lunes, 1 de abril de 2013

El Círculo humano de conciencia Conferencia






El Círculo  Humano de Conciencia

(Conferencia impartida en Santa Cruz de Tenerife el 27 de Marzo de 1988.)

Pretendo que esta charla sea la introducción a un curso sobre “Los Misterios de la Creación y la Evolución del Hombre”. Aunque a la vez pretendo también explicar algo que hace referencia al título de esta charla.
Dice la Geometría que un círculo es una superficie y que la circunferencia es la línea que contiene a ese círculo. En su origen, todo círculo comienza siendo un punto, que a su vez es un centro. Después, otros puntos se agregan y la superficie crece. El círculo se ensancha, se extiende y forma un tejido circular: un tejido humano.
(...)

Imaginen que yo soy un punto, y porque tengo un pensamiento o una idea que quiero comunicar, me constituyo en un centro. Entonces, otros puntos, vosotros, acudís atraídos por ese pensamiento o esa idea, por ese centro que soy yo. Así, el punto que era yo se ha convertido en una superficie: un círculo humano en el que existe la posibilidad de que si se mantiene en una actividad común, llegue a hacerse consciente de si mismo.
Al principio, son pocos los puntos que forman el círculo; pero, poco a poco, esos puntos se desarrollan internamente y forman un centro mayor, integrado por varios puntos conscientes.
Este nuevo centro se vuelve magnético y, por la Ley de Afinidad, atrae hacia si a otros puntos de las mismas características. El círculo crece. Y en su crecimiento puede llegar a unirse a otros círculos que también crecen.
Al principio, los puntos se miran con desconfianza; aún no saben bien como han ido a parar allí; además, se resisten a integrarse en un todo más amplio –la inercia de su individualidad pesa sobre ellos– ; aunque, por otro lado, sienten que algo les ha unido, aunque no logran saber muy bien qué. En realidad, es un Gran Punto Central que está en alguna parte.



Imaginemos una conversación entre esos puntos.

-¡Hermano! -Pregunta uno de esos puntos.- ¿Qué hay entre nosotros?

-Un secreto. -Dice un punto que investigaba en los Misterios.

-Hay una puerta, -aclara un punto que sabía algo-, pero está cerrada. Esa puerta se abre desde dentro, luego tienes que tirar de ella hacia ti y hacerte a un lado para entrar.

-¡Hacerme a un lado para entrar! -Exclama algún otro punto.- ¿Cómo puede hacerse eso? Parece una paradoja.

-No. -Dice el punto que sabía algo.- No es una paradoja. Es una Iniciación.

-¿Y dónde está la puerta? -Preguntan al unísono algunos puntos.

-Hay que buscarla.

La Iniciación es largo el camino que conduce a la Puerta. Al principio no se sabe donde buscar. Uno encuentra cosas y cree haberla encontrado y se acomoda con ellas. Se olvida de la Puerta. Pero si la búsqueda se hace con dedicación, entrega, sacrificio, tesón y voluntad, cuando realmente se quiere encontrar, cuando se hace con amor e integridad, aparecen maestros para indicarte el camino. Yo guardo gratitud a algunos de los que me ayudaron en aquel entonces. Se llamaban Jung, Herman Hesse, Miguel Serrano, León Felipe, Walt Witman…, por solo citar algunos. Sus escritos estaban llenos de símbolos. Muchos de ellos eran poetas, otros visionarios… No los conocí personalmente, pero me dejaron sus palabras, es decir, sus ideas. De ellas aprendí.
Miguel Serrano contaba que un día fue a visitar a Herman Hesse, el autor de “El lobo estepario”, "Demian" y “Sidharta”, y éste le invitó a almorzar. Hablaron de Jung. Serrano dijo:
-¡Qué suerte hallarme hoy aquí almorzando con usted!

-Nada sucede casualmente. -Respondió H. Hesse.- Aquí solo se encuentran los huéspedes justos; este es el Círculo Hermético.

