sábado, 1 de junio de 2013

Sobre el significado de la Navidad 5


<ARTICULO PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 22-12-91>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: Sobre el significado de la Navidad.
 <Autor>: Alfiar
<CUERPO DEL TEXTO>:

 5.- LOS PERSONAJES DE LA NAVIDAD (2)

Todo Avatar viene precedido de signos. El nacimiento de Buda estuvo precedido de treinta y dos signos profetizados con anterioridad y verificados antes de ser reconocido como Avatar. Uno de esos treinta y dos signos decía que Maya, la madre de Buda debería viajar en el momento del nacimiento de su hijo. Y Maya, en el décimo mes de su consagración virginal, realiza un viaje para reunirse con su padre. En el camino se detiene en una posada y allí, bajo un árbol, nace Buda.
   Una tradición china nos cuenta que Lao-Tzé nació de una virgen que se encontraba viajando cuando el sabio vino al mundo, y que lo hizo en el momento en que su madre se había detenido bajo un árbol.
   El Evangelio nos cuenta que la Virgen María, con su esposo José y el Cristo-Niño en el vientre, sale de Nazaret, atraviesa la Galilea y se dirige a Belén a empadronarse, es decir, a dar testimonio de su filiación, en este caso, divina.
(...)


   María, la Virgen, es el nombre que se da en la Antigua Sabiduría a esa sustancia que nutre, alimenta, gesta y oculta dentro de sí al Cristo-Niño, la Conciencia Críticas. Esa sustancia es la naturaleza humana, la materia toda. El cuerpo, el templo, la tierra negra de los alquimistas, es el lugar en que nuestra Esencia Divina queda oculta. Y cuando esta Materia es activada por el Espíritu, da nacimiento al Cristo Cósmico, al Cristo histórico y al Cristo individual.
   María, cada hombre en su más plena naturaleza individual, sale de Nazaret, lo que se consagra, y se dirige, recorriendo la Galilea, el girar de la rueda, hasta Belén. Eso que llevamos en estado latente en nuestro interior, una vez que ha sido fecundado por la comprensión espiritual, inicia su proceso de gestación y lo hace en ese lugar apartado, consagrado, llamado Nazaret. Y cuando la hora es cumplida de demostrar la filiación divina de lo que existe en el interior de cada ser humano y que se dispone a nacer, nuestra naturaleza, conocedora de los ciclos que regulan la existencia, sabedora de los momentos en que en que el girar de la rueda marca el nacimiento y la muerte, se dirigen a empadronarse a Belén con el fin de señalar quien es nuestro auténtico Padre. Los esposos, recorriendo la Galilea, la Rueda de la Vida lleva a nuestra naturaleza hasta esa puerta que marca la muerte de lo humano en nosotros. A esa Casa del Pan en la que, como el Cristo histórico mostró, tenemos que convertirnos para ser alimento vivo que sacie el hambre de aquellos que tienen hambre. Pero antes de llegar a ser Pan, tendremos que crecer como espiga, ser trillados, convertidos en harina y amasados antes de salir del horno convertidos en pan. Es este nuestro empadronamiento que demuestra de quien somos hijos. Y aunque el sentido es metafórico, la experiencia interna por la que cada ser humano tiene que pasar y a la que alude la metáfora o la parábola, es real.
   De este acontecer, el libro de las imágenes celestes nos dice más cosas que no son tan visibles en el relato histórico. Asociados a Virgo, además de las tres constelaciones anteriormente mencionadas, hay otras tres, todas simbolizadas por mujeres:
  • CASIOPEA: la mujer entronizada.
  • BERENICE: la mujer que lleva al dios.
  • ANDROMEDA: la mujer encarnada.
  Estas tres constelaciones señalan tres aspectos del desarrollo de la Evolución Humana:
  • CASIOPEA, es esa larga etapa de la vida humana que abarca incontables vidas y en las cuales la materia y la forma predominan; y donde la Esencia Divina interna está tan incrustada en esa materia virgen, que parece no haber ningún signo de espiritualidad en el hombre. La naturaleza material, el aspecto materia de la vida, la satisfacción de lo instintivo pulsante, dominan. Es María entronizada.
