"Ser y No Ser"
Idea básica del budismo tibetano.
<PUBLICADO
EN LA GACETA DE
CANARISAS EL 01/03/1992>
<PÁGINA>: LA
OTRA PALABRA
<TÍTULO>: "Ser
y No-Ser". Idea básica del budismo tibetano.
<AUTOR> : Alfiar
<SUMARIO 1>: Ha dado expresión existencial a una dinámica dualista en la percepción
que el hombre de occidente tiene de la realidad.
<SUMARIO 2>: No debemos olvidar ese antiguo proverbio que dice: "Si el hombre
erróneo usa un medio correcto, el medio correcto actúa erróneamente"
<ILUSTRACION>: Lama Djimpa
<CUERPO DEL TEXTO>:
El pasado día 14 de Febrero se dio en el
salón de actos del Hogar Escuela, una charla sobre el tema "La Cultura Tecno-Salvaje en
el mundo de hoy y el valor de las religiones". El ponente fue el
lama Djimpa.
(...)
Conocí al lama Djimpa en una estancia
anterior en Tenerife con motivo de la conferencia que dio entonces en el Ciclo
"Las Conferencias del Viera",
organizadas por ALOE. Es un hombre
alto, de fuerte complexión, de cincuenta y tantos años, mirada limpia y
profunda, como si viera más allá de la superficie de las cosas; ojos azules,
picianos, casi calvo, con su túnica de lama y un caminar algo inclinado hacia
delante. Pero su peculiaridad es la de ser uno de los pocos lamas occidentales
que existen.
Nació en S. Sebastián (Donosti) y su
juventud no fue diferente de la de tantos jóvenes de la posguerra. Su inquietud
interna, como a otros muchos, le llevó a la India en 1974. Pero no fue hasta tres años más
tarde, cuando se cumplía en él la cuarentena, esas edad que marca el fin de un
ciclo en la experiencia material, y en el que el despertador comienza a llamar en nuestro interior, que se hizo
budista. Estaba en Ibiza y lo hizo como discípulo del Lama Yeshe; ese lama
que después de su muerte en el año 84 reencarnó, según la tradición budista tibetana, en ese niño español del que la prensa y los medios de comunicación se hicieron eco en su momento.
Tiene el lama Djimpa un extenso curriculum de estudios y prácticas que
acreditan su experiencia y conocimientos de la Tradición Budista
que, como esa Joya de la Clara Luz, brilla
para Occidente; mostrándonos una posibilidad de trabajo y comprensión que nos
permita resolver nuestras propias contradicciones culturales.
Comenzó su charla haciendo un fuerte hincapié
en la idea de que Occidente es una sociedad enferma, que ha infectado con el
virus de su mal al resto de las sociedades del planeta. Dijo que ese virus es
un virus mental, y lo ejemplificó en el existencial interrogante del Hamlet: ¿Ser o No-Ser?. Señaló que esta
interrogante ha dado expresión existencial a una dinámica dualista en la
percepción que el hombre de occidente tiene de la realidad. Para el budismo, Ser o No-Ser es una falsa cuestión, ya
que:
"entre el Ser y el No-Ser no hay elección posible. Son inseparables. Tal como la luz y las tinieblas son inseparables del espacio, el Ser y el No-Ser son inseparables en el espacio de la conciencia..., espacio que corresponde a la dimensión del Espíritu, la dimensión de la Mente Pura. Esto significa situarnos en la conciencia inseparable, tanto de lo físico como de lo psíquico."
Como para el budismo la actividad física y
mental -esos dos orgullos occidentales-, son inseparables del sufrimiento,
proponía acercarnos al ofrecimiento de Buda de liberarnos del sufrimiento a
través de la meditación. De ese camino interior cuyo objetivo es el de ayudar a
nuestra mente a liberarse de la ilusión del mundo fenoménico, que es impermanente,
para alcanzar la Felicidad Suprema de la Vacuidad, ese Espacio-Tiempo, ese Tejido
del Universo del que todo surge y al que todo vuelve y en el que nada
perece.
