domingo, 12 de mayo de 2013

Sobre el significado de la Navidad 2.





<ARTICULO PUBLICADO EN LA GACETA DE CANARIAS EL 22-12-91>
<PÁGINA>: LA OTRA PALABRA
<TÍTULO>: Sobre el significado de la Navidad.
<Autor>: Alfiar
<CUERPO DEL TEXTO>:
    
2.- LOS ENVIADOS DE LA DIVINIDAD

   La existencia de mediadores entre la Divinidad y el hombre, su aparición en el mundo, es conocida en todas partes y en todas las religiones del mundo. Se puede afirmar que ese complejo sistema que es la Tradición Revelada, se sustenta en la existencia de un Plan de Dios para con el hombre y todo lo creado, eso que los budistas llaman la Rueda del Sansara. Los Mediadores o Avatares serían así los encargados de realizar esa transmisión de la energía emanada de un Centro Divino hasta el hombre. 
   Avatar es una palabra sánscrita que literalmente significa descendiendo desde muy lejos, y hace referencia a ese ser que posee la capacidad de transmitir la energía y el poder del Plan Divino. Y, desde éste sentido, Cristo, y por primera vez en la historia de éste planeta, transmitió a la Humanidad ese aspecto del Padre que es el Amor.
(...)

   En el discurrir del tiempo histórico, grandes y pequeños enviados han personificado algún aspecto del Propósito Divino. Y por su mediación e influencia, el pensamiento y el comportamiento de los hombres ha sido modificado, abriéndose a un nuevo sistema de realización espiritual; sistema que no sólo no anulaba el anterior, sino que lo complementaba: Yo no vine a cambiar la Ley de los profetas... Son siempre los seguidores del Avatar los que dogmatizan el mensaje y lo convierten en religión.
   Es fácil apreciar en el estudio de los Avatares conocidos dos aspectos comunes a todos ellos: la necesidad que parece tener la Divinidad de hacer contacto con la Humanidad, y la necesidad que tiene el hombre de entrar en contacto con la Divinidad y ser comprendido y ayudado por ella. En esta necesidad mutua, el Avatar puede actuar como Mediador. Esto es así porque el Avatar es un hombre que para poder encarnar en él ese Principio, ha tenido que desarrollarse espiritualmente, ha tenido que desprenderse completamente de toda limitación, de todo sentimiento de egoísmo y separatividad. Es un hombre que, por haber nacido por segunda vez, ha conseguido que eso que constituye la vida personal y dramática del hombre normal ya no exista.
   Hay avatares de muchas clases y grados: los hay de gran importancia planetaria, porque personifican en ellos las grandes verdades que los hombres deben llegar a conocer, y los hay que expresan en sí mismos el compendio de toda la realización humana; o aquellos que expresan algún principio o cualidad divina. Por ello, un avatar que llega es siempre un acontecimiento espiritual que trae cambios. Cambios que conllevan crisis originadas, en lo individual y en lo colectivo, por la necesidad de poner fin a lo antiguo para poder establecer lo nuevo. Es así como la continuidad de la Revelación del Plan de Dios a la Humanidad, es inseparable de esa manifestación que es el Mediador, el Avatar.
   Dos de los últimos Avatares más conocidos son Buda y Cristo: dos hijos del hombre que se convirtieron en Hijos de Dios. Por esta conversión o realización, dos núcleos de energía espiritual, cuyo Principio está más allá de nuestra comprensión, fueron introducidos en la Tierra. Y es a través de estos Principios como el hombre puede religarse de nuevo a la Fuente de la que emanó.
   En la parte primera, hacía referencia a esos cinco grandes pasos transformadores o etapas críticas de la personalidad y la conciencia, iniciaciones del alma, por las que tendrá que pasar todo ser humano para que el aspecto Amor de la Divinidad se exprese en el mundo y el Reino advenga. Estas crisis no son nuevas: el Hinduismo y Buda que precedió a Cristo, expresan las mismas verdades básicas, aunque las establezcan en términos diferentes. Tanto Krishna, Buda o Cristo encarnaron en si mismos ciertos Principios Cósmicos y, por la Palabra y el Sacrificio, ciertas energías emanadas de la Fuente se derramaron a través de la Humanidad.
   Buda demostró el aspecto Sabiduría de Dios. Cristo nos enseñó el aspecto Amor. El Amor llega al mundo por su mediación. El pone de relieve que lo divino en Él es Amor y, por lo tanto, el hombre debe reflejar ese Amor. Lo mismo que Buda nos dijo en su Iluminación que Dios es Luz, y que esa Luz es la Sabiduría de Dios que ilumina el camino, haciendo desaparecer las sombras que antes lo ocultaban. Esas sombras en las que el hombre queda atrapado y que son la causa de sus sufrimientos y su desgracia. Al mediar la Luz en él, pudo comprender la causa que angustia al mundo y que impide evolucionar al hombre. Buda formuló esta sabiduría en sus Cuatro Nobles Verdades:

  • "El existir como una personalidad separada condena al sufrimiento y al dolor."
  • "La causa suprema de la miseria es el deseo de poseer y de conservar lo poseído."
  • "La liberación del dolor se logra desechando todos los deseos, salvo el del Recto Conocimiento."
  • "El Sendero de la Liberación y de la cesación de los opuestos es el Óctuple Noble Sendero, el Sendero de la Inmortalidad."