  • BERENICE, nos señala la etapa siguiente del proceso. La materia empieza a revelar cual es el propósito por el que fue creada, qué papel tiene en el Plan de Dios para el hombre: el de gestar y dar nacimiento al Cristo, a esa chispa de Divinidad que late en lo profundo de cada ser humano, y que es de la misma esencia del Padre y por la que somos su Imagen. Porque cuando el giro de la rueda de la vida haya completado su girar para cada hombre, entonces, su naturaleza, saldrá de Nazaret para, atravesando la galilea, dirigirse a Belén donde dará a Luz, se iluminará, mostrando al mundo que su verdadera filiación es de origen divino.
  • ANDROMEDA: Una vez que la Luz aparece en nuestra naturaleza humana, una vez que nuestra Alma, el Cristo en nosotros, pueda expresarse a través de la forma de nuestra personalidad sin que esta lo obstaculice, porque se ha puesto a su servicio, se inicia la tercera etapa de nuestra Evolución espiritual. Esto es lo que nos muestra Andrómeda, la Mujer encadenada, o la materia subordinada al Alma y al Espíritu. En esta tercera etapa rige el Alma, rige la Conciencia Crística. Lo material en nosotros se subordina y sirve a lo nacido en Belén.
   Sin embargo, nada de esto se realiza si no se efectúa el viaje desde Nazaret, recorriendo el territorio de nuestra vida cotidiana, la Galilea, hasta Belén. El ciclo es siempre el mismo, tanto para los grandes Mediadores, que no son otra cosa que hombres que han evolucionado espiritualmente, como para los hombres comunes que tienen que evolucionar: viaje, nuevo nacimiento, la experiencia de la vida de lo Divino, el servicio a prestar en favor de la Humanidad, el sacrificio de su vida y la resurrección para un Servicio más amplio.
  A María la acompaña José, que significa el que agrega. Era carpintero. En aquella época el carpintero era un trabajador especializado de la construcción, el que agregaba una viga a otra viga, el que unía un madero a otro, el que levanta la casa en su armazón. José es ese aspecto constructor, creador, del Padre. Ese aspecto que levantó, piedra sobre piedra, el Templo en el que una vez nacido se albergó el Espíritu.
   En la actualidad muchos hombres viajan; muchos hombres se ocupan de su realidad interior, muchos hombres recorren el camino de Galilea; muchos hombres están a punto de entrar en la caverna de la iniciación, ese lugar dentro de nosotros mismos en el que tendrá lugar el nuevo nacimiento.
   Este proceso es el que nos relata el Mito y la Historia, el Símbolo. Pero el proceso no es un símbolo, no es un mito. Es algo real que acontece en nuestra interioridad.

  En la Naturaleza todo está compuesto, todo es un agregado de cantidades. La Energía en la Fuente de donde surge esa Chispa Divina en nosotros, no está compuesta. Descomponer por la fuerza, por la fricción, por el sacrificio de la combustión interna, ese agregado material, es liberar esa Energía Original, esa Energía Una que es un Fuego Consciente y Devorador, Creador y Generador. Es la radiación solar la que directa o indirectamente hace al árbol agregando molécula a molécula, célula tras célula. Pero ella es indiferenciada y universal en el sistema. Pero así sea la semilla, así surgirá el abeto o la espiga. Y cuando esta radiación después de su paso por la forma vuelva a la Fuente, llevará consigo esa conciencia nacida de la experiencia. Esto no se refiere a una conciencia particular, abeto o espiga. En el Retorno, lo Universal exige la universalidad de las experiencias para Una Conciencia Universal. El Espacio y el Tiempo es el proceso evolutivo que esa semilla particular debe realizar para ser esa Conciencia Universal Una. Y esta Génesis se lleva a cabo en la Naturaleza, en la Tierra y en el Hombre: esos agregados que son María, la Materia.
 
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