las membranas de sus oídos,
haciendo que la conciencia volviera a este lado de la realidad.
‑ Profesor -le preguntó un alumno-, y si yo no creo en esas cosas, ni
en eso del Alma, ni en otras vidas, ¿tengo también que hacer el trabajo?.
Ante aquella pregunta formulada por un alumno perezoso, tomada como excusa
para no enfrentar su trabajo, contempló esa otra posición paradójica del Alma
humana en la que ella es maestro y discípulo al mismo tiempo.
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