Al ser nuestra concepción dual de la
realidad un error mental, el budismo nos ofrece la "Joya del Dharma"
(Enseñanza) como "un camino de
comprensión... Un proceso de reconstitución mental, una terapia de la
ignorancia que nos permite recuperar nuestra verdadera dimensión y reconocernos
tal cual somos." Por ello, señaló:
"nuestro más elevado patrimonio es la Sabiduría, ese poder por el cual los seres nos liberamos de esta conciencia de creernos escindidos entre esto y aquello, dando lugar a la ilusión del yo."
Siguió diciendo que
es esta ilusión del yo,
"la raíz de todos nuestros conflictos y sufrimientos, expresión de la ignorancia fundamental de nuestra verdadera naturaleza... Escindidos en dos, al buscar una parte a la otra, perdemos la conciencia universal.(...) La superación de este malentendido constituye el camino de la Sabiduría.(...) La respuesta ya no puede ser elegir entre el Ser o el No-Ser, puesto que son inseparables e interdependientes, tal como la vida y la muerte. Ser y No-Ser no existen el uno sin el otro..., y si no existen por separado, ¿cómo elegir?"
Al ser la mente la que experimenta los
fenómenos, en ella se encuentra la raíz del sufrimiento que provoca la elección
y la identificación con lo elegido por el deseo. El budismo dice que en su
esencia la mente es Vacuidad; lo que
quiere decir que no es una cosa que tenga forma, color o volumen. Esa Vacuidad posee una dinámica propia que
se expresa como Luz y Conocimiento. Y como no se trata de
conocer intelectualmente esta enseñanza, esta sabiduría que es el budismo, éste
nos ofrece también un método para experimentar ese estado de Vacuidad que nos devuelva a nuestra
estado original.
"Sabiduría y Método -dice el lama Djimpa- son las dos alas que nos permitirán levantar el vuelo por encima del techo del mundo. Una sola no es suficiente."
Hubo en la exposición del lama otro punto de
interés cuando expresó que:
"...la función propia de las religiones es la de recordarnos el sentido trascendente de la vida humana."
Citó al Dalai Lama para señalar que las múltiples
y variadas religiones, tienen responsabilidad en el sentido de contribuir al
bien de la Humanidad.
Otro punto importante de su charla fue el de
la relación o contraposición entre Ciencia y Religión. También aquí citó al
Dalai Lama para decir que:
"de alguna manera, el progreso y desarrollo de nuestras sociedades sigue un camino erróneo. Si no lo atajamos a tiempo, las consecuencias para el futuro de la Humanidad son de temer desastrosas. No me pronuncio en contra de la ciencia y la tecnología. Su contribución a la experiencia global del género humano ha sido considerable. Pero si le damos una importancia excesiva, desproporcionada, nos arriesgamos a perder contacto con los aspectos del conocimiento y de la expresión humana tendentes a la honestidad y al altruismo. Aún siendo capaces de crear una comunidad material inconmensurable, la ciencia y la tecnología, no pueden reemplazar los valores espirituales y humanitarios."
Estas palabras del Dalai Lama me traen a la
memoria otras que, en respuesta a una pregunta formulada por un físico en el
encuentro celebrado en Austria en 1983 entre el Dalai Lama y científicos
occidentales, ponen en evidencia un valor en la sabiduría científica de Occidente.
Valor que es necesario comprender si queremos saber qué necesita y qué no
necesita nuestra cultura para resolver por si misma sus problemas.
- "¿Necesita la Antigua Sabiduría la ayuda de la Ciencia Moderna?" -preguntó el físico.- "Creo que la necesita. -Contestó el Dalai Lama-. Míre, básicamente la actitud es que la propia experiencia es más importante que el seguimiento de las escrituras; en este sentido es muy importante conocer los últimos descubrimientos de los científicos. Si los descubrimientos de los científicos contradicen las escrituras, tendremos que hacer una interpretación diferente de las escrituras. Una cita del propio Buddha dice: Debeis aceptar mis palabras, más por vuestra propia investigación, que por respeto."
Me parecen de capital importancia estas
palabras, que tanto recuerdan a las de los cabalistas hebreos, porque si alguna
luz de esperanza puede existir aún para la Humanidad es conocer, comprender y aprovechar en
su propia transformación, lo mejor de lo que la propia Humanidad ha producido a
través de sus diversas manifestaciones culturales. Por desgracia el hombre de
cualquier cultura tiende, o a imponer la suya a los demás, o a imitar las de
otros cuando se desengaña de la propia, con lo cual no soluciona el conflicto
de la dualidad, sino que lo agrava. Sólo en unos pocos momentos de la Historia, el hombre ha
sabido conjugar lo mejor de aquellas culturas que se pusieron en contacto, para
hacer florecer una civilización luminosa, abierta simultáneamente al mundo y al
espíritu: Fueron la
Civilización Helenística y la Córdoba Califal.
A este respecto me gustaría citar unas
palabras de C. G. Jung, dichas desde su profunda experiencia de lo humano:
"No se ayuda a un mendigo con que le pongamos en la mano una limosna más o menos grande -decía-, a pesar que así lo desee. Se le ayuda mucho más cuando le señalamos el camino para que, mediante el trabajo, pueda librarse duraderamente de su necesidad. Los mendigos espirituales de nuestros días están, por desgracia, en exceso inclinados a aceptar en especie la limosna del Este; es decir, a apropiarse sin reflexionar de las posesiones espirituales del Este e imitar ciegamente su manera y modo. Ese es el peligro sobre el cual no puede prevenirse lo bastante.(...) No podemos robar lo que China o la India edificó en miles de años. Lo que el este tiene para darnos ha de ser para nosotros simple ayuda para una labor que todavía tenemos que realizar. ¿De qué nos sirve la Sabiduría de los Uppanishads, de qué las penetrantes percepciones del Yoga, cuando abandonamos nuestros propios cimientos como errores anticuados y nos establecemos furtivamente sobre costas extrajeras como piratas sin patria? La penetrante inteligencia del Este no tiene sentido alguno para quien se encierra frente a su propia problemática, para quien vive una vida artificialmente prestada con prejuicios tradicionales, para quien se vela su real naturaleza humana, con peligrosos subsuelos y oscuridades.(...) Si queremos experimentar como algo viviente la Sabiduría del Este, primero tenemos necesidad de la verdad europea acerca de nosotros mismos. Nuestra camino comienza con la realidad europea y no con las prácticas yoga, que han de alejarnos, engañados de nuestra propia realidad.(...) Debemos traducir el sentido del Este a nuestra vida.(...) ¿Sabemos exactamente como nace el Tao en nosotros, o en torno nuestro? ¿Acaso por la imitación? ¿Acaso por la razón?"
No debemos olvidar ese antiguo proverbio que
dice: "Si el hombre erróneo usa un
medio correcto, el medio correcto actúa erróneamente". Si no asumimos
nuestra realidad cultural y sus contradicciones, inscrita en nuestra psique,
puede volver a ocurrir que aparezcan de nuevo los inquisidores de entre las
masas de los conversos.
En el fondo, nada hay que trasformar, social
y culturalmente hablando, nada hay que conquistar, nada hay que cambiar,
excepto nuestra propia naturaleza humana. Ese es el mensaje que desde el budismo
nos da el maestro espiritual del lama Djimpa, S. S Kalu Rinpoché, cuando dice:
"Uno no debe luchar por cambiar su entorno, sino que tiene que transformarse primero a sí mismo, por medio del Amor y la Compasión hacia todos lo seres y desarrollar la comprensión de la verdadera naturaleza de su mente. Pues es sólo de esta manera como podrá verdaderamente contribuir a la paz y armonía del mundo."
Trabajemos, pues, en ello.
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