   Este Óctuple Sendero lo forman: la Recta Creencia, la Recta Aspiración, la Recta Palabra, la Recta Conducta, el Recto medio de Vida, el Recto Esfuerzo, la Recta Intención y la Recta Meditación. El Buda nos enseñó a no identificarnos con la realidad material, ni con nuestros deseos. Nos instó a adquirir el discernimiento que nos de el sentido justo de los valores. Nos enseñó a no considerar las posesiones y la existencia material como lo más importante. Y con todo ello, nos proporcionó una estructura de la Verdad, un sistema para conocer cual era la causa del descontento humano, de nuestra insatisfacción, de nuestra angustia y de nuestra eterna nostalgia de Otra Realidad: Desapasionamiento, DesapegoDiscernimiento son las llaves de la Luz y de la Sabiduría.
   Después de él, una vez que la Luz allanó el Camino, vino su Hermano el Cristo para mostrarnos otra dimensión del Plan de Dios: el Amor. Y como consecuencia de ello, tres nuevas ideas comenzaron a germinar en nuestra tierra humana:
La idea de que el Individuo, como, tal es algo valioso. Esta idea toma sentido si se comprende que hasta la época de Buda y aún hasta hoy en día, la idea de Reencarnación había llevado a creer que existía toda una eternidad para poder llevar a cabo ese aspecto del Plan que es nuestra propia evolución espiritual. Esto nos llevó a la idea de que bastaba dejarse fluir en la corriente y, eventualmente, al final, por algún extraño artilugio, todo quedaría resuelto. De ahí que Oriente nunca haya destacado el valor del individuo. Pero Cristo ejemplificó que es el hombre el que tiene que hacer la Voluntad de Dios, para que sea Esta Voluntad y no la del hombre la que sea hecha. Por ello nos ofreció:

  •  La idea de esa oportunidad que es Nacer de nuevo. De esto hablaremos más adelante.
  •  Y nos ofreció un método para establecer en la Tierra el Reino de los Cielos. Técnica que expresa en su mandamiento Amaos los unos a los otros.
  • Tenemos pues, que el esfuerzo individual, el camino de la iniciación por medio de un nuevo nacimiento y la identificación recíproca con el prójimo, constituyen la base del mensaje de Cristo.

   Jesús vino al mundo en esa estrecha faja de tierra, Palestina, que es el límite más occidental de Oriente. Oriente es el lugar de donde vienen los Salvadores míticos en ayuda de la Humanidad. En esa estrecha línea donde dos mundos se tocan, en ese puente que une las dos orillas, habló el Mesías, el Mediador, para que sus palabras fueran recibidas por los dos mundos. Desde ese lugar, sentó las bases para que una vez comprendido que la dualidad es una etapa imprescindible en el desarrollo espiritual del hombre, éste, por su propio e individual esfuerzo, realice el milagro de la unificación en el Amor. Porque, ¿qué es el bienestar, sino el Amor en acción? ¿Qué es la colaboración internacional, sino el Amor a escala mundial? Y es por ello que anunció que el Reino se hallaba en la tierra, y por lo que nos instó a que buscáramos primeramente ese Reino considerando a todo lo demás como secundario.

   El Reino no es algo que descenderá sobre los hombres. Es algo que tiene que crecer y nacer de lo más profundo de nuestra tierra humana cuando los hombres nazcan de nuevo y hagan Su Voluntad. Entonces, todos, celebraremos esa Gran Navidad que trasciende al Cristo histórico y que abre las puertas del Cristo Cósmico.

   Hay algo más que deducir de la realidad de los Avatares. Es el hecho de que en ningún momento de la historia del hombre, la Deidad ha quedado sin testigo. Siempre que el hombre ha demandando Luz, y sólo la demanda en los momentos de crisis, la Luz ha llegado. Siempre que la mente y el corazón del hombre buscaron algo más alto, algo más alto se acercó al hombre. Y el Avatar, el Instructor, el Salvador encarnan para dar al hombre una nueva revelación del Plan de Dios que le permita vivir una vida espiritual más plena.

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