Tampoco vosotros estáis aquí por casualidad. Y por la misma Ley aquí estamos los que tenemos que estar, ni uno más ni uno de menos. Aquí estamos los justos. Pero yo prefiero llamarlo Círculo Humano de Conciencia. Respecto a la conciencia… ¡Llegará! ¡Llegará! Si trabajamos internamente.
Este círculo es un Círculo Mágico. En él, la mente atrae a la mente. Y solo los exactos llegan… En él, uno puede encontrar el río eterno de las cosas. No hay que dejarse llevar por las Nubes Blancas. Tampoco hay que resistir. El Espíritu está en él.
Hemos dicho que hay una Puerta… Es difícil, una vez encontrada, abrir la Puerta. Tiene tres cerraduras, y las llaves deben ser encontradas dentro de uno mismo: “se abre desde dentro”. La primera llave se llama Mata toda duda; la segunda tiene por nombre Sin Temor; y la tercera, Olvídate de ti mismo. Luego la Puerta que da acceso al Círculo Humano de Conciencia comienza a abrirse desde dentro, y una parte de nosotros se queda fuera, se hace a un lado, para que otra parte de nosotros, que ya no se entretiene con las cosas del mundo, con los seres del mundo, con los juegos sociales del mundo, con la política del mundo, con las religiones del mundo, con las ambiciones y los deseos de poder del mundo…  pueda pasar. Porque nada ni nadie puede apresar al Espíritu que hay en el hombre.
Al otro lado de la Puerta ya no hay nada que enseñar, ningún catecismo que vender, ninguna ideología que predicar. Todo se comparte para que cada uno coja aquello que le interese y le sea útil. Se sabe que la Voluntad se expresa a través de cada uno, porque todos somos Uno; se sabe por qué se está aquí. Saber por qué se está aquí es el primer paso. Se sufren derrotas. Se es arrollado y desfigurado muchas veces. Es duro. El espíritu se apaga. Se siente el deseo de abandonar. Se sabe lo que es hibernar entre las ruinas. Pero la carne y la sangre se reponen, el Espíritu vuelve a inflamarse y el combate continua.
Al final no queda mucho de nosotros. Si uno se mira en el espejo se encuentra escaso. Cada uno hace su balance, y muchos se deprimen e intentan que los demás compartan su depresión. Dicen:
-¡Hermanos! ¡Lloremos juntos por este destino común!

Pero… ¿Por qué renunciar? Es todo lo que se tiene: tres llaves para abrir una Puerta. Poca cosa. Pero hay que arreglarse con ello. Nadie debe nada, y el que tampoco se gane nada, no quiere decir que no haya nada que ganar.
 Os diré algo importante: para encontrar la Puerta se necesita fantasía. Quienes son capaces de vivir la fantasía, pueden hacer realidad sus sueños y ya no necesitan de las doctrinas religiosas, ni de las otras. Se bastan así mismos. Es solo con fantasía como se puede comprender que el hombre retorna a su Origen en el Universo. No son las palabras las que nos describen la realidad. Son los Sueños. Las palabras son las máscaras que raramente dejan entrever lo que se oculta detrás de ellas. Al otro lado del diálogo de las palabras hay otro diálogo, de aguas profundas; y éste es el que importa, y éste es el que hay que entender y comprender.
Así lo entendí en las palabras metafóricas que mis primero maestros me dejaron. Ellos ya no están aquí. Se marcharon a ese mundo inalcanzable de los sueños que se hacen realidad. Puede que no retornen jamás, que vayan a otros mundos, a otros universos ganados por el trabajo que realizaron sus almas.
¿Y qué podemos hacer nosotros? Podemos trabajar. Trabajar en los sueños; y, sobre todo, trabajar en ese inmenso sueño llamado Amor. Cumplir con el esfuerzo para no retornar más a la Tierra y merecer el paso a Otros Mundos que también están en éste.
No se si queda mucho o poco tiempo para ello. Deberíamos hacer un esfuerzo último. Pronto. ¡Ahora mismo! Si queremos salir de este desierto plomizo en el que se está transformando la Tierra; si queremos seguir por la senda que nuestros maestros, nuestros hermanos mayores, los semidioses de carne y sangre, los magos, los alquimistas, los creadores de sueños, siguieron.
El Trabajo Esencial se cumple en el Silencio, y fructifica en la Mente de unos pocos. No es cuestión de llamar a Dios, porque “llamado o no llamado, Dios está presente” (Jung). Por eso, si un hombre o una mujer, en su más íntima soledad, es capaz de pensar rectos pensamientos, estos podrán ser escuchados en el otro extremo del Universo.
Otros puntos comienzan a acudir, a deslizarse hacia un centro, a ser atraídos por un Círculo Humano de Conciencia. Lo importante es seguir la propia naturaleza. Esta dice que un tigre deberá ser un buen tigre; que un árbol deberá ser un buen árbol; también un hombre debería ser un buen hombre y no una mistificación. ¡Claro que hay que saber primero lo que es ser un hombre! Así que a seguir la propia naturaleza y lo demás llegará solo, como la Reina de Saba, inesperadamente… Nada es posible sin Amor. Solamente el Amor pone en juego a toda la persona y permite arriesgar la vida.
¡Aunque el Camino del Amor es un camino que espanta! Hay que cruzar un Laberinto en el que tiene su Reino el Señor de los Goblinz. Freud, Jung y otros destaparon las compuertas que llevan a ese laberinto. Pero ni los mitos, ni los magos, cabalistas y alquimistas, acuñaron sus símbolos con el objeto de hacer psicología analítica, sino por pura magia estremecida.
Hay muchos que dicen que quieren entrar en el mundo espiritual y llevar una vida espiritual.
Pero, ¿qué es una vida espiritual?
Permitidme que lo diga en una pocas palabras que leí en agún sitio: es el conjunto de las conductas poéticas del alma. Y son esas conductas las que nos llevan a comprender que existen realidades desconocidas para el hombre dormido. No importa el medio a través del cual se comprenda: el gurú hindú, el trabajo interior (esotérico), la poesía, las ecuaciones diferenciales o la mecánica cuántica. Y esa comprensión no nos lleva a renunciar al mundo y al esfuerzo. Si bastara sentarse en postura de loto para alcanzar el saber supremo, todas las ranas serían Buda, aunque estas ya lo sean por su propia naturaleza. Se quiere suprimir la Inteligencia. Hace falta toda la Inteligencia del Universo para llegar a ser un Buda.
¿Sabéis lo que es la Inteligencia?
Alguien decía, no me acuerdo quien, que es aquello que sucede cuando nada impide que la inteligencia funcione.
Y lo que sucede es que el Espíritu se hace acto creador en el hombre. Se convierte en magia. Seguramente uno de los seres más inteligentes que han vivido en esta planeta en los últimos dos mil años, si en que realmente vivió, aunque con su esencia simbólica basta, se llamaba Jesús. Por ello pudo traerle una nueva verdad al hombre: la Ley del Amor. Hay que ser muy inteligente para que el Amor no nos espante, para comprenderlo. Su Ley aún no ha sido comprendida. Aún no somos bastantes inteligentes. Por ello, no podemos detenernos. Hay que seguir.
No importa cuan alejado se esté o cuan solitario se sienta uno. Si se realiza el trabajo con conciencia y con amor, amigos desconocidos aparecerán ante ti. Solamente aquellos que han aprendido a retirar sus ojos de la luz oscura de las opiniones, de las murmuraciones, del parloteo y a cerrar sus oídos a la propaganda efímera, son los que pueden recobrar lo esencial: el Poder del Amor.
Pero para Amar, es necesario, primero, ser capaz de amar. Ser capaz, está antes que Amar. ¿Cómo se puede ser capaz? El Conocimiento de esto es lo que se ha perdido. Sería injusto que el Espíritu pidiese al hombre lo que éste no puede dar. Por lo tanto, el Espíritu entregó este Conocimiento al hombre. No una, sino muchas veces. Pero el hombre es un ser insensato que rechaza una y otra vez este Conocimiento.
Las Iglesias y las ideologías a las que el hombre sigue, le fueron robando su inteligencia, le obligaron a padecer una ceguera mental que atrofió por mucho tiempo su capacidad de pensar; obligaron al hombre a creer en un Dios no inteligente. Y así, el Espíritu del Amor se hizo ininteligible para el hombre. El Evangelio, a pesar de las terribles manipulaciones de que ha sido objeto, enseña a desarrollar una inteligencia, si no se lee literalmente, si se conocen las claves que descifran sus secretos, que nos permita comprender y expresar el Amor, que nos permita ser capaces de amar. Pero para ello ha de ser separado de las Iglesias.




