miércoles, 7 de agosto de 2013

El sentido mágico del carnaval (3): El "Loco" tiene la palabra.



(Capítulo III)

El "Loco" tiene la palabra.


<PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 23/02/1992>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: El sentido mágico del carnaval.
<CAPÍTULO-3>: El "Loco" tiene la palabra.
<AUTOR> : Alfiar
<SUMARIO>: La Fiesta de los Locos pone al descubierto el elemento de arbitrariedad que existe en nuestras jerarquías sociales.
<ILUSTRACIÓN>: En la Europa medieval, hasta los más piadosos sacerdotes y gentes serias se colocaban máscaras obscenas, cantaban canciones desvergonzadas y se lanzaban al desenfreno y a la vorágine.
<CUERPO DEL TEXTO>:
  
   En muchos lugares de la Europa medieval, al final del año, se celebraba una fiesta conocida como Fiesta de los Locos. En ella, todos, desde los más piadosos sacerdotes (habría que preguntarle al Arcipreste que entendía por esa expresión) y gentes serias, se colocaban máscaras obscenas, cantaban canciones desvergonzadas y se lanzaban al desenfreno y a la vorágine.

(...)

   Los clérigos de órdenes menores, con los rostros pintarrajeados, se contoneaban vistiendo los trajes de sus superiores, y se burlaban de los pomposos rituales eclesiásticos y cortesanos. Se elegía a un Rey de Burlas, o a un Señor del Desgobierno, o a un Niño Obispo, o a un Asno Oficiante para que celebrara una parodia de la Misa. En esta festividad no había costumbre o convención, institución o personaje, real o eclesiástico, que no fuera ridiculizado y objeto de coplas.

Pieter Brueghel el Viejo Combate entre Don Carnal y Doña Cuaresma (1559)
    Se hace evidente que la fiesta nunca fuera muy popular en las altas esferas, y que surgieran constantes condenas contra ella. Pero a pesar de la inquietud de los eclesiásticos y de su condena en el Concilio de Basilea de 1431, tal festividad sobrevivió hasta casi el siglo XVI. La Reforma y la Contrarreforma la hicieron desaparecer poco a poco; seguramente nuestra costumbre de despedir el Año Viejo venga de ahí. Las crónicas, raramente lamentan su desaparición y tienen buena razón para ello, ya que como era habitual degeneraban en libertinaje y chocarrería.
   ¿Qué indica su desaparición?
   En principio, que nuestra cultura no podía permitirse el lujo de ridiculizar periódicamente sus más sagradas convicciones religiosas y políticas. Por otro lado, es la prueba de que se empezaba a contemplar los papeles sociales y las convenciones sagradas con ojos que no podían tolerar semejante sátira o mordaz parodia en la que los tontos eran Reyes, los monaguillos Obispos y el más elevado era el más bajo. Además, desenmascarar las intenciones de los poderosos, siempre hace que su poder parezca menos irresistible.
La fiesta de los locos de Brueghel
    La Fiesta de los Locos pone al descubierto el elemento de arbitrariedad existente en nuestras jerarquías sociales y nos capacita para ver que las cosas no tienen por que ser necesariamente como de hecho creemos que son. Y no deja de ser curioso que el derecho divino de los reyes como teoría política del Poder Real, la infalibilidad del Papa y el nacimiento de los entonces modernos Estados totalitarios del Renacimiento, son especies que comienzan a florecer en el momento en que la Fiesta de los Locos inicia su desaparición. Es el signo de los tiempos.


  Desde entonces, el Saber ha excluido al Loco de la sociedad. A esta exclusión se le añadió una reclusión, y a partir del S. XIX se le enajena aún más con el saber del psiquiatra. Así, el Loco, desde después del S. XVII carece de lenguaje, de discurso, resulta ininteligible. Por más de dos siglos, su palabra dejó de intranquilizar a ese nuestro-mundo normal y racional. Pero he aquí que en el S. XVIII y XIX, en que la Razón se eleva a la categoría de Diosa Razón, en ese punto en que su exclusión era más extrema, ese ser excluido y llevado a la reclusión, ese mero objeto de psiquiatra, comienza a hablar -con Goya en su obra tenebrosa, con Sade, con Nietzsche-, comienza de nuevo a expresarse y a inquietarnos con su mensaje insólito. Y lo que resulta más peligroso: ese mensaje comienza a ser escuchado, entendido.
   ¿Por qué el Loco vuelve de nuevo a la escena del Gran Teatro del Mundo?

   Porque cuando un polo de la energía, el Saber como Razón, llega a su máxima expresión y potencial, automáticamente, bascula a su contrario, el No-Saber o Sin-Razón, aquello que suena a locura y que es el lenguaje del Loco. Esto había sido ya descubierto por el pensamiento chino y configurado en ese símbolo del TAO que se expresa por sus dos polos alternantes, el YIN y el YANG, en el que uno bascula eternamente sobre el otro dentro de la unidad configurada por TAO, dentro del ciclo. Pero ese descubrimiento no es exclusivo de Oriente, expresado de otra manera, está en la figura simbólica y arquetípica de Saturno, y de sus fiestas Las Saturnalias, consideradas como el origen de nuestros Carnavales.
   ¿Qué eran éstas fiestas?

