<ARTICULO
PUBLICADO EN LA GACETA DE
CANARIAS EL 22-12-91>
<PÁGINA>: LA
OTRA PALABRA
<TÍTULO>: Sobre
el significado de la Navidad.
<Autor>: Alfiar
<CUERPO DEL TEXTO>:
9.- NAVIDAD. UN ACONTECIMIENTO DE LA EVOLUCION COSMICA
(2)
Con mayor o menos conocimiento de ello, el
eterno tema de la meditación humana es sobre el significado de la Vida.
Los hay que buscan su significado en el servicio, en la renuncia así
mismos, en el sacrificio de sí,
en fundirse en la vacuidad, o en el deleite de la vida y su disfrute.
(...)
Pero
todos estos significados de la vida, y cien mil más, son siempre algo que está
fuera de la Vida. La Vida que es la Energía
Divina en emanación, desenvolvimiento de sí misma según
su propia ley, lleva el significado de sí misma en si misma. La vida entera de
cada ser le conduce al conocimiento de algo.
En cada hecho, suceso, accidente, acontecimiento, anhelo o deseo, en cada
experiencia hay encerrado un conocimiento. Toda la experiencia de la vida es
conocimiento. La emoción más poderosa, el anhelo más sublime, el amor más
excelso, es conocimiento. ¿Acaso el Alma
no surgió de la Fuente vacía de conocimiento? ¿Acaso no lleva
implícita en ella su destino: el adquirir Conocimiento
y Sabiduría? ¿Acaso les leyes
internas que guían esta Energía-Vida
no la impulsan a ese destino? Ese gran místico sufi que fue Al-Gazzali decía:
"La función más alta del Alma del
Hombre es la percepción de la
Verdad". ¿Y acaso lo que se percibe de la Verdad
no es Conocimiento?. La función de
la vida psíquica es realizar la existencia, entendiendo por tal todo lo que
existe: El Universo todo, en todas sus dimensiones, planos y niveles. El hombre
se da cuenta de su existencia, la conoce, y lo mismo la existencia del mundo en
que está inmerso. Ambas cosas se relacionan y fusionan en él. La extensión y la
profundidad de esta relación consigo mismo y con el mundo, es la expansión de
ese conocimiento. Todas las facultades del Alma
y del Espíritu del hombre, todos los
elementos de su psique -sensaciones, percepciones, conceptos, ideas, juicios,
razonamientos, sentimientos, emociones y aún sus creaciones-, son los instrumentos
que posee la persona para conocer. Los sentimientos -desde los más burdos a
los más sublimes-, y las creaciones humanas -desde el hacha de piedra a la Novena Sinfonía-,
son medios de conocimiento.
Es nuestro estrecho punto de vista el que ve
ese conocimiento como sirviendo a otros propósitos, que pueden ir desde la
consecución del placer, a la conservación de la vida. En realidad, todo conduce
al conocimiento de la propia vida en las distintas etapas de su evolución, a su
propio significado; porque el significado de la vida humana es conocerse así
misma.
El destino último del Ser Humano es la Perfección
completa, la Sabiduría
total, la Luz
completa del Alma y el Espíritu. La semilla de sol debe
convertirse en Sol. Y para alcanzar ese destino final, el Ser Humano tiene que
conocer y aprender por propia experiencia, partiendo de cero, y comenzando su
aprendizaje en mundos primarios y a través de un cuerpo físico. Para obtener en
su vida física todo el conocimiento y la experiencia que impulsa su progreso,
el ser humano encarnado tendrá que utilizar los atributos con que su Alma y Espíritu fueron dotados. Ellos serán las herramientas de trabajo:
para el Alma el sentimiento de la
responsabilidad de las propias acciones, esa sensación interna que le indica
cuando una acción es conforme a la Ley o es contraria a ella. Esa Ley es la Ley del Amor a la que el Alma está sujeta. Para el Espíritu, el libre albedrío o libertad
de actuar según su capacidad de pensar, razonar y comprender. El Espíritu está sujeto a la Ley de Libertad Individual del Ser.
Utilizando estas herramientas, el Ser Humano
podrá llenar de Conocimiento y Sabiduría su Conciencia Espiritual Superior que estaba vacía cuando salió de la Fuente.
Dice el Conocimiento
transmitido a la Humanidad,
que la Ley de
Evolución del Ser ha conducido a éste desde su origen, por los mundos
primarios, al que nos encontramos. Cuando el razonamiento y la conciencia se
desarrollan, cuando acumula suficiente experiencia de los hechos vividos y
distingue dentro de sí el camino verdadero, la Ley de Evolución Espiritual le conduce,
sin que aún tenga conciencia de ello, a este mundo en que nos encontramos. Este
mundo es un crisol en el que la Conciencia
debe despertar y activarse, en el que debe salir de su letargo para tomar parte
activa en su propia evolución. Trabajar, ejecutar, realizar, aprender, conocer,
dominar, son los objetivos de la vida en este momento para el Ser Humano.
Debemos llegar a conocer la realidad de nuestra vida trascendente; ver que es
lo que constituye el sentido de nuestra razón de ser, el objetivo para el cual
hemos sido creados. Conocer el valor real de las cosas, de las actitudes, de
los estados de ser; aprender a valorarlos correctamente, para que nuestro
pensamiento, nuestro sentimiento y deseo sean dirigidos hacia lo que necesita
ese Cristo-Niño que se gesta en
nuestro interior y que se dispone a nacer en Belén. No otro es el propósito.
Cada evento de la vida, cada situación,
tiene dos sentidos: uno material y otro espiritual. Debemos aprender a
enfocarnos en el sentido espiritual que es el que le sirve al Cristo-Gestante para crecer. Pero la
vida material y su influencia dominan al ser humano y le apartan de lo
espiritual. Lo espiritual es sólo la actitud correcta que ha emanado de nuestro
conocimiento y comprensión. Y es correcta porque le sirve al Ser Interno para crecer; y es incorrecta,
cuando no le sirve al Alma, porque sólo le sirve al ser externo o personalidad. Nuestras vidas físicas no
tienen finalidad en sí mismas, lo mismo que las experiencias que se realizan en
ella; sólo sirven para ayudar a la Realización del Ser Interno.
La
Ley de Evolución del Ser, que es la fuerza
conductora de la Ley de Amor, nos va conduciendo a través
de las vidas y la experiencia inducida por la Ley de Causa y Efecto y la Ley de Recurrencia, a un estado en el
que el Ser Interno nacido sea él
mismo el que se encargue paulatinamente de su propio proceso.
El Ser
Humano nacerá a un estado de Vida
Cósmica llamado en los Evangelios Reino
de los Cielos. Es este un mundo diferente, porque aquí ya habremos
aprendido el Conocimiento de las Leyes que rigen el Universo y actuaremos según ellas,
las usaremos para nuestra propia creación posterior. En estos mundos futuros,
nos iremos despojando, poco a poco, de los residuos de nuestra materialidad
hasta que, libres ya de toda mota de oscuridad material, convertidos en Espíritu de Luz, iniciaremos nuestro
aprendizaje superior. Primero en los Mundos
de Sabiduría, y luego en los Mundos
de Luz y Pureza, para graduarnos finalmente como Hijos de Dios en los Mundos
Crísticos en los que el Ser Humano
es Uno con la Energía
Amor de Dios,
y aún así, mientras dura la manifestación se convierten en el brazo actuante de
Su Voluntad. Con ello termina su Evolución Cósmica.
Amor, hermandad, colaboración, servicio, no
sujeción a doctrinas, reconocimiento de la Divinidad en nosotros, es lo que caracteriza al
ciudadano del Reino. Son nuestros objetivos. La decisión es nuestra. La
elección debemos realizarla nosotros. ¿Qué decisión es ésta? ¿Es el hombre un
Hijo de Dios? ¿Somos Divinos? Si lo
somos expresemos esta Divinidad y reclamemos nuestra primogenitura. Nuestra
necesidad actual es descubrir el hilo oculto del propósito que nos sacará de
este aparente atolladero y que nos une a ese Plan que desde la más remota
antigüedad ha ido siendo comunicado al hombre como guía, como luz que conduce a
la Iniciación de los Misterios del Ser. Esos Misterios
que los Guías, Maestros y Protectores de la Humanidad nos revelan,
para inducir a cada hombre a que emprenda el camino, y obedezca por amor a la Luz que poseen en su interior,
haciéndose sensible a la inspiración que le llega de lo Alto o de lo Profundo de
sí mismo. No hay otro camino.
La obediencia a lo más elevado, practicada
en las cosas grandes y pequeñas, es algo que puede parecer pueril, pero es el
secreto del Camino. Alcanzar la perfección no consiste simplemente en
desarrollar un buen carácter, ni en ser afable o simpático. Es un asunto de
comprensión y de una actitud interna, orientada hacia la Divinidad que somos en
el servicio al hombre y a los seres de la creación. "Porque el que no ama a su hermano al cual ha visto, ¿como puede amar a
Dios a quien no ha visto?" (Juan. 4,20).
El Amor del que habla Cristo no es un estado
emocional ni sentimental. Es un Amor
inteligente. Tiene en cuenta en grado de evolución y el carácter de quiénes
amamos; y, sobre todo, es un Amor que ve.
Por ello, puede actuar sabiamente. Es un Amor
que percibe la necesidad de amor que tiene el mundo. Todos estamos dispuestos a
ser amados y a ser servidos. Esta es la actitud egoísta que debemos cambiar y
aprender a dar amor y no a pedirlo, a darnos en servicio a todos con los que la
vida nos pone en contacto cada día y a no exigir nada para la persona, pero sin
que nada de fuera nos esclavice.
Si reflexionamos, nos daremos cuenta que el Amor es en esencia la Comprensión
de la Hermandad, el reconocimiento de que todos somos
Hijos del Padre Uno.
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