Una vez escuché decir a un sacerdote: Si el Evangelio se separa de la Iglesia se vuelve loco. Lo que era locura para el sacerdote, es magia estremecida para el hombre consciente que se ha hecho capaz de amar. Hay que ser capaz de Amar (a uno mismo y al prójimo, que comienza por el próximo) para conocerse a uno mismos, para comprender la realidad de los demás, para conocer nuestro origen, evolución y destino, para que la Ley del Amor se exprese por nosotros, para hacer de éste planeta un mundo en el que solamente exista esa Ley. Un Amor que no es un sentimiento, ni tampoco una emoción. Y tendremos entonces un mundo mágico en el que todo sueño podrá ser hecho realidad.
Pero aún no somos lo suficientemente inteligentes. Nos pasa lo que a los niños que van a la escuela. Siempre quieren comenzar las cosas por el final. No se puede comenzar por el final. No se puede comenzar por el Amor. El Amor es la meta, nuestro destino. Puede que el Espíritu no hiciera al hombre libre, pero si le concedió la posibilidad de hacerse así mismo libre.
Aún tenemos que permanecer en la escuela. En esta Escuela Planetaria llamada Tierra, Aún tenemos que aprender nuestra lección. Más, como somos malos estudiantes, hemos roto o perdido los libros de enseñanza, o están rotos e incompletos, o hemos escrito encima y ya es ilegible lo de abajo. Así, la Enseñanza que permite hacernos ser capaces de amar, está rota, fragmentada. Tenemos que empezar por encontrar y recoger los fragmentos y reconstruirlos.
Os voy a dar una idea recogida de uno de esos fragmentos: la Humanidad, tomada como un todo, es un Ser. Los hombres son las células de este ser. Las naciones son conjuntas de células que se especializan para forman órganos más complejos, los órganos de ese Ser. Oriente a lo mejor es el corazón, Occidente puede que sea el cerebro que soporta la mente de ese Ser. Así que podríamos tomar la compresión de Oriente y el conocimiento de Occidente. Luego, podemos seguir buscando. Pero hemos de hacerlo con una mente crítica y con un corazón compasivo, es decir, comprensivo, pues no existe compasión allí donde no se comprende, porque si no, todo será inútil. El hombre, como individuo, ya alcanzó, ese dicen, la autoconciencia, pero la Humanidad como un Todo aún no lo ha hecho. Sus órganos están enfrentados unos con otros, sus glándulas funcionan mal y solo segregan separación y violencia. Se nos exige crecer en conciencia. Convertirnos en auxiliares conscientes del trabajo de gestación de la Humanidad como Ser a la autoconciencia, en lugar de ser células asustadas y temerosas que solo saben pedir ayuda para que alguien las salve. Tenemos que conocer y comprender.

Os diré cual es el sentido de nuestra vida aquí en la Tierra: Humanizar la Tierra para permitir que el Ser Tierra, también evolucione. Humanizar es superar el dolor, es aprender sin límites, es amar la realidad que construyes cada día. Y no cumpliremos nuestra misión si no ponemos nuestro esfuerzo en vencer el dolor que nos causa tanta desgracia y tanta ignorancia. La mente inteligente de Buda descubrió y expresó cuales eran las causas que producen el dolor:
 

- El existir como personalidad separada.

- Nuestros deseo de poseer y conservar lo poseído.

- Y también nos dijo como librarnos del dolor: desechando todos los deseos, salvo el del Recto Conocimiento y siguiendo el Óctuple Sendero.