Representación de la saturnalia. Pintura romana.
  Está comprobado que muchos pueblos observaban un período anual de libertinaje en el que la ley y la moral, que de ordinario refrenaban las costumbres, eran dejadas de lado. Las gentes se entregaban al desenfreno más extravagante, donde las pasiones más tenebrosas encontraban esa satisfacción que no se permitía en el curso de la vida ordinaria, más tranquila y juiciosa. Tales explosiones de las fuerzas reprimidas de la naturaleza humana, solían degenerar en las más salvajes orgías, en las que se llegaba al crimen. Estaban asociadas con períodos agrícolas.

   La Saturnalia se celebraba en Diciembre, el último mes del calendario romano. El pueblo suponía que su objeto era conmemorar el feliz reinado de Saturno, dios de la siembra y la agricultura, que dio a los ascendientes de los romanos el conocimiento de la agricultura y las leyes para que vivieran en paz. Su influencia creó esa fabulosa Edad de Oro en que la tierra producía abundantemente y nada perturbaba la felicidad. Pero esta brillante tradición estaba oscurecida por una sombra tenebrosa. Se decía que sus altares habían estado teñidos con la sangre de víctimas humanas. De este oscuro aspecto de la religión del dios hay poca o ninguna huella en las descripciones de la Saturnalia que nos han dejado los escritores antiguos. Comilonas, borracheras y toda loca búsqueda de placer son los rasgos que, en nuestra creencia, adornaron el Carnaval de la Antigüedad, que durante siete días se celebraba en casas, calles y plazas públicas de la antigua Roma, desde el 17 al 23 de Diciembre.

    El rasgo más notable era la licencia concedida en esos días a los esclavos, aboliéndose temporalmente la distinción entre las clases libres y serviles. El esclavo podía injuriar a su amo, emborracharse como ellos, sentarse a la mesa con ellos y ninguna palabra de reproche podías hacérsele por una conducta que en cualquier otra época del año hubiera sido severamente castigada. A tan lejos llegaba esta inversión de rangos, que cada familia con su servidumbre se convertía en esos días en una república burlesca, en la que los altos puestos del Estado eran desempeñados por los esclavos, que daban órdenes, derrocaban la ley como si verdaderamente estuvieran investidos de todas las dignidades del Consulado, del Pretorio y de la Magistratura. Otro aspecto de la Saturnalia, era la elección de un Rey de Burlas, en cuyo reinado expedía mandatos de carácter irónico y burlesco a cumplir por sus súbditos temporales.

Saturno.Caravaggio.
    Esta libertad permitida a los esclavos, se suponía que era una imitación del estado social que existía en el tiempo en que Saturno reinó entre los hombres. La Saturnalia pasaba por ser una resurrección de esa época feliz, y el Rey de Burlas no era otro que el mismísimo Saturno, el Loco.
   Esta identificación puede ser comprobada por un relato en el que se nos cuenta como celebraban la Saturnalia los soldados romanos estacionados en el Danubio en tiempos de Maximiliano y Diocleciano.
   El relato se conserva en una narración del martirio de San Dasio, que apareció en un manuscrito griego de la Biblioteca de París. Según esta narración, los soldados romanos de Durostorum, en Baja Moesia, celebraban la Saturnalia todos los años de la siguiente manera: treinta días antes del festival, elegían por sorteo de entre ellos mismos a un hombre joven y guapo, al que vestían con atavíos reales recordando a Saturno. Así ataviado y acompañado por una multitud de soldados, se presentaba a las gentes con plena licencia para entregarse a sus pasiones y gustar de todos los placeres, por viles y repugnantes que fueran. Pero si su reinado era alegre, también era corto y terminaba trágicamente, pues cuando se acababan los treinta días y era llegado el festival de Saturno, se le degollaba ante el altar del dios que había personificado.


El soldado romano Dasio.
   En el año 303 de nuestra Era, la suerte recayó en un soldado cristiano, Dasio, que se negó a hacer el papel del dios pagano y ensuciar sus últimos días con semejante libertinaje. Las amenazas y razones de su oficial Basso no conmovieron su fe, y por ello fue degollado en Durostorun por el soldado Juan, el viernes 20 de Noviembre, siendo el 24 el día de la luna, a la hora cuarta, según recuerda con meticulosa exactitud el relato. Y por si quedara duda del hecho, en la cripta de la catedral de Ancona se conserva un sarcófago de mármol con una inscripción en griego que dice: "Aquí yace el santo mártir Dasio, traído de Durostorum". Sus restos reposan desde 1848 en una cripta de la catedral de San Pelegrin.
   Esta narración ilumina con nueva y espeluznante claridad el puesto del Rey de Burlas de la Saturnalia, el antiguo Señor del Desorden, que presidía las francachelas invernales en la Roma de Tácito.


   La semejanza entre la Saturnalia y el relevante personaje representado por el Rey del Bosque, que después de un breve reinado de disipación y gloria es públicamente muerto y quemado, pone de manifiesto que Su Señoría el Carnaval no es otro que el antiguo rey de la Saturnalia, el rey de las francachelas, la palpitante personificación de Saturno. El Rey de la Habichuela (cuento de hadas de la noche de Reyes), el medieval Obispo de los Locos, el Abad de la Sinrazón, tienen por sosias al dios Saturno.
   Y de nuevo, ¿quién es Saturno?
   Pero, como diría Kipling, esa es otra historia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario