miércoles, 5 de junio de 2013

Los Centros en el Hombre (2ª Parte). Crisálida 012



Los Centros en el hombre

(2ª Parte)

Las partes mecánicas de los Centros tienen su propio trabajo específico dentro de ese organismo que es el Hombre, y pueden hacerlo correctamente sin que necesiten atención alguna o con muy poca atención. Por ejemplo: cuando caminamos, esta acción requiere muy poca atención por nuestra parte y sólo de vez en cuando. Toda la variedad de los complejos procesos implicados en el acto de caminar son realizados por los niveles mecánicos del Centro Motor. Mientras lo hacemos, el caminar, nuestras manos pueden estar ocupadas en algún otro movimiento que requiera una atención más conciente, por ejemplo, liar y encender un cigarrillo.
Veamos otro ejemplo: supongamos que me estoy acicalando y vistiendo para ir a una cena. Esto requiere algo de atención, pues su realización es algo mecánico. Pero mientras lo hago, me pongo a pensar en el problema que me ha surgido, de tal modo que me “salgo” (aparto esa pequeña atención que necesito para vestirme) de lo que estoy haciendo. Entonces pueden ocurrir cosas sorprendentes, como encontrarme de pronto con el pijama puesto y metido en la cama, o llevar calcetines de distinto color, o que los botones de la camisa no hayan entrado en los ojales que les corresponden. A todos nos ha pasado algo así alguna vez. Esto ha ocurrido porque al retirar esa pequeña atención de lo que hago, vestirme es una actividad un tanto mecánica, los “yoes” encargados de hacerlo, han hecho lo que les ha venido en gana.

(...)


Toda la “máquina humana” (entendida esta expresión solo desde el nivel mecánico de los Centros) está construida de tal modo que en un momento de urgente necesidad, cualquier parte de ella puede realizar el trabajo de otra parte, aunque solo durante un tiempo. Cuando esto ocurre, el Trabajo dice que los Centros se sobreponen. Y, por ello, a causa de esta superposición, los Centros, la maquina humana, aunque en grado limitado, pueden hacer frente a aquellas necesidades urgentes que surgen en nuestra vida. Pero cuando esto ocurre, ocasiona un trabajo erróneo de los centros que si se prolongara, ocasionaría problemas.
Veamos otro ejemplo: la respiración es algo que se lleva a cabo sin que nuestra atención sea necesaria. Aquí, el Centro Motor, que contrae y relaja los músculos empleados en la respiración, es controlado por el Centro Instintivo, que calcula la condición de la sangre a cada momento y, en consecuencia, aumenta y disminuye el ritmo de la respiración. Este proceso interno no lo podemos observar directamente, ya que no podemos observar lo que hace nuestro Centro Instintivo y su complicada tarea de atender al trabajo interior de los órganos. Pero si podemos observar el resultado de su trabajo, a saber, que después de correr, nuestra respiración es más profunda o, si tenemos fiebre, respiramos más rápidamente y comprender que esto se debe a que el Centro Instintivo necesita más oxígeno, y así sucesivamente.
Pero nuestra respiración no es sólo controlada por nuestro Centro Instintivo-Motor. Puede producirse una superposición de Centros cuando pretendemos respirar deliberadamente, voluntariamente, de otra manera, acelerando o reduciendo nuestra respiración. Aunque esto no podemos realizar más allá de un cierto tiempo, porque el Centro Instintivo volverá a hacerse cargo de la respiración en cuanto comencemos a perder el conocimiento. Cuando intentamos controlar la respiración sin comprender lo que estamos haciendo, o sin tener el conocimiento para ello, podemos interferir en el trabajo normal del Centro Instintivo-Motor, obligando a transferir parte del trabajo necesario para controlar la respiración a otro centro.
Por ahí, en la vida, existen técnicas, surgidas de las corrientes New Age, como el Rebirthing (renacimiento), técnica inventada por Leonard Orr en EE.UU. en los años sesenta, que ocasionó algunas muertes. Toda la Enseñanza Tradicional advierte de los peligros de usar estas técnicas sin conocimiento y control de lo que uno se trae entre manos. He escuchado a practicantes de esta técnica que con ello iban a desarrollar “sus poderes”. Esto es una insensatez. Lo que estas personas desconocen es que una vez que un Centro ha sido descontrolado, nunca volverá a trabajar normalmente.
El estudio de los Centros y de su trabajo equivocado es algo que exige de la observación de sí. Con el fin de entenderlo, es preciso comprender su naturaleza, de otro modo lo enfrentaremos de forma equivocada. Además, no es posible llegar a una comprensión de los Centros y de su trabajo correcto o equivocado en un instante, ni en un cursillo de fin de semana.
Reflexionemos sobre algo: Toda nuestra Vida depende de que estos Centros funcionen correctamente, pues ellos la controlan. Nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestras ideas, nuestras esperanzas, temores, amores, odios y sus acciones; nuestras sensaciones, nuestros placeres, nuestras satisfacciones, y así sucesivamente, todo, depende de ellos. Es algo tan complejo que ni siquiera con el saber que puedan aportarnos las ciencias biológicas, fisiológicas, psicológicas, etc., en su actual nivel de conocimientos, podría lograrlo. No olvidemos que este “saber” en el que se nos presenta este Conocimiento es un saber simbólico y que, aunque como tal tiene la posibilidad de presentarnos todo aquello que constituye el misterio de nuestra vida en todos sus planos y facetas de una manera comprensible, también es algo que necesita de nuestra voluntad y esfuerzo.

Pretender conocer algo así, es como imaginar que podemos comprender todo lo que se refiere a la Vida, solamente con haber asistido a una o dos conferencias que traten de este tema. Todo lo que hemos visto hasta ahora, incluso todo lo que Gurdjieff, en su momento, pudo llegar a enseñar a sus discípulos de lo que al parecer solo son fragmentos de una Enseñanza desconocida, sólo representa una ligera pátina de todo lo que la Enseñanza Esotérica ha tratado transmitir a lo largo de los milenios. Su finalidad es motivarnos para que nos impliquemos en su estudio, primero de la teoría de esta Enseñanza y luego la apliquemos a nosotros mismos mientras nos observamos como está configurada nuestra realidad interior, y como podemos conseguir que funcione de forma más armónica y consciente.
Veamos ahora unos esquemas sobre los Centros, sus divisiones y subdivisiones, de forma que podamos hacernos una idea general que nos sirva de “mapa” para nuestras observaciones sobre nosotros mismos. De este modo, podremos saber en que lugar y nivel nos encontramos.
Podemos apreciar en los esquemas siguientes sobre los Centros que en ellos aparecen representadas sus partes positivas y negativas. En ellos, solo la parte motora del Centro Mental se encuentra representada con más detalle. Podemos observar las diferencias que existen entras las partes motora y emocional del Centro Mental. También podemos pensar en lo que esto significa, pues forma parte de nuestro trabajo observar todo ello interiormente, registrar la información y establecer las reflexiones sobre lo que ello significa para poder alcanzar una comprensión sobre este tema.
Observemos el esquema del Centro Mental dividido por su mitad en una parte positiva y otra negativa. ¿Cuál creemos que pude ser la función de la parte negativa del Centro Mental? Si la función de la parte positiva es pensar SI, afirmar, parece evidente que la función de la parte negativa es pensar NO, negar. Así, la totalidad de este Centro podría representarse de esta manera.


Si el Centro Mental no tuviera una parte negativa, nos sería imposible pensar.
¿Qué es pensar?


