viernes, 9 de agosto de 2013

El Sentido mágico del Carnaval 4. Saturno, el "Loco", Rey del Carnaval.




(Capítulo IV)

Saturno, el "Loco", Rey del Carnaval.

<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 23/02/1992>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: El sentido mágico del carnaval.
<CAPÍTULO.4>: Saturno, el "Loco", Rey del Carnaval.
<AUTOR> : Alfiar.
<SUMARIO>: Hay que romper la máscara para llegar a lo profundo de uno mismo, dicen los Budas y los Cristos.
ILUSTRACION>: ¿Qué es lo que llamamos hombre sino un montón de papeles, o máscaras, o roles como lo llaman ahora los sociólogos? Ignoramos lo que hay detrás de la máscara, ignoramos lo que hay detrás del Carnaval.
<CUERPO DEL TEXTO>:
   (...)


Mascara de teatro representando a Baco. Roma.


   Zaratustra decía: "Todo lo que es profundo ama el disfraz... Todo espíritu profundo tiene necesidad de una máscara". Han pasado los años y el mensaje de Zaratustra no ha sido oído, también Nietzche fue relegado al saco donde se encierran los espíritus que enloquecen. Pero su mensaje era claro: el yo personal no es otra cosa que un trozo de papel, a veces recubierto de plástico. Pero detrás de este carné, ¿qué hay?, ¿qué es lo que llamamos hombre sino un montos de papeles, o máscaras, o roles como lo llaman ahora los sociólogos? Ignoramos lo que hay detrás de la máscara, ignoramos lo que hay detrás del Carnaval. Y si desconocemos esa parte de nuestra profundidad, ¿qué significa entonces nuestra autenticidad? Hay que romper la máscara para llegar a lo profundo de uno mismo dicen los Budas y los Cristos. Pero eso significa matar al hombre, matar la noción que tenemos de hombre. Esa muerte de la máscara, es la muerte iniciática de que hablan las tradiciones, es la muerte del rey-sacerdote-homicida que custodiaba el secreto del Espíritu del Bosque; el secreto que estaba en la Rama Dorada que cada aspirante al puesto tenía que cortar para celebrar el combate.
    Caminar por la selva de los mitos requiere de una labor detectivesca. Saturno no es otro que el Urano de la Mitología griega. Los romanos eran muy dúctiles y permeables para con los mitos y cultos foráneos y no tuvieron escrúpulos para adoptar los dioses griegos cambiándoles el nombre.
   ¿Quién era Saturno-Urano, entonces?
El Titán Atlas sostiene elMundo sobre sus hombros. En el Rockefeller CenterNueva York.
   El Poema de Hesiodo "Los Trabajos y los Días" nos cuenta la historia de los dioses griegos. "En el comienzo -dice Hesiodo- estaba el Caos". En él se esboza la primera realidad, Gaia, la Tierra, la "base segura de todo lo que es". Debajo de Gaia está en Caos, encima el Vacío, en el que Gaia instala a su primogénito el Cielo que emana de ella. El Cielo y Gaia engendran a Eros, el Amor como Principio del Deseo. Aún no es ese pequeño dios maligno, perverso y alado, sino el Motor Universal que mueve los Dos Principios Cósmicos. Después Gaia engendra a Pontos, el Mar, la Ola poderosa. 
   En el proceso, dos Primordiales se personifican: Gaia, surgida del Caos, y Urano, como figura visible de los elementos que integran el Caos. De esta dos personificaciones nacen los Titanes, los Cíclopes, los Hecatonquiros (seres con cien brazos) y los Gigantes. Urano detestaba toda esta progenie y les obliga a permanecer encerrados en el vientre de Gaia. Esta, cansada de tanta fecundidad y de tener que llevarlos dentro de sí, decide deshacerse de Urano. Pide ayuda a los Titanes que rehúsan ayudarla; sólo el perverso Cronos, el Tiempo, la ayuda. Cuando Urano se acerca a Gaia para fecundarla una vez más, Cronos, escondido en la vagina de su madre, corta, con una Hoz de Oro que Gaia le había dado, los testículos de Urano y los arroja al Ponto, el Mar.
   De la sangre y semen que cae en el Mar, nace Afrodita como personificación de la Naturaleza, de la que Diana es una representación posterior.
   Hay en este relato una clave de lo que buscamos. Cronos, el Tiempo, que devorará a sus hijos hasta que Zeus le destrone a su vez, matando a su padre Urano con la hoz de oro que Gaia le entregó. De su semen surge la Naturaleza-Afrodita-Diana.


Atis. Museo Vaticano
Cibeles y Atis
    Volvamos a Roma. Allí encontramos un culto extranjero procedente de Frigia. El Culto de Atis. Su festividad se celebraba en el Equinoccio de Primavera. Se lloraba su muerte y se cantaba su resurrección. Atis, joven y hermoso, era el amado de Cibeles-Diana, Gran Diosa de la fertilidad. Para fertilizar a Cibeles, Atis se corta los testículos bajo un árbol.
   Los sacerdotes de su culto se castraban ellos mismos antes de entrar a su servicio y al de la diosa. El culto fue adoptado por los romanos en el año 204 a.d.C. hacia el final de la larga lucha con Aníbal. En la época de la República, los romanos estaban ya acostumbrados a ver a estos sacerdotes con sus trajes orientales, recorriendo las calles en procesión con la imagen de la diosa cantando himnos y tocando flautas y címbalos. El Emperador Claudio incorporó a la religión oficial este culto frigio del árbol sagrado y con él los ritos orgiásticos de Atis, cuyo festival se celebraba el 22 de Marzo. En dicho festival, cortaban un árbol, lo llevaban al santuario de Cibeles y lo trataban como a la propia diosa. Lo amortajaban con bandas de lana y flores; ataban a su tronco a un joven personificando a Atis, y el día 24, conocido como el día de la sangre, el Gran Sacerdote se cortaba los brazos y ofrecía su sangre como ofrenda. Luego, excitados por una salvaje y bárbara música de címbalos y tambores, los clérigos de categoría inferior danzaban alrededor del árbol hasta que en un rapto de excitación se cortaban el cuerpo con navajas para salpicar el Árbol Sagrado con la sangre que brotaba. Llegados a la cima de la excitación, se cortaban los testículos y los lanzaban contra la imagen de la diosa. Al día siguiente, se celebraba la resurrección de Atis con grandes fiestas de alegría. Las gentes iban disfrazadas por las calles, en un desenfreno general.
   El día 26, se descansaba, y el 27 una procesión se dirigía al arroyo Almo. La imagen argéntea de la diosa, con su cara toscamente tallada en piedra negra, iba colocada en una carreta tirada por bueyes (toros castrados),y precedida por la nobleza romana caminando a pie desnudo, entre música de flautas y tambores, salía por la puerta Capena y bajaba hasta las orillas del Almo, que fluye al Tiber al pie de la muralla. Allí, el Gran Sacerdote, vestido de púrpura, lavaba la carreta y la imagen de la diosa manchada de sangre y semen en el agua del arroyo.
   De nuevo  el Árbol Sagrado, el Joven dios uncido al árbol, su muerte y resurrección y, además, al igual que Urano, su muerte por emasculación de cuya sangre y semen renace la Naturaleza, Afrodita.
   ¿Quién no conoce los famosos cuadros de Botticelli "El Nacimiento de Venus" y "La Consagración de la Primavera"?
   Si los analizásemos nos revelarían un secreto. Nos permitirían vislumbrar lo que la Belleza, en su manifestación, deja en las Sombra el fondo tenebroso de donde brota la bella aparición. Parece ser que estos dos cuadros pertenecen a un tríptico del que falta el primero; ausente, permanece en la sombra.

La Consagración de la Primavera. Sandro Botticelli.
    La "Consagración de la Primavera" tiene por marco un frondoso y sombreado bosque que oculta la visión de otro paisaje luminoso que hay al otro lado. Podemos decir que la escena está cubierta. Todos los personajes del cuadro tocan con los pies el suelo, tocan tierra. Pero no todos lo hacen con la misma intensidad. El grado con que lo hacen revela el ritmo del cuadro. Los de la derecha pisan con el pie inclinado hacia la punta, como si descendieran, hasta culminar en un personaje, Flora, que pisa el suelo con firmeza. Los de la izquierda parecen levantar el vuelo suspendidos de la punta de los pies. Un amorcillo ciego, en posición horizontal en el centro, con los ojos vendados está presto a disparar una flecha al pecho de una de las Tres Gracias, la que está de espaldas. Tenemos así, una diagonal descendente en su mitad derecha, y una ascendente en la izquierda, que se prolonga en el brazo de Hermes elevado hacia arriba y que anticipa, por el movimiento entrelazado de las Gracias y sus cuerpos, en ascensión suspendida. Cupido, como fuerza ciega de la pasión, que a la derecha ha iniciado el soplido del viento apasionado de Boreas, dispara su flecha a la Gracia que mira a Hermes, que asciende. Porque lo que desciende del cielo en forma de pasión, asciende al cielo en forma de contemplación. La fuerza del anhelo pasional se comunica a los seres de la naturaleza produciéndose en ellos una reconversión hacia el Principio Supremo, señalado por el brazo derecho de Hermes-Mercurio, mensajero de los dioses. Y en el centro, equilibrando la composición, Venus, Afrodita, vestida, velada, recogida, aureolada de árboles que, en vez de hacerla resplandecer, la irradia de un aura de sombras. Su posición central, con los pies firmemente asentados en la tierra, nos dice que esta Venus, principio sensible de la belleza y a la cual se orienta el anhelo erótico en su dimensión de fertilidad, es la Primavera. El arco descendente indica que viene de un lugar mas elevado, velado, al otro lado, en el cielo, más allá del boscaje. Pero que apunta en su equilibrio, hacia otro, o tal vez el mismo lugar elevado señalado por Hermes, el poseedor del Conocimiento.
El nacimiento de Venus. Sandro Botticelli.
    Esa escena que vela la umbría de este cuadro, y que está señalada por la luz que desde el fondo se filtra entre los árboles, es la que Botticelli pinta en el "Nacimiento de Venus". Tenemos ahí a la Belleza recién nacida, en su condición originaria, que resplandece ante nuestros ojos aún no cubierta por velos, y comunicando a toda la escena una movilidad violenta y elemental. Venus está sobre su concha que flota en la superficie marina; el agua está calma, surcada por líneas quebradas que se mezclan con flores. Esta espuma es el semen de Urano de donde ha surgido. Boreas sopla para dirigirla a la orillas donde la espera la ninfa Hora para cubrirla con un manto floreado. La ninfa Hora le tiende el velo de la floresta que se abre por la izquierda al cielo abierto. Detrás de Hora está el bosque umbrío del cuadro anterior. Contemplamos un milagro. Estamos en presencia de la Venus Celestial cargada de la Belleza de su Origen, pero cuya naturaleza es tornadiza y frágil cual la espuma de las olas. Es ella la que transmite el principio, el don y la simiente del Origen. De esa escena siniestra en la que Cronos corta los genitales de Urano y que Botticelli nunca pintó, pero que insinuó en estos dos cuadros.
   El secreto que intenta desvelarnos Botticelli es esa revelación fugitiva, instantánea, suspendida y sorprendida por un instante ante nuestros atónitos ojos, que tiene como soporte algo horrible; es esta Afrodita Urania, desnuda y desvelada, pura apariencia, y luego cubierta de un velo que cubre un agujero ontológico simbolizado por el vacío de un cuerpo al cual le han arrancado los genitales. Por ello, la Belleza es una apariencia que escamotea la visión de un abismo sin fondo y sin remisión, en el cual cede y se resquebraja todo, hasta el concepto de belleza.
   Lo bello sería así ese comienzo de lo terrible que los humanos aún podemos soportar; mientras que lo siniestro, sería aquello que, debiendo permanecer oculto y secreto, se ha revelado y hecho presente a nuestra mirada.
   Zaratustra, el loco, ya lo sabía: "Hay que llevar verdaderamente el caos dentro de sí, para poder engendrar una estrella danzarina". (Nietzche: "Así hablaba Zaratustra").

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