Si logramos vencer al dolor, un camino que nos llevara a los mundos nuevos que se encierran en nuestro interior para desarrollar su potencialidad, se abrirá ante nosotros. Tendremos nueva vida, habremos nacido de nuevo. Habremos entrado en el Círculo Humano de Conciencia.
Una vida nueva no se basa en la destrucción de las anteriores, sino en su reconocimiento, en su comprensión. Cada uno de nosotros no está en guerra consigo mismo y, por lo tanto, tampoco con los demás. Pero cada uno ha de reconciliarse consigo mismo, amarse a si mismo, para hacer de si mismo un ser humano consciente y despierto y así poder humanizar la Tierra. Y aunque nos sentemos por mil años en la postura de loto, aunque nos encerremos en un convento por otros mis años para orar a Dios, nada podremos hacer por vosotros mismos y los demás, hasta que no admitamos que la misión de cada uno es la de humanizar la tierra, humanizándose antes uno mismo.
Pero cualquiera que sea nuestra decisión, resta saber con que medios y energías contaremos para realizar esta misión. Porque aunque la decisión sea nuestra, cambiar la dirección de nuestra vida no es cosa que pueda realizarse con los individuales recursos de cada uno. Un grupo es necesario. Un grupo unido entre si por la Ley de Afinidad: un Círculo Humano de Conciencia.


Veréis, la Tierra es una escuela, una escuela para dioses. El Plan del Espíritu para las chispas de espíritu que manaron de Él, es que estas lleguen a ser como él, que se conviertan en Seres Creadores de Mundos. Y en ese aprendizaje hay un curso por el que todos tenemos que pasar: el curso humano.
Está escrito que la cosecha será grande, si grande es el número de labradores. Los labradores están y son numerosos, pero todo iría mejor si decidiéramos echarles una mano aprobando primero nuestro examen que nos capacite como humanos.
Se necesitaron millones de años en el crisol del tiempo para producir la evolución de esa pequeña y concentrada gota de vida consciente que es el hombre; y se necesitaran muchos millones de años más para hacer del hombre un Hacedor de Estrellas. Lo humano se encuentra a mitad justo del recorrido. Y al igual que el loto surge del limo de la tierra, así surge el hombre. Y el momento de su floración, de la gran metamorfosis, dicen las leyendas y los mitos que está cerca. Ese momento mágico de convertir a un gusano en mariposa.
Y, después, a seguir trabajando como mariposas. Y cuando el hombre ángel cumpla su día de graduación final y logre la divinidad, el Gran Trabajo de magia comenzará para él: el trabajo de  crear su primer universo. Esto no es un cuento para niños. Es un cuento para guerreros, para caballeros que buscan el Grial y que luchan ferozmente contra su propio dragón personal a fin de liberar lo femenino de cada uno y de la Humanidad, que ha sido secuestrado.
Por incontables millones de años el hombre, o algo que luego fue el hombre, se ha elevado por los reinos de la naturaleza hasta el reino humano. Pero algún día, en otro vértigo que se extiende delante de nosotros, cuando ya seamos dioses (¿se han dado cuenta ya que les estoy hablando con metáforas y símbolos y no literalmente?), el Gran Ser que creó nuestro Sistema Solar y en él a nosotros, ese Gran Ser cuyo cuerpo es nuestro Sistema Solar, habrá terminado su primer acto mágico y, también él, se transformará. Y nosotros, desde cualquier lejano rincón del Universo en las Moradas del Padre, aquel que nos haya sido asignado para realizar nuestra primera gran experiencia creadora, le veremos desintegrarse en puro pensamiento.


Somos un ejercito de espíritus. Pero no será hasta que logremos un lugar en el Círculo Humano de Conciencia, que comprenderemos que este esfuerzo solo se ha logrado para trabajar junto a los seres de una Jerarquía Espiritual que dirige la evolución de éste planeta y, junto a otros seres que tal vez vivan en otros mundos y sistemas solares, ayudarles en ese esfuerzo conjunto de asistir a un difícil parto: el parto del hombre consciente e inteligente, el parto del hombre que ya no es solo capaz de amar, sino que él mismo se ha hecho Amor y por él se cumple la Ley del Amor.
Como decía, no es solo el hombre el que va a graduarse. También la Tierra va a hacerlo. También ella como ser va a emprender un nuevo camino. Y todos aquellos que no estén preparados para acompañarla, serán apartados y tendrán que repetir este curso en alguna otra escuela del Universo.
Nadie sabe aún los que aprobarán o los que no lo harán. No se sabrá el número de justos hasta el último momento; porque no olviden una cosa: el hombre goza de libertad. De él depende estar o no estar en el Nuevo Tiempo y en la Nueva Tierra, en el Círculo Humano de Conciencia.



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