La Enseñanza nos dice que pensar es comparar. Pensar es comparar una cosa con otra, una proposición con otra, una idea con otra, etc. Pero si sólo tuviéramos como instrumento de pensamiento la afirmación, el poder decir , no podríamos comparar las cosas. La comparación requiere de una elección entre dos cosas; a una de las cuales decimos y a la otra No. Cada vez que hacemos una pregunta empezando con ¿por qué? (que es distinta a las que empiezan con ¿cómo?) significa que estamos buscando la razón de algo. Y como todo razonamiento implica comparación y elección, hemos de escoger esto y rechazar aquello.
Si nuestro Centro Mental no contuviera la polaridad Si-No, la posibilidad de afirmar o de negar, la acción de pensar sería imposible. Esto significa que ambas posibilidades de nuestro Centro Mental han de ser capaces de trabajar juntas, de un modo parecido a las dos hojas de unas tijeras, que actúan una contra la otra. Con esta facultad llamada pensar, pensar lo que observamos dentro de nosotros, debemos ser capaces de ver tanto lo que afirmamos como lo que negamos, sea lo que fuere que pensemos sobre algo en particular, y mantenerlos juntos. Luego, entre esos dos lados opuestos, hemos de encontrar un sendero para que por el discurra nuestro pensamiento hacia un resultado nuevo en nuestra psique que no sea Si o No. Algo así como el Sendero Medio del Buda, o el Pilar Central del Árbol de la Vida en la Cábala. Nuestras asociaciones mecánicas conducen siempre nuestro pensar a las respuestas mecánicas SI o NO.
Deben entender que nos estamos refiriendo a auténticos pensamientos, aquellos que requieren de nuestro esfuerzo y atención. Lo que vulgarmente llamamos pensar, no es otra cosa que un mero fluir de asociaciones mecánicas, una huida de vagas ideas, de recuerdos y frases interrumpidas que requieren un eventual esfuerzo con el fin de recordar, por ejemplo, qué tenemos que comprar o a dónde hemos de ir hoy.
Cuando el Centro Mental trabaja en su totalidad, todas las diferentes partes, divisiones y subdivisiones, se disponen en su orden correcto y desempeñan funciones correctas. Por desgracia, esto rara vez sucede. Nuestro Centro Mental rara vez se enciende, se ilumina (¿qué creen que es la Iluminación?) en su totalidad. Por regla general, sólo trabajan las pequeñas partes y subdivisiones, es decir, nuestra mente trabajan a baja presión. Sólo se encienden esas pequeñas partes, ya que el “pensamiento es luz” y, así, nuestro pensar no puede ocuparse de ideas que exigen del funcionamiento de la totalidad de nuestro Centro Mental. Entonces decimos: “No se que pensar”.
Hay que señalar que este sistema, con todas sus ideas y principios, con sus fundamentos y detalles prácticos -de hecho, la Enseñanza íntegra- es un sistema orgánico y coherente, un sistema que ha sido construido para que el hombre aprenda a pensar. Esta Enseñanza nos enseña a pensar y nos proporciona el medio a través del cual podremos desarrollar nuestro propio pensamiento.
Algunas de las ideas de esta Enseñanza son fáciles de captar en una pequeña escala; otras, son más difíciles, pues pertenecen a escalas más grandes y, a veces, se tarda mucho tiempo para “ver” la conexión que hay entre ellas. Pero el Centro Mental en su totalidad, con todas sus partes y divisiones es necesario para mantener el sistema unido en su orden correcto, para un trabajo organizado y viviente. Esto no es sólo una cuestión de memoria, porque la memoria, ante todo, es una función de la parte mecánica o formatoria del Centro Mental, encargada de registras el acontecer y, esta parte formatoria no es suficiente para hacernos comprender las ideas de esta u otra Enseñanza. Es también una cuestión de valoración, de ver y saborear su verdad.
A la vez, a menos que este sistema y sus ideas quedan registrados convenientemente en nosotros, no podrán desarrollarse y crecer correctamente en nuestro lado interno, ni transmitir las vibraciones de los centros superiores. Es preciso comprender que no habrá fuerza, en el Trabajo mismo, si solo lo tomamos como palabras y diagramas, porque es el Trabajo el que transmite a nuestra Esencia esta comprensión cuando aceptamos estas ideas voluntariamente.
Cuando comprendemos el Trabajo, surge algo en nosotros que antes no estaba, un centro magnético capaz de abrirse a influencias de las que ni siquiera teníamos conciencia. Entonces, serán esas influencias las que nos modifican, cambian y, eventualmente, nos transforman. Por todo ello, es muy importante conservar, como algo vivo, este Trabajo en nosotros; escuchar sus ideas, repetirlas una y otra vez; pensarlas y repensarlas de continuo y tratar de actuar según lo que comprendemos que ellas nos dicen.
Hay que saber que si el Trabajo muere en nosotros debido a la abrumadora presión de la Vida, será muy difícil, por no decir imposible, que podamos volver a despertar. ¡Es tan fácil caer en el sueño! Por ello necesitamos tanto tiempo, tanto estudio, tantos esfuerzos y sacrificios, antes que el Trabajo pueda llegar a ser lo bastante fuerte en nosotros como para sostenernos.
Nuestro Centro Mental necesita trabajar en su totalidad para alcanzar la plena comprensión de este sistema; a su vez, éste sistema fue construido para poder organizar correctamente el funcionamiento de todo el Centro Mental, a fin de convertirlo en un instrumento capaz de responder a las influencias que proceden de los Centros Superiores.
Volvamos por un momento al pensamiento negativo. Éste tiene lugar cuando pensamos siempre o casi siempre con la parte negativa de nuestro Centro Mental. Cuando niega o dice NO. Recordemos que los dos lados de este Centro deberían trabajar juntos y confrontados.
Supongamos que comenzamos a pensar en este Trabajo desde el lado negativo del Centro Mental, pero sin que haya confrontación. Lo más seguro es que produzca una negación del Trabajo y sus Ideas, ya que el lado negativo sólo puede asociar las cosas en la forma negativa. Por lo tanto, el resultado final será No. Este pensamiento negativo, acerca de los temas a que se refiere este Trabajo, es algo común y corriente.
Son muchas las formas que puede adoptar este pensamiento negativo. Tantas como personas. Algunas, suelen tener un sistema de pensamiento negativo bien desarrollado acerca de algunas cosas. Pero lo más probable es que estas cosas nunca hayan sido confrontadas en su pensamiento: acerca de sí mismas, acerca de otras personas, acerca de la Vida, acerca del Mundo, del Universo, etc. Estas formas de pensamiento negativo se formaron de forma independiente, del lado positivo del Centro Mental. Lo que quiere decir que estas formas de pensamiento son parciales, no están confrontadas con cualquier pensamiento opuesto y, a menudo, son el origen de muchos conflictos.
¿Saben cual es la cosa que menos nos cuesta en relación con el Centro Mental?
Es disentir. Porque para ello necesitamos usar habitualmente, algo que hacemos, la parte negativa del Centro Mental. El habitual disentimiento, la permanente desaprobación, la cotidiana denigración, el acostumbrado descrédito, etc., es usar, más bien abusar, de este lado negativo sin confrontación alguna. Por ello, aquellas personas que piensan siempre negativamente son personas que convendría evitar, porque tratarán de destruir todo nuestro trabajo. Estas personas no pueden evitar proceder de otro modo, porque están mentalmente “poseídas” por el lado negativo de su mente.
Lo mismo podría decirse que ocurre a los que están poseídos por el lado contrario. Esto también sería un uso erróneo del Centro Mental. Cuando pensamos siembre desde el lado positivo, nunca llegaremos a aprehender, las Ideas del Trabajo, nunca llegarán a ser algo real para nosotros, porque estas Ideas y este Trabajo, nunca se habrá confrontado con otras ideas. El fanatismo, surgido desde el lado positivo o negativo de nuestro Centro Mental surge de esta no confrontación.
Las Tradiciones cuentan que “in illo tempore”, el hombre era perfecto porque estaba en contacto con sus "Centros Superiores", y se decía de él que conversaba con Dios o con los dioses, o con los espíritus. Pero fue débil, porque al no haber nunca negado y si siempre haber afirmado, no sabía cómo enfrentarse con la negatividad. Esa fue la causa de su caída desde la elevada posición que antes ocupaba. Carecía de fuerza de pensamiento y de comprensión de sí. Al ser expulsado de aquella matriz, ha de buscar ahora su camino en otra matriz en la que reina la polaridad, hasta que consiga regresar al lugar donde antes se encontraba, empleando todos el poder dual de su mente.
El estudio de la relación del Centro Mental con, por ejemplo, el Centro Emocional podrá revelarnos cosas muy interesantes de nuestro carácter personal. Por ejemplo, alguien puede tener un pensamiento negativo y una emoción positiva hacia una cosa. O, por el contrario, puede tener un pensamiento positivo y un sentimiento negativo. Veamos lo que al respecto nos dice el Evangelio:
"Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero: pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera. Y respondiendo él, dijo: Si, señor, voy y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?" (Mateo XXI, 28-31.)
Cuando la afirmación de una persona es demasiado mecánica, siempre dirá "". Lo que debemos entender es que este “Si” pertenece a su pensamiento, no a su voluntad, cuya base se encuentra en el Centro Emocional. Por ello dice "" con su pensamiento, pero dice "No" con su voluntad. O viceversa, decimos No con nuestra mente y decimos Si con nuestra voluntad. La parábola, que tiene un nivel de interpretación psicológica, por lo que puede tener significados diferentes, significa en este contexto que el hombre no es Uno, no es la unidad que pretende ser, que tiene, por lo pronto, dos lados, lados que no suelen estar, necesariamente, de acuerdo.
Si tenemos un Centro Magnético, que pone de relieve la existencia de dos tipos de influencias en el vórtice de la vida, las ideas A y las ideas B, podemos tomar como punto de partida de nuestro Trabajo sólo el lado negativo de nuestro pensamiento, con lo que perderemos nuestro tiempo en desaprobar la ideas B a favor de las A. Pero no olvidemos que los Centros colaboran unos con otros y el Trabajo señala que “un sentimiento es el origen de un cierto tipo de pensamiento”. Si nuestro Centro Mental está dividido en positivo y negativo, el resultado puede inclinarse hacia cualquier lado, generalmente hacia el lado más mecánico, pudiendo aprobar o desaprobar cualquier cosa. Aquí pues, es la valoración surgida de nuestro Centro Emocional la que será decisiva. Si lo consideramos como una simple máquina, los dos lados del Centro Mental son mutuamente destructivos. Siempre los necesitaremos para romper la dualidad. Esa es la Ley, la intervención de un tercer factor.


(Continua)




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